Irresistible tentación - Resumen y Hoja de trabajo
Enviado por Francisco Morillo-Velarde • 27 de Septiembre de 2018 • Reseña • 1.931 Palabras (8 Páginas) • 261 Visitas
IRRESISTIBLE TENTACIÓN
Devocional (Overpowering Temptation By Pete Briscoe – Telling the truth)
- Objetivo: Sabiendo que la vida cristiana no se trata de hacerte mejor ser humano, sino en hacerte de nuevo, debemos aprender a cómo dominar y vencer la tentación a través del poder de aquél que nos ha dado la vida y nos ha ofrecido la santificación.
Siendo pobres imitaciones.
Habiendo adquirido la salvación, por medio de la Fe en Cristo, sabemos que Él es la respuesta a todas nuestras ansiedades, problemas, enfermedades y demás cuestiones que nos golpean en nuestro diario vivir. Pero, aunque sabemos que Él la respuesta, sin embargo, no sabemos cómo realmente funciona esto para nuestra vida.
La mayoría no sabemos qué es lo que Jesús podría hacer. Pero incluso, si finalmente algo cambia en nuestra vida, si tratamos de seguir los pasos de Cristo, algo no funciona, porque no tenemos la misma fortaleza que Él demostró.
Por ejemplo, si vamos conduciendo y vemos una persona sin hogar pidiendo ayuda, ¿Qué haría Jesús en este caso? Podemos darle algo de dinero en efecto para que se compre algo de comida o incluso orar por ella. ¿Pero esto es lo que realmente habría hecho Jesús en esta situación?, ¿más bien no habría aparcado su vehículo, acercándose a ella y hubiera escuchado sus necesidades, hubiese orado, predicado la Palabra y la habría sanado?, ¿somos capaces de hacer esto?, ¿realmente queremos hacerlo?
Hay algo que Pablo recuerda y desafía: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.” (Gálatas 5.17)
Somos, en nuestra carne, imitaciones muy pobres del Hijo de Dios.
En esencia, tenemos dos problemas:
- La ignorancia - No sabemos cómo hacerlo.
- Impotencia - No somos capaces de hacerlo.
En lugar de tratar de ser pobres imitaciones de Jesús, podemos y debemos ser ese precioso lugar para que Su Espíritu more. A medida que el Espíritu de Jesús vive en nosotros, vamos a ir por la vía recta que conduce a Jesús. Cuando Cristo entra en nosotros, todo lo que es posible para Él, se hace posible para nosotros.
Somos el guante.
Hay una frase de Mae West que ilustra gráficamente a cómo muchas veces nos sentimos: “Generalmente evito la tentación, a menos que no la pueda resistir”.
Uno de los problemas más comunes que todo cristiano tiene y una de las luchas más enconadas que padece, se basa en la forma en la que afrontan la tentación.
La Palabra nos dice que tenemos que huir de ella (2 Timoteo 2.22). ¿Por qué?, porque nuestra carne es débil y siempre está dispuesta a caer (Mateo 26.41). Debemos ser conscientes de ello, ya que requiere nuestro esfuerzo para vencerla (1 Corintios 16.13).
Pero no hay una misma tentación que nos iguale a todos, pues somos diferentes.
Otras veces, por más que me esfuerce en no caer, al final caigo. ¿Qué es lo que tengo que hacer entonces?, ¿Será que por más que quiera, al final es una batalla que siempre perderé?
Podemos responder a estas preguntas con este simple ejemplo: Podemos poner un guante junto a una Biblia. Ahora le decimos al guante: "¡Guante, recoge esta Biblia!" El guante no lo hará. Aunque cuenta con todos los recursos, pues tiene un pulgar y cuatro dedos, teniendo la forma de una mano. Sin embargo, es incapaz de hacer lo que yo le mando. Pero si mi mano entra en el guante, éste se vuelve tan fuerte como mi propia mano. Todo lo posible de mi mano se hace posible también al guante. Éste es simplemente la vestidura a la actividad de mi mano.
Dios puede usar cualquier guante viejo que se ha reconciliado con Él, reservándolo para Su uso.
Ahora, en la vida cristiana eso es lo que es tener a Cristo, por medio de Su Espíritu Santo, que habita dentro de Su humanidad redimida. ¡Usted es el guante, Cristo es la mano! Todo lo que es posible para Él, lo hace posible para usted y para mí.
De la misma manera, la superación de la tentación no es acerca de nuestra capacidad de copiar lo que hizo Jesús. Se trata de la fuerza del Espíritu que vive en nosotros. Si estamos en Cristo, el Espíritu está en nosotros. Y con Su fortaleza, podemos vencer la tentación.
Podemos vencer la tentación en nuestras vidas hoy en día porque Jesús lo hizo en su propia vida hace muchos años. Por supuesto, la siguiente pregunta será “¿Cómo? ¿Cómo Jesús la venció?”
Estrategia de la tentación.
“Como muchos han aprendido y enseñado más adelante, no se dan cuenta que Jesús es todo lo que necesita, hasta que Jesús es todo lo que tienes”.- Timothy Keller, dioses falsificados
El primer paso para superar la tentación es reconocer que su enemigo usa varias estrategias. Así que vamos a hablar de las estrategias de Satanás.
“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre. Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios.”(Lucas 4: 1-4)
De estos versículos vamos a ver varios de los planes que Satanás usa:
El primero: El enemigo vendrá cuando estás solo. Sabemos que es así. Por ejemplo: Usted está en un viaje de negocios, se registró en la habitación del hotel, y usted está tentado a ver cosas que no va a ver si su cónyuge está a su lado.
La segunda cosa: Debemos entender que los ataques enemigos vienen cuando estamos agotados, con la defensa baja. Al final de 40 días, la Escritura dice que Jesús tenía hambre. Pero no sólo era el hambre, fue también su exposición a los elementos del desierto (calor y frío). Satanás vio una oportunidad en medio de agotamiento y debilidad. Nos ataca de la misma manera hoy en día.
Finalmente, Satanás ataca nuestra identidad. “Si eres Hijo de Dios ...”
La Escritura justo antes de este pasaje registra la voz de Dios Padre anunciando su alegría en lugar del hijo después del bautismo de Jesús. “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.” (Lucas 3.22).
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