El Aire Acondicionado Engorda

El aire acondicionado engorda

¡El aire acondicionado también engorda! ¿Cómo? ¿Que ahora no sólo comer engorda? ¿Hasta el aire engorda?

Sí. Bueno, a ver… No es que el aire acondicionado directamente aumente el peso, pero sí el sedentarismo térmico, que se produce por el poco esfuerzo que tiene que hacer el cuerpo para adaptarse a las diferentes temperaturas (al calor en verano o al frío en invierno).

El exceso de climatización (sobredosis de calefacción en las bajas temperaturas y demasiada refrigeración cuando hay altas temperaturas) genera que el cuerpo (nacido y preparado para hacer un esfuerzo de adaptación a diferentes climas para lograr mantener la temperatura interna) no haga nada y, a cambio, almacene grasas.

De la misma manera que el sedentarismo físico implica que las personas no se esfuercen porque andan en auto, suben en ascensor, están sentadas en una oficina y ven tele en su cama sin hacer deportes ni tener una vida activa diaria, también el sedentarismo térmico (en el que el cuerpo nunca hace esfuerzo por tolerar el calor o el frío) produce que se gaste menos energía, y menos es más. ¡Más kilos!.

Para todas esas mujeres que aseguraban que la dieta de la Luna, de la lechuga o del astronauta no les funcionaban, ahora tienen una razón (o excusa) para tener en cuenta (o para echarle la culpa): el aire acondicionado engorda. En realidad, no es sólo el aire frío sino también la calefacción.

La vagueza corporal genera, también, que los alimentos que entran en el cuerpo se consuman menos (y queden más en cintura, caderas y muslos), la climatización constante es un factor de riesgo de sobrepeso.

Cuando uno tiene siempre la temperatura constante, por la artificialidad de los aparatos de climatización, el cuerpo no tiene que fabricar transpiración para enfriarse cuando hace calor ni gastar energía química para calentar el cuerpo cuando hace frío.

Por lo tanto, si no gasto la energía química que proviene de los alimentos que consumo, engordo más, ya que esos alimentos quedan en mi cuerpo.

La termoneutralidad humana es de 21 grados, con ese grado de calor estamos cómodos; por eso, cuando la temperatura externa comienza a subir, el cuerpo empieza a transpirar para mantener la propia temperatura del cuerpo.

Si tengo que fabricar transpiración, que es la manera que tiene el cuerpo de regular la temperatura, estoy ahorrando energía química para aclimatarme.

En cambio, si no transpiro porque nunca tengo que aclimatarme, esa energía no se gasta, y eso incide en el riesgo del sobrepeso y la obesidad.

En los submarinos, que pasan todo un año debajo del agua, la temperatura permanente se coloca en 22 grados,

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