Evangelio según San Lucas 15, 3-7
Enviado por Roland Gomar • 4 de Octubre de 2019 • Ensayo • 780 Palabras (4 Páginas) • 281 Visitas
Evangelio según San Lucas 15, 3-7
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y a los escribas esta parábola: “¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdió hasta encontrarla?
Y una vez que la encuentra, a carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido’.
Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse”.
Meditación
Para Jesús cada uno de nosotros tiene una historia única, una forma de ser y nos conoce desde lo mas profundo de nuestra alma. Y en el evangelio de hoy esa manifestación de amor por cada uno de nosotros es mas que evidente, y no es que las otras ovejas no importen pero al estar cerca de El obtienen sus beneficios. Mientras que sabe que quienes no estén cerca, sufren porque estamos hechos a su imagen y semejanza por lo que necesitamos de su amor para poder vivir una vida plena.
Y es por eso por lo que El sale a nuestra búsqueda cada vez que nos alejamos del rebaño.
Porque anhela tener de nuevo esa comunicación con cada uno de nosotros, y no puede con vernos sufrir.
Y este mismo actuar lo podemos ver incluso en nosotros mismos cuando hay alguien o algo muy valioso que se nos pierde y podemos recuperarlo, hacemos todo lo que esta en nuestras manos para que suceda.
Así que cuanto mas no hará nuestro Jesús que esta en los cielos por cada uno de nosotros cuando nos alejamos de el para traernos de vuelta.
Así que hermanos oremos por ser siempre fieles a Su palabra, por buscar esa interacción y escuchar su voz en nuestras vidas, de esa forma evitar perdernos en este camino de la vida y disfrutar todos los días de Su presencia y su amor incondicional.
Evangelio según an Lucas 7, 1-10
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar a la gente, entró en Cafarnaúm. Había allí un oficial romano, que tenía enfermo y a punto de morir a un criado muy querido. Cuando le dijeron que Jesús estaba en la ciudad, le envió a algunos de los ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su criado. Ellos, al acercarse a Jesús, le rogaban encarecidamente, diciendo: “Merece que le concedas ese favor, pues quiere a nuestro pueblo y hasta nos ha construido una sinagoga”. Jesús se puso en marcha con ellos.
Cuando ya estaba cerca de la casa, el oficial romano envió unos amigos a decirle: “Señor, no te molestes, porque yo no soy digno de que tú entres en mi casa; por eso ni siquiera me atreví a ir personalmente a verte. Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano. Porque yo, aunque soy un subalterno, tengo soldados bajo mis órdenes y le digo a uno: “¡Ve!” y va; a otro: “¡Ven!” y viene; y a mi criado: “¡Haz esto!”, y lo hace”.
Al oír esto, Jesús quedó lleno de admiración, y volviéndose hacia la gente que lo seguía, dijo: “Yo les aseguro que ni en Israel he hallado una fe tan grande”. Los enviados regresaron a la casa y encontraron al criado perfectamente sano.
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