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Amistad


Enviado por   •  2 de Septiembre de 2012  •  Ensayos  •  504 Palabras (3 Páginas)  •  312 Visitas

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por esa innata sabiduría de ciertos animales, que comprenden que las piezas habitadas por los humanos no son sitio propio

para perros que acostumbran vivir al aire libre.

El francés juntó sus dedos y los hizo tronar al mismo tiempo que miraba al perro para hacerle entender que debía esperar

algunos minutos hasta que de alguna mesa recogieran un plato con carne, y para gran sorpresa del restaurantero, el perro

interpretó perfectamente aquel lenguaje digital.

El can se retiró un poco de la puerta a fin de no estorbar a los clientes que trataran de entrar o salir. Se tendió, y con la

cabeza entre las patas delanteras y los ojos medio cerrados vigiló al francés que atendía a los clientes sentados a la barra.

Cuando más o menos cinco minutos después una de las meseras recogió en una charola los platos de algunas mesas, el

propietario le hizo una seña y de uno de ellos tomó las respetables sobras de un gran chamorro, se aproximó al perro, agitó

durante unos segundos el hueso ante sus narices y por fin se lo dio. El perro lo tomó de entre los dedos del hombre con la

misma suavidad que se lo hubiera quitado a un niño. E igual que el día anterior, se retiró un poquito, se tendió en la

banqueta y disfrutó de su comida.

Monsieur Rene, recordando el gesto peculiar del perro el día anterior, tuvo curiosidad por saber qué haría en esa ocasión

una vez que terminara de comer y si su actitud del día anterior había obedecido a un simple impulso o a su buena

educación.

Cuando estaba a punto de apostar con un cliente a que el perro se pararía a darle las gracias, observó la sombra del animal

cerca de la entrada. Lo atisbo con el rabillo del ojo, evitando intencionalmente verle de lleno. Después se ocupó de las

repisas y de la caja registradora, pero sin dejar de espiar al perro y procurando que aquél no se diera cuenta, con el objeto

de ver cuánto tiempo esperaría hasta expresar su: “gracias, y hasta mañana”.

Dos, tal vez tres minutos transcurrieron para que el francés se decidiera a mirar frente a frente al animal. Inmediatamente

éste se levantó, movió la cola, sonrió ampliamente en su manera chistosa y desapareció.

A partir de entonces el restaurantero tuvo siempre preparado un jugoso trozo de carne para el perro, tomado de las sobras

de órdenes especiales. El animal llegaba todos los días con la puntualidad con que empiezan las corridas de toros en

México. A las tres y media en punto, monsieur Rene lanzaba una mirada a la puerta y ya encontraba al perro meneando la

cola y sonriendo.

Así transcurrieron cinco o seis semanas sin que ningún cambio ocurriera en las visitas del perro. El francés había llegado a

mirar a aquel animal negro, callejero, como

...

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