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La Regenta Y Effi Briest


Enviado por   •  17 de Diciembre de 2011  •  2.936 Palabras (12 Páginas)  •  964 Visitas

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El objetivo de esta breve comparativa entre Effi Briest y La Regenta se centrará en el parecido que une a las dos figuras centrales: dos mujeres que, oprimidas por la sociedad y obligadas por su familia a un matrimonio de convivencia, cometen adulterio.

Tanto “Effi Briest” de Theodor Fontane como “La Regenta” de Clarín se pueden enmarcar dentro de la corriente literaria del Realismo. Para esta corriente literaria la relación del individuo con la sociedad juega un papel fundamental: el hombre está en manos del mundo, el cual lo gobierna a su antojo.

Ambos autores hacen una crítica social denunciando la falsedad de la época y, para ello, eligen la figura de dos personajes femeninos para ver como lo social irrumpe en lo privado. En torno a ellas gira toda la trama argumental: Ambas protagonistas se sienten solas en un mundo machista de tradiciones arraigadas.

Las dos novelas nos presentan, a través de sus protagonistas, el conflicto entre la ley natural y las convenciones sociales y ponen en duda el concepto del matrimonio sobre todo en su base religiosa y en su orden social resultando asombrosa la similitud entre la sociedad prusiana y española en la segunda mitad del s. XIX.

Clarín y Fontane reflejan en sus novelas las convenciones sociales de una época y cómo éstas condicionan la vida de las protagonistas, aunque lo expresan de maneras distintas. Por ello se puede decir que, aunque hay una temática común a las dos novelas, los autores persiguen unos fines distintos:

- Clarín pretendería mostrar el conflicto interior de la protagonista y cómo se ve amordazada por la sociedad.

- Mientras, Fontane se centraría en ver el impacto que la sociedad y sus convenciones causan en las personas

Ana Ozores, figura principal de la novela de Clarín, es presentada como una mujer buena, devota y honesta. Obligada por sus tías a casarse con Don Víctor Quintanar como solución a sus problemas económicos y familiares, falta de cariño, con una rígida educación moral y religiosa y sin medios económicos para sobrevivir, este matrimonio parece la mejor salida para su vida.

En su infancia, Ana es víctima de una calumnia generalizada que acabará de convencerla de su culpa y la determinará de por vida: la noche de aventuras en la barca con su amigo Germán, en la que ella busca el calor de la amistad, representa el principio del fin cuando la acusación popular le enseña a huir del hombre como de un espanto y con ello del amor y del sexo:

“y como todos daban a entender que su aventura en la barca de Trébol había sido una vergüenza, su ignorancia dio por cierto su pecado (…) y confundiendo actos inocentes con verdaderas culpas, de todo iba desconfiando (…) contradiciendo poderosos instintos de la naturaleza, vivió en perpetua escuela de disimulo, contuvo los impulsos de espontánea alegría; y ella, antes altiva, capaz de oponerse al mundo entero, se declaró vencida, siguió la conducta moral que se le impulso, sin discutirla, ciegamente, sin fe en ella, pero sin hacer traición nunca”

Condenada a una forzosa castidad por falta de relaciones con su esposo, mayor que ella y del que nunca estuvo enamorada, al que no quiere ser infiel se le plantea ya desde el primer momento el conflicto entre satisfacer sus instintos naturales como madre y mujer (…¡si yo tuviera un hijo!..ahora aquí…besándole… cantándole...., “... y sintió vehementes deseos de verle, de besarle... ) y el cumplimiento de sus principios religiosos (...“Ya no era mala, ya sentía ella como quería sentir. Y la idea de sacrificio se le apareció de nuevo...” ) que le recomiendan sacrificio y resignación y el acatamiento de unas normas, que todo el mundo (léase Vetusta) acepta, pero nadie cumple.

Ana, aún joven cuando llega al matrimonio, cree que no le costaría trabajo vivir casada con un hombre mayor y con esas carencias. Pero sus crisis de nervios se agudizan, se dará cuenta de sus frustraciones y buscará una vía de escape.

“…Aquel noble esposo a quien debía la dignidad y la independencia de su vida, bien merecía la abnegación constante a que ella estaba resuelta. Le había sacrificado su juventud: ¿por qué no continuar el sacrificio?...”

En contraposición a Ana Ozores, Effi Briest se nos presenta como una figura con un carácter más jovial, extrovertido y alegre que Ana, debido tal vez a la no presencia de unos principios religiosos tan rígidos como los católicos y al cariño y mimo con el que es tratada.

Aún en la misma situación que Ana -matrimonio de conveniencia con un señor mayor que ella- Effi no tiene nada que ver con la protagonista de “La Regenta”. Effi aparece como una niña mimada, cuya inocencia ha sido conservada artificialmente, educada en un entorno cómodo y criada por sus padres entre algodones. Como reflejo de esta situación basta leer, al principio de la obra, los diálogos entre madre e hija, los apelativos que utilizan ambas:

„... wie entzückend sie ihr eigenes Kind finde...

... man nannte sie die „Kleine“...

...“Du bist schuld. Warum kriege ich keine Staatskleider? Warum machst du keine Dame aus mir?”...

...Nicht so wild, Effi, nicht so leidenschaftlich...

Este cariño y sobreprotección que sus padres le dedican resultará una amenaza cuando se vea enfrentada al mundo real a través de un matrimonio negociado mientras que ella sigue envuelta en unos juegos de infancia que la edad todavía le reclama:

“… Frau Briest aber […] warf einen Blick auf das jugendlich reizende Geschöpf, das, noch erhitzt von der Aufregung des Spiels, wie ein Bild frischensten Lebens vor ihr stand, und sagte beinahe vertraulich: „Es ist am Ende das Beste, du bleibst wie du bist. [...] Ich muss dir nämlich sagen, Effi, dass Baron Innstetten eben um deine Hand angehalten hat...“

Effi es empujada al matrimonio más que obligada pero por motivos distintos a los de Ana Ozores: Este matrimonio aparece como la mejor forma de desenvolverse una mujer dentro de la sociedad, como única salida – no a problemas económicos como en el caso de Ana – para realizar los deseos de su frustrada madre que ve, de esa manera, la posibilidad de que su hija logre lo que ella no ha podido alcanzar, social ni económicamente. Es significativa esta reflexión de la madre sobre el matrimonio de Effi con Innstetten y las ventajas, que desde su punto de vista, reportará

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