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Porfiriato


Enviado por   •  27 de Junio de 2011  •  2.019 Palabras (9 Páginas)  •  2.211 Visitas

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Capítulo 5. La consolidación del poder: Liberalismo patriarcal, 1884-1911.

En este capítulo el autor nos da una referencia de cómo Porfirio Díaz consolida su régimen a través de técnicas que generan su longeva estancia en la presidencia.

La primera reelección de Díaz a la presidencia en 1884 no tuvo competencia como se anticipó, por lo que es claro la doble consolidación y transformación del régimen, lo que hizo la consolidación cada vez mas indiscutible.

El proceso de consolidación estaba legitimado mediante dos enmiendas a la Constitución de 1857. La primera, de 1887, permitía la reelección consecutiva; la segunda de 1890, eliminaba todas las restricciones para la futura reelección y permitió la tercera reelección de Díaz en 1892 además de dar soporte legal por tanto a las siguientes reelecciones. Pero aunque el liberalismo constitucional seguía proporcionando un marco legal, en la práctica su contenido había sido ignorado progresivamente. A lo que José Valadés hizo notar, “se carecía cada vez más de una doctrina coherente que no fuera la subordinación a la voluntad del patriarca”.

El requisito para la ambigüedad del patriarca que podía ser desde liberal hasta conservador; era que cada facción sin importar la ideología debía estar preparada para reconocer y someterse a la autoridad del presidente.

En consecuencia, la autoridad de don Porfirio se hizo cada vez más incuestionable y 2necesaria”. Se volvió el custodio y árbitro de las reglas de conducta de la vida política mexicana; no solo la afirmación de autoridad personal sobre las instituciones que regían la conducta de la política, sino también sobre las instituciones; el ejército, la iglesia y la prensa. El culto de personalidad al mandatario fue parte integral de este acrecentamiento gradual de poder.

Es notable el logro del régimen al mantener la autoridad central y ala controlar y disolver las divisiones internas. Es importante reiterar el grado de estabilidad política que logró el régimen de Díaz entre 1884 y 1906, no tuvo paralelos dentro de la historia del México independiente.

La práctica política posterior a 1884.

Hay dos temas centrales en la conducción de la política posterior a 1884. El primero es la gradual modificación del manejo de la política de camarillas, al hacer pelear entre camarillas y asegurarse que así se reconociera la autoridad del presidente en su función de árbitro. El segundo tema es la subordinación progresiva de todos los actores políticos ante la autoridad patriarcal del caudillo; un autoritarismo disimulado del constitucionalismo liberal. Aunque mejor dicho un liberalismo patriarcal.

Esta forma de liberalismo fue un proceso de consolidación política en México después de 1884, condujo a lo que Cosío Villegas describe como la “petrificación” de la política, la preferencia por la administración de la política en lugar de una práctica abierta o democrática del debate político y de la competencia electoral.

La política de camarillas, que había sido frecuentemente desplegada en las luchas entre juristas, lerdistas y porfiristas durante la república restaurada, desempeño un papel vital para el desarrollo de las lealtades políticas que contribuyeron a la obtención del cargo presidencial en 1876. En consecuencia, durante su primera administración Díaz nombró para el gabinete, para el gobierno de los estados y para la función vital de los comandantes militares regionales que estaban ligados a el por compadrazgo, de masonería y de una experiencia militar o política compartida. Muy por el contrario de lo anterior, los nombramientos posteriores a su reelección en 1884 mostro una marcada preferencia por la representación de facciones diferentes. Estos nombramientos representaban el espirito de reconciliación del régimen de Díaz posterior a 1884, estos también deben entenderse como parte de una estrategia creciente para obtener un mayor control sobre el manejo de camarillas.

El objetivo principal de Díaz era establecerse como mediador entre las facciones o camarillas rivales. Para garantizar que la estrategia tuviera éxito, el patronazgo se extendió para controlar, o por lo menos, supervisar el proceso de nombramientos políticos para los puestos electos y no electos en todos los niveles, y así manejar tanto el corazón del proceso político como la trayectoria de las carrearas individuales. Los pilares centrales de la estrategia fueron, primero, la racionalización de la manipulación electoral y, segundo, la eliminación de las restricciones para la reelección, no solo del presidente, sino de todos los puestos electos y no electos.

Elecciones y reelecciones.

En el caso de la elección de los diputados para el Congreso nacional, cuando el periodo de elección se acercaba, Díaz previa consulta con Romero Rubio o posteriormente con Limantour, negociaba con el gobernador los nombres de los candidatos que debían ser “electos” como diputados para representar al estado en el Congreso nacional. Otra de las tácticas preferidas de Díaz era hacer uso de sus socios cercanos provenientes de su estado natal Oaxaca, como personas designadas de confianza que se encargarían de mantener su lealtad.

Después de la enmienda constitucional de 1892, una cantidad significativa y siempre creciente de gobernadores ocupo sus puestos de manera más o menos permanentemente hasta que fueron removidos del cargo o ya por su propia muerte, ya por el impacto del movimiento anti-reeleccionista de 1909 o ya por la revolución de 1910.

Como resultado hubo una tendencia notable a presentar una mayor atención a lo que hoy se conocen como estrategias de movilización política modernas, habían sido características de la política electoral en México posterior a la independencia. Después de 1890, el régimen dio a esas prácticas un nuevo impulso y una mejor organización.

Organización de reuniones públicas, convenciones nacionales donde se redactarían manifiestos y planes de acción, apoyo a candidatos de parte de intereses comerciales privados, propaganda electoral e incluso un censo para poder medir la opinión pública.

Díaz y los Gobernadores.

En su elección de los candidatos el mandatario debía actuar con extrema sensibilidad para juzgar la configuración particular de las circunstancias locales. Dadas la debilidad del estado central, las tradiciones de la autonomía federal y la base de poder variable de las facciones locales, la circunspección, la información exacta y el buen juicio eran vitales para evitar

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