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Teoria De Los Sentimientos Morales


Enviado por   •  31 de Julio de 2014  •  6.688 Palabras (27 Páginas)  •  364 Visitas

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El programa de Adam Smith incluía una teología natural, ética y, finalmente, política y economía. Empezó a publicar sobre ética y en la última página de La teoría de los sentimientos morales anunció trabajos futuros sobre derecho, política y economía. Treinta años después, en la advertencia a la sexta edición, reconoció que sólo había cumplido con su programa parcialmente, merced a la publicación de La riqueza de las naciones[6], pero que aún le quedaba por escribir una teoría de la jurisprudencia. Pocos días antes de morir, ordenó a un amigo que quemase muchos de sus manuscritos. En 1895 y 1958 se descubrieron dos juegos de apuntes tomados por sus alumnos en 1762-1764, que han sido editados con el título de Lecciones sobre jurisprudencia. Estas lecciones dejan claro que para Smith el derecho debía estar íntimamente vinculado con la moral. También la economía. No hay nada de darwinismo economicista en Smith: cada persona puede actuar libremente en el mercado “en tanto no viole las leyes de la justicia”. Según su amigo y primer biógrafo Dugald Steward, Smith declaró en 1755 que el camino que cualquier país debía seguir para alcanzar el máximo desarrollo era: “paz, impuestos moderados y una tolerable administración de justicia”.

Desde luego, Smith consideró, como su amigo Hume, que la búsqueda de la riqueza por parte de los particulares es útil, pues “esta superchería[7] es lo que despierta y mantiene en continuo movimiento la laboriosidad de los humanos”. La ambición nos hace trabajar en beneficio de todos. Sin embargo, insiste en que este censurable afán de riquezas tiene consecuencias no deseadas. Los ricos, sin pretenderlo ni saberlo, promueven el interés de la sociedad aportando medios para la multiplicación de la especie (I, IV). El deseo de satisfacer sus caprichos permite la redistribución de riqueza como si una “mano invisible” repartiera los bienes que la codicia acumuló. Por eso, el mercado libre da como resultado la asignación más eficiente de recursos; y la no intervención del gobierno y la ausencia de privilegios y monopolios da como resultado una distribución más justa de los bienes. La libre competencia es buena para todos, pero sólo hay verdadera competencia en un marco de reglas, de juego limpio.

Pero la apuesta de Smith por la libertad de mercado no significa que debamos consentir que los humanos se comporten de cualquier manera, sin moral ni principios, a parte de los intereses económicos y la utilidad pública. La justicia es indispensable (como imparcialidad y justicia conmutativa, más que como distributiva[8]) y la benevolencia es el más bello adorno de la sociedad en libertad, mientras que la riqueza es despreciable.

En cualquier caso, lo más excelso para Smith no es desde luego la riqueza, sino la virtud. Pero resulta que la libertad de mercado es precisamente lo que más favorece a los pobres[9]. Ello no impide que Smith se muestre dispuesto a consentir cierto margen de intervencionismo estatal, aunque mantiene sus reservas respecto de los políticos: “nunca he visto muchas cosas buenas hechas por los que pretenden actuar en bien del pueblo”. Smith desprecia la lucha partidista y el único perfil de político que admira es el del que es capaz de elevarse sobre su propia facción. Podríamos decir que es un liberal no dogmático.

La Teoría de los sentimientos morales (aurora la “inteligencia emocional”)

Smith siempre consideró que La Teoría de los sentimientos era superior y más importante que la Riqueza, y por eso siguió trabajando en la primera de sus obras mientras le quedaron fuerzas, introduciendo abundantes cambios antes de su muerte.

El libro quedó organizado en siete partes:

En la primera trata de la corrección de la conducta, la propriety, y pivota sobre la simpatía.

En la segunda trata del mérito y del demérito, y aquí hace su entrada el “espectador imparcial”.

La tercera analiza nuestros juicios acerca de nosotros mismos o el deber.

La cuarta trata un aspecto del sentimiento de aprobación: la utilidad.

La quinta estudia hasta qué punto los sentimientos morales son afectados por costumbres y modas.

La sexta (añadido de la edición de 1790) aborda el carácter de la virtud.

Finalmente, la séptima revisa los sistemas o doctrinas de filosofía moral (virtuosos o licenciosos) y presenta los contornos del modelo propio de su autor, su “sistema de la simpatía”.

Las modificaciones de la última edición están sobre todo marcadas por su preocupación por la moral práctica y por un pesimismo ante la corrupción moral derivada sobre todo de las luchas facciosas, partidistas. En la cuarta edición, Smith añadió un subtítulo que desapareció en las siguientes pero que explicaba bien su contenido: La teoría de los sentimientos morales, o un ensayo de análisis de los principios por los cuales los hombres juzgan naturalmente la conducta y personalidad, primero de su prójimo y después de sí mismos.

El principio fundamental de la teoría de Smith es que los objetos primarios de nuestras percepciones morales son las acciones de otras personas. Nuestros juicios morales con respecto a nuestra propia conducta son sólo aplicaciones a nosotros mismos de sentencias que ya hemos formulado sobre el comportamiento del prójimo. Al aplicarnos esos juicios adquirimos un sentido del deber. El deber no viene por tanto del Cielo, como pareciera insinuarnos Kant a veces, sino que tiene una génesis práctica y psicológica: nace pues de la interiorización de los juicios que nos merecen las acciones ajenas.

Una ética de la corrección (propriety)

En la primera parte de La Teoría, Smith pone el énfasis en la adecuación o armonía entre el sentimiento y la causa que lo suscita. Esto sólo puede abordarse asumiendo los sentimientos y circunstancias del otro. Para él, al contrario que para los estoicos[10], la clave no está en erradicar toda pasión, sino en moderarla. La moral es corrección (propiedad) mientras que la virtud es excelencia.

La doctrina de la corrección parte de la idea de que nuestros sentimientos morales son modelados y moderados por la sociedad, a la que el hombre está inclinado por naturaleza. Apreciamos la corrección

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