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Resumen libro Modernidad Líquida. Prólogo


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2017  •  Resúmenes  •  16.843 Palabras (68 Páginas)  •  634 Visitas

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Resumen libro Modernidad Líquida.
Prólogo.


Los líquidos a diferencia de los sólidos no conservan su forma. No se fijan al espacio ni se atan al tiempo. Los sólidos cancelan el tiempo, para los líquidos lo que importa es el tiempo. La extraordinaria movilidad de los fluidos es lo que los asocia con la idea de “levedad “y “liviandad”, palabras relacionadas con la movilidad e inconstancia. 
¿La modernidad no ha sido fluida desde el principio? Hace un siglo y medio, los autores del Manifiesto Comunista decían que el espíritu moderno aludía a una sociedad que se encontraba demasiado estancada para su gusto y demasiado resistente a los cambios ambicionados, ya que todas sus pautas estaban congeladas. Sin embargo, ellos no pretendían acabar con los sólidos definitivamente sino que querían hacer espacio a nuevos sólidos para reemplazar al conjunto heredado de los sólidos defectuosos por otro mejor, incluso inalterable. Los primeros sólidos que debían disolverse y las primeras pautas que debían profanarse eran las lealtades tradicionales, los derechos y obligaciones que obstaculizaban movimientos y la iniciativa.
“Derretir sólidos” significaba desprenderse de las obligaciones “irrelevantes”, y destrababa la compleja trama de las relaciones sociales, dejándola incapaz de resistir a las reglas del juego y a los criterios de racionalidad inspirados y moldeados por el comercio. Esa fatal desaparición dejo el campo libe a la invasión y al dominio de la racionalidad instrumental (según Weber) o del rol determinante de la economía (según Marx). La disolución de los sólidos condujo a una progresiva emancipación de la economía de sus tradicionales ataduras políticas, éticas y culturales. Sedimento un nuevo orden definido en términos económicos.
La situación actual emergió de la disolución de las limitaciones individuales de elegir y actuar. Uno de los efectos más importantes de ese cambio de dirección ha sido la disolución de las fuerzas que podrían mantener el tema del orden y del sistema dentro de la agenda política. Los sólidos que se están derritiendo en este momento de la Modernidad Fluida, son los vínculos entre las elecciones individuales y los proyectos y las acciones colectivas. Todos los moldes que se rompieron fueron reemplazados por otros. Sin embargo esos códigos y conductas que uno podía elegir como puntos de orientación estables escasean cada vez más en la actualidad. Lo que implica que salimos de la época de los “grupos de referencia” para desplazarnos hacia una era de la “comparación universal” en la que el destino de la construcción individual esta indefinida y tiende a pasar por muchos cambios antes de alcanzar el final de la vida del individuo (único final verdadero).
En la actualidad las pautas y configuraciones ya no están “determinadas” y no resultan “autoevidentes” hay demasiadas, y se contradicen de manera que cada una de las pautas ha quedado despojada de su poder coercitivo o estimulante. El poder de licuefacción ha descendido del “macro nivel” al “micro nivel” de la cohabitación social. La versión privatizada de la modernidad hace que el peso de la construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso caigan sobre los hombros del individuo. 
Un rasgo de la vida moderna es el cambio de la relación entre espacio y tiempo. La modernidad empieza cuando el espacio y el tiempo se separan de la práctica vital y pueden ser teorizados como categorías de estrategia y acción independientes. En la modernidad el tiempo tiene historia gracias a la prolongación de los tramos de espacio que las unidades de tiempo permiten “cruzar” o “conquistar”. El tiempo adquiere historia cuando la velocidad del movimiento a través del espacio se convierte en una cuestión de ingenio, imaginación y recursos humanos. Gracias a la flexibilidad y capacidad de expansión, el tiempo moderno se ha convertido en el arma para la conquista del espacio. La velocidad del movimiento y el acceso a medios de movilidad más rápidos ascendieron hasta llegar a ser el principal instrumento de poder y dominación.
El largo esfuerzo por acelerar la velocidad del movimiento ha llegado ya a su “límite natural el poder puede moverse con la velocidad de la señal electrónica; así el tiempo queda reducido a la instantaneidad. El poder se ha vuelta extraterritorial y ya no está atado por la resistencia del espacio (el advenimiento de los teléfonos celulares puede funcionar como el definitivo “golpe fatal” a la dependencia del espacio).
La etapa actual de la historia de la modernidad es pospanóptica. En el panóptico lo que importaba era que las personas a cargo estuvieran siempre “allí”, cerca en la torre de control. En las relaciones de poder pospanópticas, lo que importa es la gente que maneja el poder del que depende el destino de los socios menos volátiles de la relación, y puede ponerse en cualquier momento fuera del alcance, y volverse absolutamente inaccesible. El fin del panóptico augura el fin de las era del compromiso mutuo: entre supervisores y supervisados, trabajo y capital, líderes y seguidores, ejércitos y guerras. La principal técnica de poder es ahora la huída, el escurrimiento.
Un ejemplo de lo dicho fueron las estrategias empleadas durante la Guerra del Golfo y la de Yugoslavia. Los bombardeos realizados por los casi invisibles aviones de combates reemplazaron las invasiones territoriales de las tropas de infantería. Los atacantes no deseaban ser “los últimos en el campo de batalla” después de que el enemigo huyera o fuera exterminado. La fuerza militar y la estrategia bélica de “golpear y huir” anunciaron aquello que estaba en juego en el nuevo tipo de guerra de la época de la modernidad liquida, ya no la conquista de un nuevo territorio sino la demolición de los muros que impedían el flujo de los nuevos poderes globales fluidos. En otras palabras: la guerra de hoy se parece cada vez más a la “promoción del libre comercio mundial por otros medios”.
Durante la etapa solida de la era moderna los hábitos nómades fueron mal considerados. La ciudadanía iba de la mano con el sedentarismo y la falta de un “domicilio fijo” o la no pertenecía a un “Estado” implicaba la exclusión de la comunidad respetuosa de la Ley. En la etapa fluida dela modernidad, la mayoría sedentaria es gobernada por una élite nómade y extraterritorial. Mantener los límites libres para el tráfico nómade y eliminar los pocos puntos de control fronterizo que quedan se ha convertido en el metaobjetivo de la política y también de las guerras.
El compromiso activo de la vida de las poblaciones subordinadas ha dejado de ser necesario. Ejemplo: Bill Gates se separa sin pena de sus posesiones que ayer lo enorgullecían: hoy lo que da ganancias es la velocidad de circulación, reciclado y envejecimiento, descarte y reemplazo, no la durabilidad o la duradera confiabilidad del producto. Los poderosos de hoy luchan para que sus efímeras posesiones duren más y les rindan servicios duraderos.
La desintegración social es tanto una afección como un resultado de la nueva técnica de poder, que emplea el descompromiso y el arte de la huída.

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