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Normas De Convivencia Social


Enviado por   •  5 de Septiembre de 2013  •  2.126 Palabras (9 Páginas)  •  492 Visitas

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Cívicos.

Son los que subyacen tras las conductas convencionales y no convencionales que "facilitan la correcta relación en el ámbito de la vida interpersonal, ciudadana y social",. Se exigen a cada persona, pero están en relación con los demás.

Patriotismo y nacionalismo.

Es un pensamiento que vincula a un ser humano con su patria. Es el sentimiento que tiene un ser humano por la tierra natal o adoptiva a la que se siente ligado por unos determinados valores, cultura, historia y afectos. Es el equivalente colectivo al orgullo que siente una persona por pertenecer a una familia o también a una nación.

* Nacionalismo: se llama nacionalismo al sentimiento de pertenencia a la nación propia, algo en principio identificable con el patriotismo, pero distinto si va más allá del mero sentimiento e incorpora contenido doctrinal o acción política en un sentido concreto.

Esfuerzo y responsabilidad.

Esfuerzo: Empleo enérgico del vigor o actividad del ánimo para conseguir algo venciendo dificultades.

Responsabilidad: Es un valor que está en la conciencia de la persona, que le permite reflexionar, administrar, orientar y valorar las consecuencias de sus actos, siempre en el plano de lo moral.

La familia

Es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.

Amor y pudor.

Amor: El amor les ayuda a cada uno de sus miembros, especialmente a los hijos, a que desarrollen todas sus potencialidades para que logren alcanzar lo más cerca posible sus objetivos en la vida: La psicología afirma que el afecto estimula el aprendizaje y desarrolla la inteligencia gracias a la sensación de seguridad y confianza que otorga y que se desarrolla lentamente a través de la infancia, la niñez y la adolescencia.

Pudor: Sentimiento de recato y de vergüenza, especialmente en lo que se refiere a la esfera sexual, representa un elemento fundamental de la personalidad.

Belleza y verdad.

Estas palabras han expresado dos grandes ideales a lo largo de toda la evolución de la conciencia del hombre, ideales que han sido instintivamente reconocidos como representación de la sublime naturaleza y noble meta de todo el esfuerzo humano. En anteriores épocas, en mayor grado que en la nuestra, el ser humano tenía un conocimiento más profundo de su unión con el universo, y entonces la Verdad, la Belleza tenían una realidad más concreta que la que tienen en nuestra época de abstracción.

Tratemos de entender como la Verdad, la Belleza se relacionan con el ser humano, cual realidades concretas.

En el ser humano que tenemos delante, podemos ver, en primer lugar, su cuerpo físico, hoy día único objeto de observación exterior. El cuerpo físico, aquí en la tierra, es la copia posterior del germen espiritual que ha sido elaborado, en cierto sentido, por el hombre mismo en su existencia pre-terrenal.Durante la mayor parte del día el hombre cuida la salud de su cuerpo, desde un punto de vista puramente físico. Pero cuando, a través de la falsedad rompe los lazos que le unen a su pre-existencia terrenal, esto afecta directamente a su cuerpo físico, y especialmente en la constitución de su sistema nervioso. El sentimiento que tiene de su cuerpo físico le da su “sentido espiritual de ser” en el universo. Y este sentido espiritual de ser depende sobre todo del cuidado de las uniones del cuerpo físico con su existencia pre-terrenal. Si éstas se rompen el hombre ha de crear un sustituto para este saludable sentido de ser, y lo hace inconscientemente. Es conducido entonces, inconscientemente, a atribuirse a si mismo un sentido de ser “fuera de lo corriente”. Pero igual aquí ha caído en una incertidumbre interior que hace que se sienta igualmente en su cuerpo físico. Pero este sentido puramente espiritual de ser, cuya existencia encontramos cada vez con mayor intensidad, según retrocedemos más lejos en la historia, ¿está tan fuertemente presente en el hombre de hoy?.

Es muy frecuente el caso en el que un hombre le gustaría ser una persona notable, no en virtud de su vida espiritual, sino en función de su profesión o título. Le gusta tener un título como el de “secretario“ o “notario”, y entonces imagina que es importante cuando convencionalmente así se le describe. Sin embargo lo esencial es si él será capaz de ejercitar y llevar a cabo su existencia interior, aparte de todo lo exterior. Un intenso sentimiento por la belleza, tal como se concebía entonces, existía en épocas más tempranas. Nada que se le parezca en la civilización moderna. El hombre no era un hombre verdadero sin este sentido de la belleza. En verdad, para poseer un sentido de la belleza se requiere un conocimiento de la realidad del cuerpo etérico. El no tener sentido de la belleza supone el ignorar, o renegar del cuerpo etérico.

En el hombre moderno todo es inconsciente. Cuando los griegos se acercaban a su templo, o miraban dentro la estatua del dios, experimentaban un radiante calor interno, una especie de íntima salida del sol. Así era como todas estas fuerzas corrían en su ser y en el interior de sus diferentes órganos. Mirando fijamente a la estatua del dios todo su corazón, gritaba: “ ¡Nunca siento la estructura periférica de mis manos y dedos tan vivamente como cuando estoy delante de la estatua!, ¡nunca tengo esa sensación interior del arco de mi frente como en el templo!”. Interiormente irradiado de calor, inspirado por el dios, así se sentía el griego en presencia de la belleza. Y no era nada más que una experiencia en el cuerpo etérico. En presencia de la fealdad los griegos se sentían de una forma completamente distinta a la del hombre moderno, que como mucho expresa sus abstractos sentimientos respecto a la fealdad con una mueca en sus facciones. La fealdad ocasionaba una sensación de frialdad en todo el cuerpo del griego, que sentía incluso en todos los poros de su piel. En tiempos antiguos los hombres sentían vividamente la realidad del cuerpo etérico, una parte de la naturaleza humana que en el curso de la evolución, en verdad, se ha perdido. Todas estas cosas de las cuales he estado hablando, que eran experiencias reales en tiempos pasados, permanecen en la inconsciencia del hombre de hoy, que con su racionalidad intelectual y su amor por la abstracción tiende a ver todo desde la cabeza, el órgano al que pertenecen estas cualidades.

Caridad y prudencia.

Desde que el concepto de "uso" ocupa un lugar tan importante en

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