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A VUELTAS CON KEYNES


Enviado por   •  2 de Marzo de 2013  •  1.901 Palabras (8 Páginas)  •  293 Visitas

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A VUELTAS CON KEYNES

Con luminoso criterio, Oscar Wilde predicaba de los americanos que "conocían

el precio de todo y el valor de nada"; y aquellos no han desaprovechado, una vez más, la ocasión de demostrarlo con todo éxito. Ya lo hicieron en el ‘29, cuando en un alarde obsesivo-compulsivo por el crecimiento económico infinito, posicionaron la producción industrial a años luz de la demanda coyuntural, de forma que los excedentes y "estocajes" inundaban las calles y salían por los tejados de las fábricas, mientras que las acciones de las empresas se desplomaban, súbitamente en el mercado ante la falta de competitividad. Y ello, una vez que las inmundicias de la especulación quedaran en evidencia, al haber insuflado un gas perverso en las acciones, provocando que su astronómico precio se asemejara al exiguo valor de las mismas, como un huevo a una castaña. Y tras comprobar el "pobre" inversor haber hecho el canelo, el suicidio era la honorable salida ante la insidia sufrida.

80 años después, el abismo entre precios y valores se ha cebado en la vivienda y su base crediticia, a fuerza de alterar las tasaciones que los dadores de créditos gustaban de justificar con fantaseadas expectativas, con el resultado global que todos conocemos. Solo que esta vez no ha habido suicidios. Los Gobiernos Centrales de los países han llegado con los ungüentos y las cataplasmas al rescate de los febriles bancos-inversores que vieron sus establos llenarse con más estiércol que ganado, tras morder el anzuelo del “Tío Caimán”.

En ambos escenarios se ha acudido a "Gandalf" Keynes, al más puro estilo "Santa Bárbara cuando truena". Y tal recurso hacia su persona, en su día en lo álgido de su carrera y ahora "post morten", ha provocado que el mismo fuera considerado (mal considerado), como un economista para las emergencias, pasadas las cuales, las velas del liberalismo económico seguirían espoleando el barco de los mercados, libre ya de la tormenta en mitad del océano, y provocando que la historia de las ideas económicas condenara a Keynes al banquillo de los suplentes, sobre todo a partir de la era Reagan-Thatcher, cuyas reformas Hayekianas sacaron a la economía de la astenia en la que se encontraba peligrosamente instalada.

Aunque creo que he tenido más economía en una semana que en toda mi vida, no quería dejar el módulo sin hacer una pequeña mención a Keynes, ya que fue el inspirador de determinadas políticas de estimulación social con cargo al gasto público, con las consecuencias que todos conocemos, y que han sido mencionadas en el foro, con todo acierto, tildándolas de completamente erróneas. No resultaron otra cosa que “pan para hoy y hambre para mañana”. Se debería de haber recordado que lo que sacó realmente a EEUU de la crisis del ’29 no fueron las medidas keynesianas ni los New Deals de Roosevelt, sino la Segunda Guerra Mundial y la inversión del capital en la industria bélica, y que las medidas populares de apertura exacerbada del grifo del gasto, para la estimulación del consumo, no va a ninguna parte, si no concurre paralela a la transformación del modelo económico. Ornacina

Pero no por eso hay que defenestrar a Keynes, toda vez que parece ser que no ha sido del todo entendido, y menos aun por los dirigentes que han acudido a él al estilo “Santa Bárbara cuando truena”.

Y así, estudios o publicaciones sobrevenidos y realizados a la luz de nuevas circunstancias, logran hacer justicia y poner al académico en cuestión en el lugar que le corresponde. En este caso dicha reparación viene de la mano del Portavoz de Hacienda del Partido Conservador estadounidense, Robert Skidelsky, que en su libro "EL REGRESO DE KEYNES", desmonta uno por uno los mitos injustamente creados en torno al Maestro (intervencionista, nacionalizador, ser adicto al déficit, predicador del gasto ilimitado y carecer de una Teoría General de la Economía).

El hecho de que el autor se trate de un conservador, supuesto detractor de cualquier clase de socialismo, del que se decía (injustamente) predicaba Keynes, hace aun más loable la restitución de la eficacia y validez de los principios keynesianos. Igualmente, el hecho de que atribuya a ciertos presidentes republicanos (antikeynesianos) el mérito de haber sido los mayores derrochadores de la historia de EEUU, y que fuera precisamente el demócrata Bill Clinton el último conservador en lo fiscal, le otorga a la obra un sesgo de autocrítica y objetividad digno de agradecer. Quiero recordar que fue Clinton el que derogó la Glass-Steagall Act, (con las terribles consecuencias especulativas que de ello se derivaron). Y los conservadores aun están de fiesta.

Es realmente atractivo cómo el autor nos conduce por los principios y paradigmas del pensamiento de Keynes, cuya mención exhaustiva excede mi propósito, que no es más que compartir mi inquietud en este tema.

Por ello me quedo con el principio que más ha llamado mi atención: para Keynes la Economía no es una ciencia natural, esto es, matemática, (como hemos visto en el capítulo 7 acerca de su dimensión econométrica) . La Economía es una ciencia MORAL. La economía moral está gobernada por sencillos principios. La economía natural lo está por complejas elucubraciones incomprensibles y alejadas de cualquier realidad distinta a la del propio lenguaje matemático. La economía matemática convirtió en el 29 el Mercado de Valores en un "mercadeo" de Precios. El abandono de las ideas propias de la Economía Moral provocó la desregulación de las finanzas (un "dejar hacer" ilimitado) y ésta generó a su vez la explosión de crédito (contablemente justificado en su riesgo mediante falsas tasaciones de los patrimonios

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