Impunidad y Corrupción - Cultura o estructura de México

Impunidad y Corrupción. Cultura o estructura de México

Por Kibsaim Muñoz Campos. 23 de octubre de 2017.

Es un hecho de la vida, la necesidad de sobrevivir ante la adversidad. Crecemos bajo el techo de la familia, protegidos y resguardados, pero una vez fuera de él, la situación es menos amistosa. Luchamos por una calificación, por un trabajo, por un sostén diario y quizás, tal vez quizás, allí comience la impunidad. La Real Academia de la Lengua Española define impunidad de manera simple, es el efecto de quedar sin castigo, mismo que se debe imponer a quien ha cometido un delito o falta. El castigo corresponde a la falta, podemos hablar de una amonestación, multa económica o hasta la pérdida de la libertad. La sociedad misma ha valorado el castigo con respecto a la transgresión.

Las reglas y leyes se han creado a fin de permitir la sana convivencia entre la población. En un mundo cada vez más globalizado, es importante recalcar que México ha tenido que mejorar sus leyes bajo normas y estándares internacionales, ello ha permitido descubrir lo que parecía una práctica común e inocua de la sociedad mexicana: La corrupción.

De acuerdo al Índice Global de Impunidad (IGI), elaborado por la de la Universidad de las Américas Puebla y el Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia de Puebla, México es el segundo país de entre 59 con mayor índice de impunidad. El sistema de justicia mexicano, según el estudio, enfrenta grandes deficiencias: 46% de la población detenida carece de una sentencia condenatoria.

En México, existe una escaza atención a la ley, el número de jueces así como de policías es inferior al de otros países, ello ha propiciado prácticas que se han vuelto parte de la cultura mexicana. El soborno o la famosa mordida es quizás el acto de corrupción más común ya que nos permite evitar la pena que por ley nos corresponde, muchos han participado de ella, más el daño es importante; altera un principio básico de las sociedades, esto es, la igualdad de derechos.

Al soborno se suman , el peculado o desvío de fondos, el tráfico de influencias, el enriquecimiento oculto, la obstrucción de la justicia, la colusión, el uso ilegal de la información confidencial, el nepotismo y la conspiración, por citar los más representativos. Ellos se han vuelto parte de nuestro idioma y como tales, los mencionamos así “Póngase la del Puebla” por referirse al soborno, pero hay muchos más: “Un peso para el pueblo, uno para mí”, “Ahí te encargo a mi compadre”, “Un político pobre es un pobre político”, “Calladito te ves más bonito”, “El que no transa no avanza”, “Esos terrenitos pronto valdrán una fortuna”, “Primero la familia” y, “Al jefe lo que pida”.

En palabras de un entrevistado sobre el tema, la corrupción no es solo parte de la cultura del pueblo, sino que ha invadido la estructura política y hasta jurídica de nuestra nación. De esta manera es posible ahorrar trámites, evitar castigos, incluso esconder nuestras vergüenzas. Pero es momento de comenzar a pensar sobre los efectos y cómo disminuyen la confianza en nosotros como ciudadanos.

Se ha demostrado que la corrupción ha rebasado el orden social y jurídico siendo catalizador de inseguridad y violencia al interior de los países, señala el estudio. En este contexto, cada persona, cada ciudadano tiene un papel importante para evitar la corrupción. Debemos comenzar asumiendo y fomentando la sensibilidad hacia la defraudación y la corrupción, tomado conciencia de los daños que ocasionan y de la importancia de eliminar estas prácticas.

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