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PRÁCTICA 1. LA LUZ: SIMBOLISMO Y ELEMENTO ARQUITECTÓNICO.


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2011  •  4.975 Palabras (20 Páginas)  •  935 Visitas

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PRÁCTICA 1. LA LUZ: SIMBOLISMO Y ELEMENTO ARQUITECTÓNICO.

CATEDRALES GÓTICAS – EXPRESIONISMO CRISTALINO – LA LUZ EN LA ARQUITECTURA MODERNA

Jesús Miranda Requena

Laura Ventura Conesa

Antonio Capel Hernández

La Luz y el espacio Gótico

Si en general la arquitectura no emplea la luz sólo como un mecanismo imprescindible para visualizar el espacio que desarrolla y sus formas, es en el periodo gótico cuando alcanza su mayor carácter simbólico. Ésta se presenta alejada de su condición de medio natural para percibir la realidad de manera objetiva y concreta y pasa a ser un símbolo con el que lo que se intuye es una realidad modificada que ensalza lo sagrado.

Es a través de las vidrieras como la arquitectura gótica configura su espacio envuelto por un muro traslúcido que aporta una luz coloreada y cambiante, distorsionando así la luz natural. Estos elementos arquitectónicos como son las vidrieras, además asumen la función de filtros transformadores de lo humano en lo divino, ofendiendo solución a la imagen de Dios como luz. Las vidrieras góticas son tanto un instrumento para la transformación simbólica del espacio como un soporte de contenidos iconográficos.

Por tanto la luz en la arquitectura gótica se organiza en torno a esas dos funciones y no desempeña un simple papel de pintura sobre vidrio o de filtro creador de un determinado ambiente en el espacio interior de la catedral.

Es por ello que el Cister censura las vidrieras en las iglesias de la Orden al considerarlas portadoras de imágenes no permitidas, que en su opinión desviaban el sentido de las artes del culto, y en su lugar no sólo se colocaron vidrieras con imágenes abstractas y con distinta gama de color que las anteriores, si no que empleó en ellas un cromatismo elemental basado en colores como el amarillo claro y grisalla. Es, por tanto, necesario preguntarse sobre las motivaciones a las que responden y los valores simbólicos que aportaba el sistema gótico y la luz coloreada de éste.

Pero es que la catedral gótica supone todo un sistema simbólico en torno a la luz, creando así metáforas visuales que respondan al tema de Dios como luz, que sin embargo no surge en el momento de máximo auge de las catedrales si no que se remonta a los inicios del Cristianismo. Si bien es cierto que es durante este periodo de creación de las catedrales el momento en el que se produce un mayor desarrollo de este simbolismo.

Witelo distingue entre la lux spiritualis (Dios) y la lux corporalis (manifestación o expresión de Dios), es decir lux como sustancia espiritual y lumen como sustancia material. Mediante la luz no-natural que se crea en el interior del espacio gótico se establece un sistema de metáforas visuales que simbolizan la idea de la divinidad, dando lugar a una concepción figurada del espacio.

Este simbolismo característico de la luz se prolongará durante la Edad Media hasta convertirse en el centro de reflexión sobre lo bello. Así, San Buenaventura, en De Intelligentii, afirma que la perfección de un cuerpo depende de su luminosidad y de que la luz es fuente de toda perfección:

“Perfectio omnium eorum quae sunt in ordine universo, est lux.”

Incluso se tenía la idea de que la luz atravesaba un elemento material como era la vidriera sin alterarla como teoría para explicar como la luz divina atravesaba el universo.

Pero para crear todo este sistema de idealización de la luz se necesitaba un elemento constructivo que permitiese un cambio en la geometría de los edificios sagrados.

Fue la bóveda de crucería la que hizo posible la creación de vanos de mayor tamaño, en el muro que se encuentra entre pilares, perdiendo así este muro su función constructiva y quedando como un paramento realizado en vidrio. Se pasa de esta forma, de una arquitectura de pequeñas ventanas que se empleaban como simples huecos para el paso de la luz natural, a una arquitectura de enormes vanos cuyas vidrieras de colores suponen un paramento traslúcido que cierra e ilumina la catedral gótica. Este muro traslúcido se presenta como la solución que permitió la creación de un paramento que aparentemente no se encuentra asentado en ningún apoyo. Por ello, el espacio gótico parece no responder a las normas constructivas y los arquitectos del siglo XIII entienden este espacio como una entidad que tiene “muy poco de arquitectónica”.

La luz gótica ofrece una dimensión irreal de objetos y acaba con la relación existente hasta el momento entre los espacios arquitectónicos y el medio natural. Es a través del manejo de la luz como se inicia esta separación entre lo terrenal y lo sagrado, lo natural y lo artificial… Es por ello que la luz queda relacionada con lo divino y confecciona el espacio de la catedral gótica como un ámbito idealizado que asume el valor de un micro universo celeste que queda diferenciado de la realidad.

Consiste en controlar la luz como un elemento al que se le incorporan otros elementos decorativos para crear un espacio “aislado”. El espacio arquitectónico gótico aparece desvinculado del entorno material de la cuidad y de la vida que rodea la catedral, quedando el interior desconectado lumínicamente del exterior.

Así en el edificio gótico las vidrieras de los vanos no son un mero elemento de cierre como podrían ser en los edificios románicos, si no que poseen una clara intencionalidad simbólica, por lo que difieren tanto en la forma como en la función con estos.

Además del aumento en número y tamaño de estas ventanas, se produce un cambio en la organización de éstas que configura el muro posibilitando esa iluminación de carácter simbólico, a través de la trasformación del vano cerrado por vidrieras, quedando un paramento que permite el paso de la luz y proyecta los colores en el espacio gótico considerándose entonces como un lugar totalmente idealizado y lleno de simbolismo, donde sólo hay lugar para lo divino.

Los vanos ya no son huecos por los que la luz natural se cuela para iluminar, si no que las vidrieras que los cierran crean un ambiente coloreado y que va variando de claro a oscuro, quedando el interior oscurecido y cromáticamente matizado. No se busca, por tanto, una mayor luminosidad por tener unos vanos mayores, si no un simbolismo aún más fuerte.

Los arquitectos góticos

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