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Ciencia y Tecnología

La historia de la ciencia se podría decir, que comenzó, debido al desarrollo de técnicas para el tratamiento de la piedra, con las que aparecieron múltiples herramientas. Pero la aparición de estas técnicas no fue gracias al conocimiento del hombre, si no que fueron las técnicas y las experiencias vividas las que condicionaron la aparición de esos conocimientos y por consiguiente, el desarrollo mental.

La ciencia explica la realidad mediante leyes, éstas son las relaciones constantes y necesarias entre los hechos. Son proposiciones universales que establecen en que condiciones sucede determinado hecho, por medio de ellas se comprenden hechos particulares. También permiten adelantarse a los sucesos, predecirlos. Las explicaciones de los hechos son racionales, obtenidas por medio de la observación y la experimentación.

Una definición más concreta se puede decir: la ciencia busca explicar la realidad mediante leyes, las cuales posibilitan además predicciones y aplicaciones prácticas a través de la tecnología. De allí que la perspectiva Ciencia, Tecnología y Sociedad se enfrentan a la visión tradicional o concepción heredada de la ciencia, por lo que la actividad científica tiene como fin el descubrimiento de nuevos conocimientos sobre la realidad, con lo que sería objetiva y neutral. Para esta concepción, la historia de la ciencia consistiría en la acumulación constante de saberes de forma independiente de otros factores del entorno. Por último, desde esos planteamientos la tecnología no sería más que la aplicación a la práctica de los conocimientos producidos por la ciencia. Por el contrario la perspectiva Ciencia, Tecnología y Sociedad defiende otra consideración de las relaciones entre ciencia y sociedad que podría ser resumida en las tres premisas y la conclusión del llamado silogismo Ciencia, Tecnología y Sociedad. La primera premisa afirma que la actividad tecnocientífica es también un proceso social como otros; la segunda pone de manifiesto los efectos para la sociedad y la naturaleza de la actividad tecnocientífica; la tercera premisa supone la aceptación de la democracia, y de ellas se deriva una conclusión final: es necesario promover la evaluación y el control social de la actividad tecnocientífica.

La ciencia y la tecnología se han convertido en recursos estratégicos políticos y económicos tanto para los Estados como para las industrias. Pero aunque los ciudadanos son conscientes de las ventajas que a su bienestar puede aportar el desarrollo tecnocientífico. El mundo vive bajo un panorama incierto, el avance de la ciencia se muestra como un magma avasallador, imponiéndose en todos los campos del saber social; las innovaciones, la tecnología y el basto campo de los saberes rompen fronteras; la educación no puede quedarse como un simple espectador, debe orientar y fijar su mirada en esas

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