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Polìticas Sociales


Enviado por   •  8 de Abril de 2013  •  1.529 Palabras (7 Páginas)  •  311 Visitas

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Transformar las políticas sociales

Los gobiernos pasan y se sigue actuando como si la política social fuera la cara pública que mira a la pobreza y atiende a los reclamos audibles de los pobres, mientras la política económica es la otra cara, la que mira a la riqueza y negocia con los ricos en silencio. Otra concepción indica que la política social y la económica deben converger en una política socioeconómica participativa, que construya una sociedad vivible y deseable. Hoy ni los pobres ni los ricos son llamados a participar ni dicen todo lo que pueden decir en la esfera pública. Unos por silenciados y chantajeados con la amenaza de situaciones aun peores, otros porque los medios hablan (o callan) por ellos y porque sus intereses son inconfesables.

No podemos seguir atribuyendo todo los males a la dictadura y al menem-cavallismo. En su conjunto, coherentemente, la política pública (con vacas flacas o gordas) ha seguido generando una sociedad de ricos exitosos cada vez más ricos y de masas estigmatizadas de pobres y excluidos, y los sostiene juntos pero cada vez menos mezclados. La desigualdad aumenta y la pobreza estructural se reproduce y profundiza por la misma inercia de la destitución intergeneracional y la baja calidad de los bienes públicos de acceso universal.

Aunque su nombre podría inspirar otras ideas, la política social no está siendo una política que construye sociedad, sino una que hace que esta misma sociedad fatalmente desigual e injusta aguante con remiendos las tensiones de la fragmentación y las amenazas a la gobernabilidad por la latente rebelión de las mayorías sin esperanza. Su eficiencia consiste en lograrlo con el menor costo posible, otra muestra de la penetración de la lógica economicista en la política social. La política se está convirtiendo en el arte de calcular cuánto podrán aguantar los pobres y excluidos para operar en esa cornisa de gobernabilidad (claro que, cuando toca ser oposición y sólo se produce discurso, suena distinto). En todo caso, tanto para el poder político como para el poder económico, la amenaza creíble del hambre es una condición de su reproducción (¡cómo explicar, si no, la complicidad con el clientelismo o la protesta de los empresarios porque el Plan

Jefas y Jefes los dejaba sin trabajadores!). No puede entenderse la creciente pobreza de las mayorías sin el creciente enriquecimiento de los menos. No hay otra explicación de por qué hay hambre y pobreza masiva en la Argentina, cuando podría resolverse sin un costo fenomenal medido en ingreso.

Los equilibrios políticos se han venido asociando a los equilibrios macroeconómicos y la acumulación de reservas para cuidarlos (la utilidad e inteligencia de la Caja es innegable). Los valiosos análisis del grupo económico de Carta Abierta o del Plan Fénix son progresistas, luchan contra el neoliberalismo. Pero comparten un supuesto que habría que debatir: se basan en la creencia de que el sistema de mercado capitalista, regulado desde el Estado, proveerá una sociedad justa. Nada hace plausible esa hipótesis si no se construyen las condiciones políticas que requiere. En una economía global de mercado, lo que el Estado nacional periférico puede hacer manipulando parámetros es limitado. Incluso la acción simultánea de varios Estados centrales no pudo parar una movida especulativa del capital financiero y de hecho las probabilidades de avanzar realmente en Unasur están fuertemente limitadas por el inmediatismo político de los partidos gobernantes. Las recientes acciones de los Estados del centro tampoco implican un regreso a los años dorados, sino una vuelta más del torniquete que el capital le pone a la sociedad. Salvar al capital y sus instituciones aparece como la condición para “salvar” apenas a los integrados al sistema de mercado.

La teoría del derrame que todo esto supone (lo que es bueno para el capital revierte por goteo en los trabajadores) fue descalificada oportunamente por el mismísimo Robert Mac Namara cuando se hizo cargo del Banco Mundial. No sólo no funciona sino que lo opuesto es verdad, decía: el desarrollo económico se genera de abajo hacia arriba. Pero plantear una opción entre “de abajo arriba” o “de arriba hacia abajo” es solo invertir una flechita abstracta cuando la estructura de poder permanece intocada. La economía es una actividad que produce y reproduce sujetos sociales y políticos que combinan de diversas maneras el arriba y el abajo, cosmovisiones, derechos y responsabilidades, valores morales. No genera los mismos sujetos sociales la inútil y tan festejada actividad de cavar y tapar pozos que arar y sembrar la tierra, ni limpiar hasta el cansancio las calles de la ciudad como trabajo comunitario que asumir una empresa recuperada. Ni la exportación a paladas de nuestras montañas, tierras y equilibrios ecológicos que su transformación racional por una industria integrada para el mercado interno. No es lo mismo hacer obras de infraestructura que faciliten el transporte

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