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La Industria Cultural


Enviado por   •  7 de Julio de 2014  •  1.844 Palabras (8 Páginas)  •  370 Visitas

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La industria cultural

Ilustración como engaño de masas

La tesis principal presentada a lo largo del texto consiste en la sumisión y el control que ha logrado la “industria cultural” sobre la sociedad gracias a la producción y el consumo de bienes culturales estandarizados, en base a la ideología burguesa que gracias al control del capital controla las distintas industrias culturales, lo cual conlleva que el ámbito de la cultura está bajo el control del ámbito económico convirtiendo en mercancías las obras culturales.

Para empezar, una de las características de la cultura producida por la “industria cultural” es que todo está teñido con la semejanza, lo cual se da en los distintos medios que la reproducen como el cine, la radio, la televisión, prensa, los cuales forman un sistema cuya eje coordinador y monopólico es el capital. Donde los monopolios culturales son débiles y dependientes en comparación con los sectores industriales clásicos, los cuales dictan las pautas de la industria cultural. Así se va constituyendo la “cultura de masas”, la cual crea una falsa identidad entre lo universal y lo particular, y que a pesar de la diversidad aparente, esta sea toda idéntica.

Estas industrias culturales se caracterizan también en términos tecnológicos, donde los mecanismos de reproducción satisfacen múltiples necesidades en múltiples lugares con bienes estandarizados, necesidades producidas por la misma industria cultural. De esta forma se va estableciendo un “círculo de manipulación y necesidad”, que se retroalimenta a sí mismo y se refuerza, es el propio público formado por la industria cultural que favorece al sistema de la industria cultural. Las masas tienen lo que desean y se aferran a la ideología mediante la cual se les subyuga, así esta industria se adapta a los deseos por ella misma evocados. El poder que controla estas técnicas de reproducción es el poder económico de los más ricos en la sociedad, donde la racionalidad técnica es una racionalidad del dominio. Esta técnica ha llevado a la estandarización y producción en serie, por lo cual se elimina la lógica de la cual la obra se diferenciaba de la lógica del sistema social

Estas industrias van creando multitud de distinciones en sus productos que ayudan a clasificar, organizar y manipular a los consumidores, donde hay algo pensado para cada consumidor para que ninguno pueda escapar de esta gran clasificación de las necesidades, los consumidores son sólo datos estadísticos que son manipulados por los departamentos de mercadeo. Acá el “esquematismo del procedimiento” destaca, pues los productos mecánicamente diferenciados se muestran cómo lo mismo, aquí el consumidor no tiene nada que clasificar pues todo ya ha sido hecho anticipadamente. El catálogo creado no sólo delimita el ámbito libre, sino que lo domina y controla por entero.

La obra mediocre de la “industria cultural” ha preferido siempre asemejarse a las otras, se ha contentado con el sustituto de la identidad, se absolutiza la imitación. La cultura es entregada a las manos de la administración, que la cataloga y clasifica. Sólo la subsunción industrializada radical y consecuente, es del todo adecuada a este concepto de cultura.

La industria cultural se ha desarrollado con el “primado del efecto”, donde el detalle técnico esta por sobre la obra, detalle que fue el portador de la idea alguna vez. El detalle al emanciparse se había hecho rebelde, como demostración de rebelión contra la organización, pero con la industria cultural se pone fin a esto con la “totalidad” en la obra, pues al no conocerse otra cosa que los efectos, se acaba con la rebeldía de estos y se los somete a la forma que sustituye a la obra, donde se trata igual al todo y a las partes, el todo se opone a los detalles. La armonía garantizada con el todo, es una parodia de la armonía garantizada de la obra de arte burguesa. La necesidad constante de nuevos efectos siempre ligados al viejo esquema, no hace más que aumentar la autoridad de lo tradicional, esta paradoja de la rutina disfrazada de naturaleza se advierte en todas las manifestaciones de la industria cultural

La reconciliación de lo universal con lo particular en la obra, donde el estilo adquiere contenido, es vana porque no se llega a ninguna tensión entre los polos, los extremos que se tocan quedan diluidos en una confusa identidad, lo universal puede sustituir a lo particular y viceversa. El estilo autentico es el del dominio.

El consumidor cultural tiene una atrofia de la imaginación y de la espontaneidad, de manera tal que los productos son hechos de tal forma que su percepción adecuada exige rapidez de intuición, capacidad de observación y competencia específica, lo cual a su vez limita la actividad pensante, pues uno se puede perder los hechos que pasan, está prohibido detenerse.

El conformismo de los consumidores adquiere una buena conciencia, que se conforman con la constante repetición de lo mismo. El “principio de siempre lo mismo” está en la base de la industria cultural, la cual excluye lo nuevo que se ve como riesgo.

La industria cultural es el estilo más inflexible de todos, es el objeto del liberalismo. Lo que se resiste sólo puede sobrevivir en la medida en que se integra. Por esto mismo en los países donde se desarrolló el liberalismo, los más industrializados, es donde ha triunfado la industria cultural, producto de las leyes del capital. Excluido el sujeto de la industria es fácil convencerlo de su insuficiencia, así industria cultural fue creando al hombre como ser genérico

La ideología de la industria cultural, sin contenido, vaga y falta de compromiso, no es por esto más transparente

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