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Lo Que Le Debo Al fútbol (ALBERT CAMUS)


Enviado por   •  8 de Octubre de 2011  •  970 Palabras (4 Páginas)  •  1.072 Visitas

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(Texto redactado para la revista "France Football".1.957).

"Lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol"

Sí, lo jugué varios años en la Universidad de Argel. Me parece que fue ayer. Pero cuando, en 1.940, volví a calzarme los zapatos, me dí cuenta de que no había sido ayer. Antes de terminar el primer tiempo, tenía la lengua afuera como uno de esos perros con los que la gente se cruza a las dos de la tarde en Tizi-Ouzou. Fue, entonces, hace bastante tiempo, de 1.928 para adelante, supongo. Hice mi debut con el club deportivo Montpensier. Sólo Dios sabe por qué, dado que yo vivía en Belcourt y el equipo de Belcourt-Mustapha era el Gallia. Pero tenía un amigo, un tipo velludo, que nadaba en el puerto conmigo y jugaba water-polo para Montpensier. Así es como a veces la vida de una persona queda determinada. Montpensier jugaba a menudo en los jardines de Manoeuvre, aparentemente por ninguna razón especial. El césped tenía en su haber más porrazos que la canilla de un centroforward visitante del estadio de Alenda, Orán. Pronto aprendí que la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Eso me ayudó mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente no suele ser siempre lo que se dice derecha. Pero al cabo de un año de porrazos y Montpensier, en el "Lycée" me hicieron sentir avergonzado de mí mismo: un "universitario" debe de jugar en la Universidad de Arge, R.U.A. En este período, el tipo velludo ya había salido de mi vida, No nos habíamos peleado, sólo que ahora él prefería irse a nadar a Padovani donde el agua no era tan "pura". Ni tampoco, para ser sincero, eran "puros" sus motivos. Personalmente, encontré que su "motivo" era adorable, aunque ella bailaba muy mal, lo que me parecía insoportable en una mujer. ¿Es el hombre, o no es, quien debe pisarle los dedos de los pies?. El tipo velludo y yo prometimos volver a vernos. Pero los años fueron pasando. Mucho después comencé a frecuentar el restaurant de Padovani ( por motivos "puros") pero el tipo velludo se había casado con su paralítica, quien seguramente le prohibía bañarse, como suele ocurrir.

¿Pero qué es lo que estaba diciendo?. Ah sí, el R.U.A. Estaba encantado, lo importante para mí era jugar. Me devoraba la impaciencia del domingo al jueves, día de práctica, y del jueves al domingo, día de partido. Así fue como me uní a los universitarios. Y allí estaba yo, golero del equipo juvenil. Sí, todo parecía muy fácil. Pero no sabía que se acababa de establecer un vínculo de años, que abarcaría cada estadio de la provincia, y que nunca tendría fin. No sabía entonces que veinte años después, en las calles de París e incluso en Buenos Aires (sí, me ha sucedido) la palabra

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