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Viejito Enojon


Enviado por   •  27 de Diciembre de 2011  •  705 Palabras (3 Páginas)  •  618 Visitas

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El viento soplaba con fuerza moviendo los árboles del parque: varios abetos, dos acacias, dos moreras y unos cuantos falsos plátanos.

El parque era muy pequeño, pero disponía de todo lo que tiene que tener un parque: árboles, césped, farolas, muchos asientos, un pequeño espacio para el ocio infantil, con su tobogán y sus columpios y dos fuentes.

El viejo gruñón miró por el ventanal del comedor, lugar desde el que se divisaba cómodamente sentado en el sofá la mayor parte del pequeño parque.

-¡Vaya, hoy no hay perros¡ ¡Malditos animales¡ El viejo gruñón, no es necesario decirlo, odiaba a los perros y por extensión a sus dueños. Desde la altura de su casa, parecía que el suelo del parque era llano como una hoja de papel, pero la única vez que bajó comprobó que el suelo inclinado no iba muy bien para su cojera. ¡En este parque sólo se ven perros! Sentenció, y no volvió a pisarlo.

El anciano vigilaba atentamente el parque a cualquier hora. Observaba si los dueños de los perros no cumplían con sus obligaciones higiénicas y entonces comenzaba la función:

¡Sinvergüenza! ¡No sabes que tienes que recoger la mierda del perrucho! ¡Así, así, ponle el morro que chupe bien la fuente para que luego vengan los niños y chupen también!

La verdad que el viejo gruñón en ocasiones llevaba bastante razón. Muchos dueños de los perros no cumplían con sus obligaciones: No les ponían bozal, no recogían las deposiciones que hacían, dejaban que chupeteasen las fuentes y los asientos, no impedían que orinasen en cualquier esquina del edificio…

Un día, el viejo gruñón, al salir de la puerta del piso, coincidió con los vecinos tomando el ascensor. Vio correteando por el suelo algo parecido a un ratón grande, que se desplazaba de aquí para allá como un coche teledirigido. Entraron juntos en el ascensor y no pudo por menos que fruncir el ceño cuando la dueña dio un amoroso beso en la boca al pequeño chihuahua.

-Vaya (pensó el viejo), lo que nos faltaba.

Hay que conocer los detalles para comprender la actitud del viejo gruñón. De niño un hijo del viejo gruñón fue operado de un quiste hidatídico, y ese hecho le puso muy en contra de los canes.

Tan famoso se había hecho en el barrio el viejo gruñón por su animadversión a los perros que muchos vecinos se dirigían a él con frases como esta:

- Es una vergüenza como dejan todo.

- No hay derecho. Había que quejarse al alcalde.

Con la llegada del buen tiempo, el viejo gruñón, que a pesar de la cojera andaba grandes trechos, gustaba pasear por la zona de nueva urbanización, entre el camino de los Royales y la Avenida de Valladolid. Es una zona estupenda para pasear, da el sol permanentemente, porque con la crisis no se han construido pisos

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