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Sobre Política


Enviado por   •  26 de Mayo de 2014  •  1.017 Palabras (5 Páginas)  •  176 Visitas

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En el tal México, abominable albañal centroamericano en lo social y etnolingüístico, se sufría y se sufre, como en toda Latinoamérica, de un acentuado etnofobismo o autodesprecio. Aunque el mexicano promedio quiera ocultarlo detrás de sus vivas al país con soez ‘mero macha’ al final de la expresión, entre uno y otro mexicano habrá siempre un señalamiento peyorativo con el dedo cuando se trate de ofender por la causa que fuera: el pobre, el indio, el montaraz, el ‘mojado’, el donnadie, es el ser más despreciado de ese país horrible, como si pobres, indios, montaraces, mojados y donnadies hubiera pocos. Prueba de ello son las tradicionales telenovelas basura de las que está llena nuestra TV de importación, donde se nota con facilidad que la clase media allá sencillamente no existe, o se es ultra pobre, súper piojoso, feo e ignorante, o se es ultra rico, ultra bello y… bueno, igual ultra ignorante, pero de ‘alta sociedad’.

Debe ser por ello que cuando don Gómez Bolaños hacía a Chaparrón Bonaparte y en uno de sus clásicos juegos de palabras llamaba ‘licenciado’ a su compañero eterno, Lucas Tañeda, a éste le efervecía en la mirada como preso de un brutal sentimiento de esquizofrénico orgullo…

El ‘licenciado’ en ese país es el abogado, por extensión el profesional en algún arte u oficio, y por patología cultural: el que ya no es ni donnadie ni pobre ni indio ni nada de eso tan horrible que se imputan unos a otros.

Don Vargas Llosa cuenta que en el Perú no ha dejado de ser igual. Allá para ponerte un pie en la cara, el que tiene qué comer, ha ido a la nocturna, se tituló de cualquier cosa o por lo menos no roba en el micro, te dice cholo, para humillarte, para sentirse más arriba en el escalafón social, para creerse menos poca cosa, menos peruano, menos latinoamericano.

No es distinto para nosotros, no mucho.

Acá, que somos tan sofisticados, no le ponemos mucho el pie en la cara al otro, simplemente nos paramos en el escalón inmediatamente más alto. La fórmula: vestirse de sastre, terminar el pensum, asistir a las clases, pagar la matrícula, los derechos de grado, o simplemente acumular plata en cualquier tipo de negocio.

No sólo se vuelve profesional* sino que además se eleva automáticamente al cielo de los doctos, de los conocedores, de los peritos en múltiples artes y oficios, al edén de los polímatas, el olimpo de los eruditos, el Valhala de los sabios, y merece de parte de todos los de abajo, los de al lado y algunos de los de arriba, el gentil apelativo de Doctor.

Doctor, ra. (Del lat. doctor, -ōris).

1. m. y f. Persona que ha recibido el último y preeminente grado académico que confiere una universidad u otro establecimiento autorizado para ello.

2. m. y f. Persona que enseña una ciencia o arte.

3. m. y f. Título que da la Iglesia con particularidad a algunos santos que con mayor profundidad de doctrina defendieron la religión o enseñaron lo perteneciente a ella.

4. m. y f. coloq. Médico, aunque no tenga el grado académico de doctor.

5. f. coloq. p. us. Mujer del doctor.

6. f. coloq. p. us. Mujer del médico.

7. f. coloq. p. us. Mujer que blasona de sabia y entendida.

(Qué brutalmente misógino este diccionario españolete)

Apelativo que, como se habrá entendido, no es más que epítome parroquiana de ese lameculismo

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