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Terapia De Juego Para Niños Agresivos


Enviado por   •  16 de Agosto de 2012  •  1.440 Palabras (6 Páginas)  •  881 Visitas

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Es común que al hablar de divorcio, siempre se considere la separación física de los padres y en pocas ocasiones se refiere el divorcio emocional que se da mucho antes de que físicamente se presente y, mucho menos, se atreven a decir cuáles son los sentimientos que se dan en los niños que sufren esta situación cuando sus padres continúan juntos pero a la vez separados.

El presente artículo explica cómo el “DIVORCIO EMOCIONAL” afecta la conducta emocional y social de los hijos de padres divorciados, dependiendo de la edad en que esto sucede.

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Cuando una pareja se enamora y decide vivir juntos, se crean ciertas expectativas, como que el matrimonio es para siempre y cuando estén viejos seguirán juntos. Posteriormente, cuando se piensan en los hijos, las expectativas son aun mayores: “nuestro hijo tendrá tus ojos; no los tuyos porque son más hermosos”. Esas son las cosas que escuchamos en un principio, principalmente en la luna de miel. Cuando los niños nacen, la vida comienza a cambiar, por lo tanto, las condiciones de vida y la adaptación a las nuevas personas también. Así, el niño conforme se va desarrollando, empieza a sentirse protegido, amado, cubierto en sus necesidades y se crean expectativas: las niñas desean ser como mamá y los niños como el papá.

El niño se identificará entonces con esas conductas amorosas y proveedoras de sus padres, y al mismo tiempo, las actuará con sus compañeros. Pero si de pronto, el “bombón”, o sea la mamá, se convierte en un muégano todo duro, y el “cielo”, o sea el papá, se convierte en “el méndigo de tu padre”, entonces el niño se sentirá desprotegido, desvalido, abandonado; ya no será parte de la familia porque los padres ahora sólo se la pasan concentrados en sus problemas como pareja: se agreden o insultan y no se dan cuenta de las necesidades del niño. Este a su vez, siente que no tiene a nadie más a quien acudir.

Cuando se habla de divorcio, generalmente se atribuye esto a la separación física de ambos padres y casi nunca se menciona que los padres puedan estar separados psicológicamente desde antes de firmar los papeles que avalan que ya no son marido y mujer. Así, el divorcio de los

padres empieza mucho antes de que lo anterior suceda. Cuando los papás tienen problemas de comunicación, de dinero, en la intimidad; con los familiares, ya sea por celos u otros factores, comienzan lo que se llama “divorcio emocional”, el cual engendra tensiones casi insoportables, creando una atmósfera perjudicial para todos los miembros de la familia. Los niños comienzan a vivir esta separación de los padres a través de los gritos, enojos, agresiones; salidas constantes de uno u otro de los padres de la casa en común, y empiezan a sentir angustia, miedo, tristeza, enojo, etc., inclusive perciben la situación como algo amenazante, creyendo que ellos pueden ser los culpables de lo que está sucediendo porque se portan mal, van mal en la escuela, no quieren comerse lo que les da; porque pelean con sus hermanos o compañeros. Así, los niños pasan a un segundo término de importancia para los padres.

Cosas como “dile a tu padre que no me hable”; “dile a tu madre que es una odiosa”, como si fueran los carteros de insultos y groserías, convierten a los niños en depósito de agresiones, porque el niño siente que los insultos son para él y no que van dirigidos a los otros.

Todo esto lleva al niño a sentirse abandonado, solo y, por supuesto, su pérdida es muy dolorosa. Ese hogar en el que se sentía seguro, con hábitos constantes, relaciones afectivas amorosas; en donde confiaba que podía estar bien, ahora empieza a desmoronarse poco a poco a través de observar las discusiones constantes de las personas a las cuales admira y que ahora ya no son las mismas. En cuanto a su vida social, siente que

si mamá y papá se separan, entonces él no va a saber qué sucederá con su casa, sus juguetes, sus afectos; sus relaciones con los otros, su escuela, etc.

Cuando el divorcio comienza, el niño siente aún más el desamparo: ahora sus padres lo colocan en el centro y en la mayoría de las ocasiones, uno u otro padre lo utilizan para dañarse; el niño no entiende porqué los padres discuten a cada rato o por qué él tiene que ir y decirle al otro que por qué no da dinero, que por qué no habla por teléfono; que por qué no se ocupa de él, que si es un inútil o que si es un mujeriego o una mala persona. “Ya ves, te lo dije, tu padre (o tu madre) nunca cambia; hasta parece como si no te quisiera porque no te atiende”. Todo esto provoca en

el niño una serie de ideas que, en muchas ocasiones, lo llevan a sentirse humillado, triste, enojado, voluble, rencoroso; apartado de todo.

Sus amigos comienzan a apartarse de él también porque se torna agresivo, intolerante, deprimido; ya no quiere jugar y si lo hace, siempre quiere ganar o no acepta que se equivoca.

El divorcio para los hijos, aun cuando pareciera que no les afecta, es un punto importante que marca su vida en muchas áreas. Son niños escindidos, es decir que separan su sentir de su pensar y de esa manera pueden adaptarse a lo que sucede a su alrededor; inclusive escuchamos decir: “yo no siento nada”, “tampoco puedo hacer nada”; “eso no me afecta”. Estos mecanismos de defensa los llevan a sobrevivir pero inconscientemente nunca dejan de sentir ese dolor.

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