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Resumen Del Libro Que Es La Justicia?


Enviado por   •  31 de Octubre de 2013  •  2.845 Palabras (12 Páginas)  •  488 Visitas

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EL MEXICANO, LA PSICOLOGIA DE SUS MOTIVACIONES.

Desde hace tiempo, con muy diferentes criterios, con diversos enfoques y desde ángulos variados, el mexicano y su manera de ser se han transformado en una preocupación substancial del propio mexicano.

Sin embargo llama la atención que, salvo excepciones, los psicólogos, psiquiatras y psicoanalistas han contribuido con muy escasas observaciones a la comprensión del tema. Desde el punto de vista psicoanalítico, consideramos al ser humano como una entidad biológica que entra en contacto con un ambiente ante el cual su biología habrá de modelarse, expresarse, frustrarse o desarrollarse, de acuerdo con las condiciones que esa biología encuentra en el ambiente que la rodea. Somos similares en tanto nuestra biología es parecida, y diferentes en tanto las condiciones ambientales hacen diferir nuestro destino del de nuestros congéneres.

En otras palabras, cuando nos referimos a una de las características de la necesidad, su origen, podemos afirmar que la biología y la psicología convergen en un punto común. Sin querer hemos señalado ya una de las características de la necesidad: su origen. Muy lejos de nosotros pretender definir “la necesidad básica”; con un criterio menos espinoso y más modesto nos referirnos a sus características para poder individualizarla. Otra de las características de la necesidad es su fuerza. Aunque no existe un sistema de medición preciso para valorar su fuerza sí contamos con elementos laterales que nos permiten juzgar su mayor o menor intensidad.

Una tercera característica o propiedad de la necesidad es su finalidad. Toda necesidad tiene un fin. El aparato psíquico se rige por la ley del displacer‐placer; podemos expresar que el incremento de la representación de una necesidad en el aparato psíquico es displacentera. La tendencia natural, cuando este incremento tiene lugar, es la descarga a través de una acción que específicamente satisfaga la necesidad.

La última, pero no por ello la menos importante de las características de la necesidad, es el objeto. Designamos como objeto de la necesidad a la persona o personas a las cuales se encuentra ligada ésta, en su satisfacción directa e inmediata. Así, el objeto de las necesidades tanto nutritivas, como de afecto, calor y ternura del lactante se encuentran centradas en la madre. El objeto susceptible de satisfacer las necesidades de identificación masculina en el niño varón será el padre.

Para el público y para el intelectual en general, la evolución del pensamiento psiquiátrico es un tema ajeno y en ocasiones confuso; hasta él solamente han llegado los debates y polémicas, que en general solamente tienden a confundirle más y a establecer juicios erróneos y prematuros.

El psicoanálisis, como cuerpo de doctrina, involucra por lo menos tres campos de fuerza de igual envergadura que manejan y operan con factores distintos. Por una parte, es una doctrina que ha venido a incrementar los conocimientos que tan lenta y penosamente había desarrollado la psiquiatría; por otro, un sistema que con base en sus postulados teóricos, empíricamente adquiridos, actúa como técnica o procedimiento terapéutico con indicaciones bastante precisas y con normas confrontadas una y otra vez en la corroboración clínica experimental; por último, es un sistema que trata de aprehender conocimientos aislados y hechos aparentemente carentes de conexión, trascendiéndolos en un esquema de pensamiento que hace comprensible al hombre y a sus variadas y múltiples manifestaciones.

Existe un psiquismo inconsciente. Antes del advenimiento del psicoanálisis, la psicología operaba fundamentalmente con entidades llamadas conscientes. Es más, se identificaba plenamente al psiquismo con la conciencia. Con una gran cantidad de antecedentes derivados de la clínica y de los precursores freudianos en la patología de las enfermedades mentales, Janet, Charcot, etcétera, postulan la existencia de contenidos inconscientes capaces de actuar y operar en la conducta del ser humano y en sus múltiples manifestaciones. Es decir, no solamente existen partes de nuestro psiquismo inconscientes sino que además son operantes, presentes y dinámicas, en tanto son susceptibles de determinar manifestaciones patológicas o de conducta.

El ser humano no es una entidad independiente en el tiempo, sino anclada al pasado y determinada por él. La forma en que el pasado actúa y determina el presente del ser humano depende de una serie de características de dicho pasado, cuyo objeto es estudio del psicoanálisis. Es también objeto de su estudio la forma en la que el psiquismo del sujeto afronta el pasado: rebelándose a él, sometiéndose al mismo, tratando de repararlo y modificarlo en los seres que dependen de él o por el contrario, reivindicando en su relación activa con los demás aquello que en su posición pasiva le fue negado por los objetos que entraron en contacto con sus necesidades.

Esta forma específica de manejar las necesidades instintivas del niño trae consigo el que éste incorpore en su interior la fórmula de la madre, y que sometiéndose a ella la repita una y otra vez, en forma estereotipada.

Al principio, el niño supo que siguiendo las normas de su madre lograba su afecto, supo que recibía amor y atención cuando su conducta era eco de la de ella; la necesidad de recibir amor, de no sentirse abandonado emocionalmente, es mayor que la frustración implícita en la sobrecarga de determinadas necesidades y el raquitismo en la satisfacción de otro grupo de ellas. Más tarde, cuando el niño deja de serlo para transformarse en hombre, la madre se ha convertido de una figura exterior a otra, internalizada.

Muy frecuentemente el hombre no recuerda el matiz específico de las primitivas relaciones con sus objetos fundamentales, sin embargo podemos deducir, a través de su repetir, la naturaleza de esta relación. Un hombre estrictamente apegado al deber, particularmente severo con quienes le rodean, juez implacable de su conducta y de la de los demás, no puede recordar si las relaciones con su familia, padre o madre, estuvieron precedidas de igual signo; sin embargo su conducta es el resultado de una repetición o, por el contrario, de una reacción frente a las exigencias del ambiente primitivo.

El mexicano en las últimas décadas ha tomado contacto, en condición de mayoría de edad, con otras culturas; ha tenido que establecer comparaciones y contrastes, ha tenido que experimentar la sensación de “su ser diferente” frente a otras culturas. Otro procedimiento es acoplar nuestro distingo con todo lo que de positivo y negativo implica; aceptarlo es, en cierto sentido, sentirlo como propio, intimar con él y dominarlo al través de su estudio y elaboración.

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