Plan Anual

INTRODUCCIÓN

La Reforma Integral de la Educación Básica (RIEB) es una política pública que busca dar cumplimiento a los fines de la educación y renovar el sistema educativo nacional para hacerlo pertinente al contexto económico, político y social del siglo XXI. Su propósito es que las escuelas logren que los niños y jóvenes mexicanos alcancen los más altos estándares de aprendizaje; que contribuyan a que los estudiantes desarrollen sus capacidades para comprender, reflexionar, cuestionar y modificar su realidad; que generen un entorno de aprendizaje centrado en la condición humana y el cuidado del ambiente; que impulsen el desarrollo de competencias y una formación para toda la vida; que ayuden a establecer relaciones de cooperación y solidaridad, así como que favorezcan un ambiente estimulante para la formación en valores y el ejercicio pleno de la ciudadanía.

La RIEB consolida el proceso de transformación iniciado en 2004 con la reforma a la educación preescolar, y continuado en 2006 y 2009 con las reformas a la educación secundaria y primaria. A diferencia de las reformas que la precedieron, la RIEB renovó y articuló en un solo trayecto formativo –organizado en un único currículo– los niveles de preescolar, primaria y secundaria, como requisito fundamental para el cumplimiento del perfil de egreso y el desarrollo de competencias para la vida. En este sentido, la RIEB tiene como eje y característica distintiva la articulación curricular:

1. Establece un plan de estudios.

2. Determina un perfil de egreso.

3. Precisa cinco competencias para la vida.

4. Especifica cuatro campos de formación.

5. Delimita cuatro períodos escolares.

6. Define estándares curriculares.

7. Describe aprendizajes esperados.

8. Explicita principios pedagógicos sobre el aprendizaje, la práctica docente, el uso de materiales educativos y la evaluación.

Así, la RIEB implica asumir un compromiso con la calidad de la educación para que los alumnos logren los rasgos del perfil de egreso y desarrollen competencias para la vida a partir de aprendizajes esperados y del establecimiento de estándares curriculares.

COMPETENCIAS:

La demanda para que los sistemas educativos se transformen con el fin de promover en sus estudiantes el desarrollo de competencias para la vida no es exclusiva de nuestro país, es más bien una necesidad en el contexto social actual.

Nuestra sociedad transita de una economía centrada en la producción a una centrada en el conocimiento, y la dinámica de creación, renovación e innovación del saber científico y tecnológico, además de impactar la economía, la tecnología, la cultura y la educación, influye de manera importante en los modos de generar, difundir y acercarse al conocimiento.

En esta perspectiva, el Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI enunció cuatro pilares de la educación para lograr durante la formación educativa los niños y los adolescentes:

1. Aprendan a ser; que desarrollen su personalidad y estén en condiciones de actuar cada vez con mayor autonomía, juicio y responsabilidad.

2. Aprendan a conocer; que adquieran una amplia cultura general y aprendan a aprender para que tengan una visión más amplia del mundo que los impulse hacia el aprendizaje permanente, el manejo adecuado de la información y la transformación de la información en conocimiento.

3. Aprendan a hacer; que adquieran las competencias que les permitan enfrentar diversas situaciones y proponer soluciones a partir de sus conocimientos.

4. Aprendan a vivir juntos; que partan de la comprensión del otro y descubran las formas de interdependencia entre las personas, que planeen y realicen proyectos comunes y aprendan a enfrentar y a resolver conflictos en colaboración con otros.

Las competencias implican un saber hacer (habilidades) con saber (conocimientos), así como la valoración de las consecuencias del impacto de ese hacer (valores y actitudes). Todo lo anterior en un contexto y una situación determinados. Así, una competencia se manifiesta en una acción integrada hacia la consecución de objetivos concretos en un contexto dado.

La RIEB determina que en los tres niveles de educación básica deben desarrollarse las siguientes competencias para la vida:

1. Competencias para el aprendizaje permanente. Implica que los alumnos desarrollen habilidades para aprender a aprender, para integrarse a la cultura escrita y para comunicarse en más de una lengua, así como habilidades lectoras y habilidades digitales.

2. Competencias par el manejo de la información. Conlleva a que los estudiantes aprendan a identificar lo que necesitan saber; a buscar, identificar, evaluar, seleccionar, organizar y sistematizar información; a apropiarse de la información de manera crítica, y a utilizar y compartir información con un sentido ético.

3. Competencias para el manejo de situaciones. Significa que los niños y adolescentes enfrenten el riesgo y la incertidumbre; planteen y lleven a buen término procedimientos; administren su tiempo; manejen y afronten los cambios que se presenten; tomen decisiones y asuman sus consecuencias; manejen el fracaso, la frustración y la desilusión, y actúen con autonomía en el diseño y desarrollo de proyectos de vida.

4. Competencias para la convivencia. Incluye que los alumnos

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