Área psíquica-sujeto de 1 año

ÁREA PSÍQUICA

Cuando el niño comienza a caminar, aparecen en su vida nuevas dificultades: peligros que no sabe evitar, problemas que no puede manejar. Además, puede voluntariamente alejarse de su mamá y volver a ella cuando lo desee.

La comunicación es este período pasa al plano verbal y gestual, no dependiendo solo del contacto corporal.

Se produce en este momento, otro gran cambio, su madre quien hasta ahora satisfacía todos sus requerimientos, debe comenzar a frenar sus impulsos, a darle órdenes y a prohibirle cosas, es decir que su objeto de amor ahora lo frustra y se transforma en objeto agresor.

El niño se identifica con él para preservar la imagen interna que tiene y vuelve el NO contra el objeto libidinal. Se inicia así la etapa del negativismo. Desde los 8 a 18 meses se ajusta el principio de la realidad; ello le permitirá organizar sus impulsos y gobernar su YO por medio de las relaciones objetales.

El negativismo da origen a la comunicación a distancia, la acción (lucha o huida) es reemplazada por la palabra y el gesto (discusión). 

El NO tiene así el valor de ser, no sólo el tercer organizador sino también, la primer palabra con verdadero contenido social.  Toda evolución que servirá de base para la vida psíquica posterior, será dada únicamente, si madre e hijo se satisfacen mutuamente, si se consigue crear un clima exento de peligros y el objeto de la líbido (madre) ofrece posibilidades de descarga para las tendencias de amor y de agresión.

A partir de los 12 meses aparecerán nuevas conductas que servirán como intercambio social. Dependerá su sana evolución de las respuestas que reciba de los adultos.

Los padres reprimen o desaprueban rígidamente acciones tales como: la manipulación, la succión, la posesión, crean en el niño sentimientos adversos y ambivalentes: el deseo de destruirlos  junto con el amor depositado en ellos.

Con la aparición de los dientes, tienen la posibilidad de mostrar sus instintos de agresión. La succión del pulgar le permite muchas veces, serenarse frente a una dificultad. Si los adultos no pueden comprenderlo y ofrecerle los medios adecuados para encauzar dichos sentimientos afectarán su seguridad creando en él hostilidad y ansiedad, deseos de destruir a los padres y, como consecuencia culpa y temor.

Juegos y juguetes bien seleccionados  serán los sustitutos de aquellos elementos a cuyo acceso no deberá llegar el niño, evitando situaciones que creen confusión y miedo.

Desde los 18 meses e adelante; nuevos mecanismos de afirmación del yo servirán para manifestar sentimientos de disgusto y cólera, pataletas, agresión a otros niños.

Será esta una época de regresiones, cambios de humor y ataques al objeto que origina dichos sentimientos.

Pero, las relaciones se amplían, el medio se ensancha y el niño va a adquirir a través de una mayor independencia de su madre, la aparición del lenguaje y a través de los primeros contactos con sus pares, nuevos medios de demostrar el afecto y el disgusto.

Diversificar la relación con otros adultos le permitirá conocer nuevas actitudes, internalizar roles y establecer formas de relación interpersonales que ya no responderán a un modelo único. Es indispensable detenerse a considerar, como el intercambio entre la madre y el hijo y la actitud que esta tenga hacia él, favorecerán o no la independencia y el establecimiento del sí mismo.

La forma en que le sean puestos los límites creará en él una clara visión de sus posibilidades o una inseguridad trasladada, posteriormente, a todas las situaciones. En el primer caso los padres explicitarán claramente lo que desean de él, serán firmes pero lo estimularán frente a sus progresos  y cambios de conducta.

En el segundo caso si las actitudes de los adultos son duras, ásperas y hostiles, la conducta internalizada será la desaprobación y el temor consecuente de ello le impedirá ser un individuo espontáneo, con iniciativa.

Organizadores de la psiquis de René Spitz 

Según Rene Spitz nuestro niño de 1 año está en el 

• Estadio del objeto de amor o libidinal: el yo está integrado y la madre es experimentada como un todo diferenciado. Esta discriminación, adquirida en el vínculo con la madre, abre los caminos en todo el desarrollo de las funciones psicológicas. A nivel perceptual, a partir de este momento, comienza un período de discriminación de los diferentes juguetes y toma los preferidos, a diferencia del estadio anterior en el que tomaba y jugaba con los objetos que estaban a su alcance de su mano.

A nivel afectivo, empieza a matizar sus actitudes emocionales como resultado de su despliegue de relaciones interpersonales más complejas, así experimenta la posesión, el apego, la envidia, el amor, la alegría entre otros afectos. Por otra parte comienza a imitar los gestos y actitudes, a responder expresiones de los otros, a comprender normas sociales a través de órdenes y prohibiciones.

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