SOBRE LA ASOCIACION DE PROFESIONISTAS JUCHITECOS DE LA CONSTRUCCION. A.C.

I.

HACE ALGUNOS AÑOS YA, alrededor del segundo semestre de 1985, un grupo de ingenieros civiles y arquitectos, fundamentalmente, -trabajadores entonces de Pemex, además de algunos contratistas de obras en la misma empresa- coincidieron que, ante la necesidad que obviaba el estado de rezago que presentaban las mejoras materiales del entonces no bien categorizado centro de población Juchitán, debían agruparse en un organismo que contribuyera, con una capacidad de gestión por apuntalar, al servicio comunitario y que incidiera esencialmente en el mejoramiento de la imagen urbana de la ciudad.

Esta importante decisión destacaba por el hecho mismo de la constitución de ese organismo civil, a manera de expresión autónoma que actuaría en interlocución con las entidades públicas fundamentalmente. De manera particular fue notable la posibilidad de que esa agrupación tuviese la cualidad de constituirse por profesionistas, lo cual, es verdad, no fue un caso único; se registraban experiencias ya en ese sentido. Bien habría de referir nuestro caso a las circunstancias en que personalidades ahí adscritas se empeñaron en desarrollar una labor comunitaria paralelamente a sus actividades profesionales propias. Además, esta labor bien habría de referirla también a que, en ese entonces, actividades semejantes y agrupaciones semejantes desarrollaban sus esfuerzos en sentido también semejantes, solo dentro del sistema corporativo de partido revolucionario institucional, eso sí, siempre que los organismos civiles actuaran en correspondencia a las reglas de la participación política en este instituto. Era el estilo de una época; era quizá la única modalidad en esa época. Es verdad que el caso de Asociación de Profesionistas Juchitecos de la Construcción, no sucedió así; no fue sola ella la excepción de una condición de existencia social que predominaba entonces, pero hay evidencia de que se mantuvo a su margen. En la medida que ejerció sus funciones -eso sí- fue consolidando dicha posición en el contexto de la vida ciudadana de Juchitán, porque así se apreció y le fue dado el reconocimiento por la labor profesional que dominó en sus esfuerzos y sus logros.

II

Hay un hecho decisivo que le da particularidad a la conformación de este órgano civil: es el ingreso de las primeras generaciones de ingenieros del Instituto Tecnológico del Istmo al ejercicio de su profesión en el mercado laboral regional; luego, las relaciones que en este orden se dieron necesariamente entre éstos y los profesionistas de sus mismas especialidades, residentes en Juchitán y egresados de otras instituciones foráneas, mayoritariamente los del Instituto Politécnico Nacional. No deja de ser notable la aceptación de ese compromiso social que tuvieron y privilegiaron, era un momento en el que la posición laboral en plenitud retribuía a estos profesionistas con un desarrollo personal cómodo y suficiente.

Pareciera un giro inusitado, sin embargo, parecía no tener una peculiaridad mayor porque desatacó de esta decisión la oportunidad para reasumir una tradición de activismo y de incidencia social que los profesionistas juchitecos – entonces residentes foráneos- practicaban ya para entonces. Una tradición de arraigo a su comunidad de personalidades proactivas entorno a las desavenencias por las que esta pasaba.

Lo que destacó particularmente del activismo que prometía la Asociación de Profesionistas Juchitecos de la Construcción fue anteponer el carácter profesional y técnico con que establecieron y fundaron sus objetivos, de modo que así atinaron en permanecer apartados del aspecto “político” que tiende a dominar casi todas las experiencias de esta naturaleza. Aún así, -debe decirse-, el desempeño no quedó eximido de la suspicacia ni del disgusto de todos los detractores gratuitos, que vieron ahí una militancia política donde un mero gesto de declaración cívica se expresaba. Ese es el modo recurrente y desafortunado para desacreditar el talante de estas sociedades ciudadanas. No se reconoce en el origen de ellas la pluralidad de expresiones en la sociedad y que dan razón de ser a sus búsquedas y a sus propias definiciones. Se pretendía la construcción de una sociedad democrática, evolucionada, no aquella en la que conviva solo la insignificancia civil, ésa misma, que han mostrado en el estrecho lapso de la historia reciente de Juchitán las excrecencias del compromiso político de los grupos y partidos realmente existentes, como única constancia de una redención social supuesta.

La Asociación atendió primeramente a la rehabilitación del puente peatonal a Cheguigo, y con ello iniciaron las acciones con que aseguraron su capacidad de gestión ante las instancias gubernamentales y ante instancias privadas. Sin embargo el impulso por las acciones que emprendieron fue cercado necesariamente ante la complejidad de los problemas de la ciudad en consolidación y ante la disposición escasa de los recursos financieros, justo al término de una etapa significativa del desarrollo petrolero en la región, fundamentalmente por la conclusión de los trabajos de instalación de la refinería en Salina Cruz.

Y sin embargo también, la participación de la Asociación adquirió en los momentos de la conformación urbana que vino después un matiz distinto. A partir de señalamientos específicos que se hicieron con respecto al desenvolvimiento de la

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