Nuevo Servicio público

¬En los capítulos anteriores hemos presentado un marco teórico en donde damos la mayor prioridad a la democracia, la ciudadanía y servicios públicos. Se le ha llamado a este marco de “nuevo servicio público”, el cual ofrece una alternativa viable e importante tanto al modelo tradicional como al ahora dominante modelo administrativo de administración pública. Es una alternativa que se ha construido en las bases de la exploración teórico e innovaciones prácticas en las agencias públicas. El resultado es un modelo normativo comparable con otros modelos similares.

Comenzamos con una descripción de lo que llamamos la “vieja administración pública” o la ortodoxia del campo. Sugerimos que bajo esta vieja administración la función del gobierno era simplemente de ofrecer los servicios de manera eficiente y que los problemas que se presentaran debían ser atendidos principalmente mediante cambios en la estructura de la organización y los sistemas de control. Mientras que algunos en el área apuntaban con mayor atención hacía los valores democráticos, las voces clamando por control y jerarquía, poca participación ciudadana y experimentación neutra prevaleció en gran manera.

Más recientemente, la nueva administración pública ha venido a dominar en el pensamiento y acción de la administración pública. Esta, como hemos visto, se fundamenta en la idea de que la mejor manera de comprender el comportamiento humano es asumir que el gobierno y otros actores toman decisiones y realizan acciones basadas en sus intereses personales. En esta perspectiva, el rol del gobierno es el de desatar fuerzas del mercado para así facilitar la decisión individual así como alcanzar la eficiencia. Los ciudadanos son vistos como clientes y los problemas se atienden mediante la manipulación de incentivos. Los servidores públicos se espera que sean emprendedores al tomar riesgos y que consigan los “mejores tratos” y una reducción en los costos.

En contraste, hemos hecho un argumento para lo que llamamos el nuevo servicio público. Hemos sugerido que los administradores públicos deben comenzar por el reconocimiento de que se requiere de ciudadanos comprometidos y educados de manera crítica para los gobiernos democráticos. Aseguramos además, que esta ‘alta’ ciudadanía es tanto importante como alcanzable ya que el comportamiento humano no solo depende del interés propio, sino que también involucra valores, creencias y la preocupación por otros. Los ciudadanos son vistos como los dueños del gobierno y tan capaces de actuar juntos para perseguir el mayor bien común. De acuerdo con esto, hemos discutido que el interés público trasciende la suma de intereses individuales. El nuevo servicio público busca valores compartidos e intereses en común mediante participación ciudadana y diálogo. Los servicios públicos, por si mismos, son vistos como una extensión de la ciudadanía, motivada por el deseo de servir a otros y de lograr los objetivos públicos.

Desde esta perspectiva, el rol del administrador público es el de traer gente “a la mesa” y servir ciudadanos de una manera que reconozca las múltiples y complejas capas de ética, responsabilidad y rendición de cuentas en un sistema democrático. El administrador responsable debe trabajar por hacer participar a los ciudadanos no solo en la planeación, sino también en la implementación de programas para alcanzar objetivos públicos. Esto se hace no solo porque hace del trabajo del gobierno mejor, sino que es consistente con nuestros valores. El trabajo del administrador público no es primeramente el de controlar ni manipular los incentivos, sino prestar servicio. En este modelo, los ideales democráticos y respeto a los otros no solo permea nuestra interacción con los ciudadanos, sino que además modela dentro de las organizaciones públicas.

Resumiendo, hemos discutido sobre un nuevo servicio público basado en la ciudadanía, democracia y servicios en el interés público como una alternativa a los ahora dominantes modelos basados en la teoría económica y el interés personal. Mientras que los debates entre teóricos continuaran y los practicantes administrativos probaran y exploraran nuevas posibilidades, es importante denotar que no se trata de un debate abstracto. Las acciones que tomarán los administradores públicos diferirán de manera muy marcada dependiendo de las suposiciones y principios sobre los que basan sus acciones. Si suponemos que la responsabilidad del gobierno es la de promover la ciudadanía y el interés público, tomaremos un conjunto de acciones completamente diferente.

Teorías, valores y creencias son las que facilitan o limitan, alientan o desalientan ciertas acciones en particular. Resumiendo, hay implicaciones prácticas y de comportamiento en la manera que percibimos, comprendemos y hablamos sobre las personas a las que servimos. Mientras cambiamos nuestro pensamiento y manera de hablar, cambiaremos las cosas que hacemos.

El nuevo servicio público es una llamada, no solo a la redefinición de como vemos a los ciudadanos a los que servimos,

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