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RESEÑA UNA VERDAD INCOMODA


Enviado por   •  6 de Octubre de 2014  •  1.730 Palabras (7 Páginas)  •  220 Visitas

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Reflexiones geográficas para el fin del debate del cambio climático y una propuesta de compromiso ante el riesgo medioambiental.

En esta comunicación se pretende indicar claramente cuáles son las evidencias del calentamiento global y cuál es el riesgo. En función de este riesgo, en último término la destrucción medioambiental del planeta para la vida humana, destacar cuáles son los compromisos de prevención que debemos adoptar.

Desde una reflexión territorial, geográfica, detalláremos en la comunicación cuál es exactamente el conflicto y la dimensión del calentamiento global; daremos la respuesta a la pregunta qué está en juego, para finalmente solicitar la necesidad de un compromiso global que debe establecerse tanto en la voluntad individual como en la voluntad política de nuestras sociedades.

Palabras clave: Cambio climático, calentamiento global, riesgo medioambiental

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(Abstract)

What we want to show with this paper are the evidences of the global warming and its risks. According to this risk, as a last term the environmental destruction of the planet for the remaining of human life, we want to highlight which are the prevention agreements to be taken.

From a territorial and geographical reflection, we’ll detail which is exactly the conflict and the magnitude of the global warming. Therefore, we’ll highlight the answer to the question what’s at stake? in order to request the need of a global agreement that must be reached in our society according to both our individuals and politics will.

Keywords: Climate change, global warming, environmental risk.

“Evidencia de hoy, imaginación de ayer”. Blake, William, El matrimonio del cielo y del infierno.

“Conociendo con tiempo, como sólo lo conoce la gente de talento, los males que nacen en él, se curan pronto; pero cuando, por falta de previsión, se les permite crecer tanto que cualquiera puede reconocerlos, ya no tienen remedio”. Maquiavelo, El Príncipe.

¿Qué nos estamos jugando?

Tenemos un planeta, reducido o amplio según las escalas o las miradas, pequeño para el universo grande para nosotros; pero en cualquier caso, único. Un planeta magnífico, que nos ofrece los recursos necesarios para la vida y que nos permite moldearlo y utilizarlo (según la lógica del desarrollismo y del progreso que hemos aplicado, práctica y totalmente a nuestro antojo), pero que es único, finito y frágil. Y lo peor, no tenemos otro.

Procesos que han sostenido la evolución de los seres humanos entran en conflicto, precisamente, con esa unicidad, finitud y fragilidad de la Tierra. Cuestiones tan básicas como nuestro crecimiento demográfico, tecnológico y económico, que nos han permitido (al menos al 20 por ciento de los privilegiados) alcanzar un nivel de vida máximo comparado con cualquier momento pretérito de la Historia de la Humanidad, son las que chocan contra el lado caduco de nuestro planeta.

El exponencial crecimiento demográfico del hombre, que en los últimos 150 años ha elevado de mil a más de seis mil quinientos millones de habitantes, supone, no hay que ser Malthus ni seguidor suyo para entender la lógica, una presión constante sobre la Tierra. Un simple ejemplo, tan visible en las fotos satélite, el aumento del proceso de la deforestación. Verbigracia, en Indonesia, en su isla de Sumatra, la deforestación supone actualmente el 20 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero del país (Gelling, 2007).

Sin embargo, son los otros dos incrementos, el tecnológico y el económico, los que entran en conflicto más frontalmente con la conservación de la Tierra. Ambos, como el demográfico, han tenido en el último siglo y medio un aumento exponencial y espectacular (y otros muchos adjetivos similares). El crecimiento económico ha supuesto, no obstante, esquilmar los recursos del planeta a un ritmo superior al derivado del aumento poblacional. La evolución de nuestras tecnologías nos ha proporcionado las herramientas necesarias para una mayor destrucción.

Frente a la acción humana tenemos pues la vulnerabilidad finita de nuestro planeta, sobre todo de su atmósfera. La inquietud se localiza en rebasar un punto de no retorno y, como consecuencia, la destrucción de la Tierra, evidentemente no su eliminación en sí, sino su transformación en un planeta incompatible con la vida de los seres humanos, o de la mayoría de los seres humanos, o que dé lugar a unas condiciones de vida totalmente distintas, y presumiblemente mucho más perjudiciales, a las actuales. Desde luego, cualquiera de las tres posibilidades añadidas a la idea del no retorno nos deben situar en lo qué nos estamos jugando: nuestro futuro. En estos momentos, precisamente de la vulnerabilidad atmosférica viene el principal problema medioambiental mundial, el calentamiento global o el cambio climático.

El calentamiento global o cambio climático.

La contaminación humana, derivada principalmente del uso masivo de los combustibles fósiles, que ha acompañado a nuestro crecimiento demográfico, económico y tecnológico, ha aumentado el grosor de la atmósfera y la cantidad de radiación retenida por la misma. Hemos añadido artificialmente, en nuestro desarrollismo continuado, una gran cantidad de gases invernadero a la atmósfera; el principal, pero no el único, el dióxido de carbono (CO2)

La proporción del CO2 y otras gases, como el metano (que en los últimos 200 años ha pasado de 700 a unas 1.700 partes por mil millones –McNeill,

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