Relato Sobre Experiencias Dcentes En El Campo Afectivo Y Sentimientos

Es dándome por completo a la vida y no a la muerte -lo que ciertamente no significa, por un lado, negar la muerte, ni por el otro mitificar la vida- como me entrego, libremente, a la alegría de vivir. Y es mi entrega a la alegría de vivir, sin esconder la existencia de razones para la tristeza en esta vida, lo que me prepara para estimular y luchar por la alegría en la escuela"

Paulo Freire

Los sentimientos sí tienen lugar en los aprendizajes y en la educación. Al menos eso es lo que he pensado a lo largo de mi labor docente. Porque los sentimientos son una dimensión fundamental de nuestro ser humano, están siempre presentes en nuestra vida e interacciones cotidianas, aunque a veces nos pasen desapercibidos.

Dirán algunos que consideran que los sentimientos han de dejarse de lado para que no estorben. O dicho de otro modo, para pensar bien, hay que hacer a un lado los sentimientos. Y como en la educación se trata de pensar bien, entonces más vale mantener afuera los sentimientos.

Y me pregunto entonces ¿hay lugar o no para los sentimientos en los procesos de aprendizaje significativo, en la educación?

A lo largo de mis 20 años de servicio he observado que los jóvenes muestran diferentes características emocionales de acuerdo al medio social y familiar en que se desenvuelven y estas características son de vital importancia para el buen desarrollo académico de mis alumnos.

Por lo tanto debemos considerar en el proceso educativo, a aprender a comprender y a valorar lo que nuestros afectos nos dicen de nuestra relación vital con cada una de las situaciones en las que nos encontramos, aaprendercómovivir y expresar sanamente los sentimientos en nuestras interacciones cotidianas con los demás y finalmente, pero no menos importante, a reconocer la presencia y la influencia de los sentimientos en lo que aprendemos y en cómo lo aprendemos.

En lo personal, al término de una jornada de trabajo, siempre me pongo a realizar un balance de lo que hice en clase considerando: cómo se sintieron mis estudiantes en el aula; cómo se sintieron en el grupo y con respecto a los contenidos que les propongoaprender. Y una vez hecha la reflexión, encuentro indicios valiosos que me ayudan a comprender el entusiasmo y el comportamiento productivo de mis alumnos, o bien su apatía, desinterés y falta de rendimiento. Darme cuenta de los estados afectivos de mis alumnos, ayuda a comprender aspectos importantes de la dinámica grupal y personal respecto al trabajo de aprender y, por lo mismo, sirve para orientarme en la toma de decisiones respecto a qué hacer y cómo promover los aprendizajes significativos. Sin embargo, cuando pienso que los alumnos están mal por sentir lo que sienten, entonces es más probable que equivoque el rumbo con mis acciones ya que, en lugar de comprender e integrar los afectos al proceso de aprendizaje, probablemente trate de hacerlos a un lado o de ignorarlos. Creo que es relativamente fácil asumir algunos de los mitos sociales existentes en relación con los sentimientos y acabar juzgándolos o tratando de excluirlos.

Los sentimientos entonces no son sólo aspectos motivacionales; son aspectos del proceso mismo del conocer personal. Por lo mismo, la cualidad de los aprendizajes dependerá

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