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Reflexion Sobre Etica Docente


Enviado por   •  7 de Noviembre de 2013  •  3.749 Palabras (15 Páginas)  •  556 Visitas

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Si pensamos que la educación es "el proceso mediante el cual los que ya están en el mundo les transmiten a los recién llegados los medios que les permitirán orientarse en este mundo"(1), debemos estudiar, primero, en qué mundo vivimos y cuáles son sus características porque en él se hace efectivo y con él debe armonizar críticamente el proceso educativo.

Por esta razón, en primer lugar, queremos recordar que el siglo XX - XXI se ha caracterizado no sólo por los cambios sino por la velocidad de los mismos. Nuestro país, Argentina, no ha sido ajeno a esa dinámica y por ello se ve inmerso en procesos complejos y transformaciones sociales, culturales, políticas y económicas. En cierto sentido, estos cambios son responsables y, al mismo tiempo, consecuencias de lo que podríamos llamar "la cuestión educativa". Esto es, la educación convertida en objeto de discusión, revisión y crítica constante; la educación como problema social central. En segundo lugar, trataremos de delinear los rasgos que pensamos deberán caracterizar a la educación que proponemos como desafío para el siglo XXI.

Ahora bien, de la diversidad de procesos que caracterizan y hacen tan complejo “nuestro mundo” nos interesa destacar la democratización, la globalización y, aunque parezca contradictorio, la desigualdad.

Pensemos por ejemplo en la Argentina democrática. ¿Qué se espera de un ciudadano que vive en un sistema democrático? Si la participación es inherente a la democracia, simplemente se desea que los ciudadanos participen libremente. Pero, para que esta participación sea efectiva, el hombre -sujeto y fin de la democracia- necesita una buena educación. En efecto, entendemos como participación “al conjunto de actividades mediante las cuales los individuos se hacen presentes y ejercen influencia en ese elemento común que conforma el ámbito público”(2)

Si el espacio de lo público es el ámbito de lo que nos es común, y el mismo resulta de la construcción de sus ciudadanos, es muy significativo el valor que toma la participación de un ciudadano en la sociedad. “El valor de la participación se asienta en tres cuestiones fundamentales. En primer lugar, se apoya en una concepción de la sociedad como una construcción de hombres libres, con derecho a intervenir en los procesos en los cuales se toman las decisiones que de un modo u otro afectan su vida. (...) En segundo lugar, destaca la necesidad de contar con el compromiso de los actores para poder llevar adelante cualquier programa o proyecto institucional (...) En tercer lugar, resalta la necesaria contribución a la construcción de un régimen democrático.”(3)

En un sistema que atribuye una significación fundamental a la participación, y que espera que la participación sea posible para todos, se exige un ciudadano educado y esto supone que la educación también sea para todos. "(...) El principal aporte de los sistemas educativos a la gobernabilidad democrática está vinculado a su capacidad de brindar sin exclusiones las competencias necesarias para el ejercicio de una ciudadanía integral. Ello implica la elaboración de políticas educativas tendientes a dotar a los futuros ciudadanos de las condiciones requeridas para pugnar por una participación plena tanto en el mundo de la política como en el del trabajo y los derechos sociales."(4) Es decir, el papel que desempeña el sistema educativo en un gobierno democrático como el de nuestro país es sumamente importante y cumple un papel esencial en la formación del ciudadano de la Argentina actual y la del futuro.

Otra de las características que decidimos destacar es la del contexto globalizado. La globalización ha provocado cambios sociales, económicos, culturales, comunicacionales y educativos. Como preocupación frente a estos cambios, cuya importancia no discutimos, es que, en general, se han visto signados por la prioridad de lo económico frente a lo político y por supuesto, como consecuencia, también frente a lo educativo. Las consecuencias que ha generado este proceso de desplazamiento de lo político a favor de lo económico han resultado, en su mayoría, negativas, y además, muy difíciles de manejar, sobre todo en los países más débiles. La educación y la escuela en particular deben responder en el siglo XXI a este desafío. Para ello, creemos que la primera condición es asumir la realidad y desde allí recrear la política educativa.

En relación a la desigualdad, recordamos que la Argentina del siglo XXI está sumergida en un proceso de desigualdad importante y cuya consecuencia es el alto índice de pobreza, marginalidad e indigencia. Esta tendencia -creemos- no es ajena a los cambios ya mencionados. En la Argentina, donde parecía natural que la educación fuera un factor de movilidad social ascendente, no sólo ha dejado de serlo sino que, además, se ha constituido en uno de los campos en los que más se nota la brecha ya que se ve atravesado por abismales desigualdades: entre provincias ricas y provincias pobres, escuelas públicas mejor dotadas y escuelas carenciadas, escuelas privadas más modernas y avanzadas y establecimientos privados quedados en el tiempo, zonas de las provincias en donde una parte de la población es rica y la otra, pobre. Así, los contenidos de la educación, el trato que se recibe, la infraestructura y los materiales que se utilizan, todo es diferente entre los dos tipos de escuelas existentes. Sin duda, se trata de diferencias que no enriquecen sino que empobrecen, que no permiten crecer a cada hombre como persona en su dimensión individual y social. Son las diferencias que generan y profundizan la discriminación, la desigualdad, la marginalidad, situaciones todas que, como sabemos, se reproducen en el círculo vicioso de la pobreza y la marginalidad. Estos rasgos de nuestra escuela hoy nos parecen incompatibles con nuestra propuesta para el siglo XXI.

Sin embargo, para evitar una mirada reductora y con el fin de entender un poco más las características de nuestro ámbito, diremos que las mismas no son siempre desfavorables, sino que todo depende de la perspectiva desde la que las analicemos. Si observáramos la evolución de las ciencias y las tecnologías, no podríamos negar su desarrollo vertiginoso y sus múltiples consecuencias tanto favorables como desfavorables. Esto puede ser estudiado desde las posibilidades de la comunicación, la salud, el medio ambiente, lo urbano o lo rural. Todo depende de la perspectiva de análisis.

Frente a estas condiciones, que son las que caracterizan a nuestro mundo, tan cambiantes, tan diversas, a veces contrapuestas, proponemos subrayar

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