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Feminismo. “Una transformación y lucha por la igualdad”


Enviado por   •  28 de Mayo de 2018  •  Ensayos  •  1.315 Palabras (6 Páginas)  •  93 Visitas

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Una transformación y lucha por la igualdad

        El fuerte movimiento de masas femeninas que han recurrido a las calles en estos tiempos no es más que la demostración que el feminismo ha despertado un sentimiento de lucha y de rechazo a la sociedad establecida con un rol de la mujer menos participativa y apreciada frente las mismas situaciones, capacidades y aptitudes del genero opuesto.

       El feminismo es un conjunto de ideas que buscan validar la posición de la mujer en la sociedad, un cambio de relaciones que la libere y le permita desarrollarse en un ambiente igualitario[1], pues es ésta, la igualdad, la que se busca con un compromiso de equidad entre el sexo femenino y el masculino, “orientada a acabar con la subordinación, desigualdad, y opresión de las mujeres” (Facio, 1999, página 5)

       El movimiento femenino surge de forma involuntaria muchos siglos atrás, pero es de la mano de la revolución francesa[2] cuando la mujer empieza a resaltar a viva voz todas las inquietudes que las acechan, de esta forma se desecha la “debilidad” y se intenta posibilitar nuevas oportunidades de trabajo y participación social donde antes eran reservadas para los varones.

       A través de la historia ha habido tres olas significantes del movimiento, el primero, en los inicios del siglo XX, una vindicación de los derechos de la mujer, principalmente por el sufragio electoral, pero que no pudo separar las razas y en sus resultados las mujeres afroamericanas no vieron grandes frutos del movimiento hasta años después, el segundo, en los años 60´y 70´ reaparece como una oportunidad para que la mujer tuviera igual salario que los hombres frente a un mismo trabajo, una liberación sexual, matrimonial y social, donde puedan expresarse sin ser calladas solo por su sexo, y el último hasta ahora, inicia en los años 90´ que intenta terminar los vestigios de la segunda ola.

        “Al hombre le es difícil medir la extrema importancia de las discriminaciones sociales, que parecen insignificantes vistas desde afuera, pero cuyas repercusiones morales e intelectuales son tan profundas en la mujer que puede parecer que tienen sus fuentes en una naturaleza origínea.” (Beauvoir, 1949, página 10). En una sociedad establecida y escrita para un funcionamiento dirigido por los hombres y donde la mujer pasa a segundo plano y se tiene que dedicar exclusivamente al hogar sin tener tiempo para sí mismas o cumplir sus propias expectativas y anhelos, es común que los varones encuentren sin sentido o no le den peso e importancia a tal movimiento, puesto que la sociedad históricamente los favoreció y les dio derechos que las mujeres carecían por el simple hecho de ser mujer. Esto es lo que el feminismo intenta radicar, cualquier atributo de desigualdad salarial, social y cultural que no atienda a la equiparación de derechos.

       A pesar de la larga lucha y de resultados importantes como es la liberación sexual, aunque no completa todavía, y derechos sociales, como el sufragio, no se ha podido mejorar todas las falencias que denigran o desprecian distintas capacidades de las féminas, porque “cuando se le reconocen en abstracto algunos derechos, una larga costumbre impide que encuentre en los usos corrientes su expresión concreta.” (Ibid, página 7) Es difícil romper los esquemas y estigmas ya impregnados en cada individuo como propio.

        La lucha no solo intenta crear consciencia de las desventajas en lo económico y profesional, como ya antes anunciado, busca dar importancia a una liberación personal y sexual que de confianza de realizar actos comunes como caminar de noche, pero sin temer que algo les puede pasar, o de ir por la calle sin que le griten algún “piropo”, intenta inquirir una normalización de respeto hacia la mujer y eliminar cualquier acto que atente contra ellas y que pueda estar arraigado en la cultura. Es así como una rama del feminismo, entre sus postulados, quiere que el “género” como lo masculino y lo femenino dejen de ser algo entendido como natural y demostrar que es algo creado culturalmente por un conjunto de valores o ideas que sexualizan cualquier acto, hecho o pensamiento en una categoría que solo se le puede conceder a la persona del género establecido, por lo que hay acciones o profesiones que son “solo” para hombres y otros para mujeres. Desvalorizar un trabajo o un acto solo por la condición de alguien es una discriminación, en este caso sexual, que no debe ser aceptada, “Hablar de la condición de la mujer es un acto político, no hablar también es un acto político” (Bartra, 1994, página 1)

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