Rol de la mujer. Imaginario social/colectivo

II. Marco Conceptual

II.I Imaginario social/colectivo

 El concepto de imaginario social ha sido estudiado por muchos autores; sin duda alguna la sociología moderna ha arrojado varias definiciones como es el caso de Emile Durkheim que integra el concepto de conciencia colectiva que será una de las bases que dará forma a la teorización del concepto de imaginario social. Durkheim define el concepto de conciencia colectiva como “…el conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio de los miembros de una sociedad…este conjunto forma un sistema social determinado que tiene vida propia…^[1]”. Este conjunto de creencias y sentimientos como lo sostiene Durkheim son compartidas por la sociedad que las interioriza y las tomas como propias, es decir, la sociedad tiene una visión de sí misma, como deberían de ser y actuar conforme a las creencias e ideas generalizadas. Durkheim también sostiene que en efecto, se trata de “…formas de hacer actuar, pensar y sentir que presentan la importante propiedad de existir independientemente de las consciencias individuales…^[2]” Es decir, Durkheim manifiesta que la conciencia colectiva (imaginario social) precede a la individual, y que está se forma a través de las distintas formas concepciones, visualizaciones sociales que nutren y dan soporte a las sociedades para que estas funcionen de acuerdo a ciertas pautas o patrones, convirtiendo este actuar en algo coercitivo sin que los individuos así lo sientan. “…modos de actuar, de pensar y de sentir que presentan la propiedad notable de que existen fuera de las conciencias individuales. Estos tipos de conducta o de pensamiento no son solo exteriores al individuo, sino que están dotados de un poder imperativo y coercitivo en virtud del cual se imponen a él/ella, lo quiera o no…”^[3] .

Básicamente las representaciones sociales o imaginarios sociales/colectivos funcionan como medio para crear, mantener y legitimar el orden social, lo que a la vez son creadas por el mismo orden social, estas mismas representaciones sociales también permiten y prohíben diversas actuaciones sociales que como se planteó anteriormente son tomadas como válidas, normales y aceptadas y otras que se consideran anormales e incorrectas que sustentan la colectividad y moldean desde afuera la individualidad. “…El orden social no puede ser explicado más que como consecuencia de una conciencia colectiva” ^[4]

Desde el punto de vista antropológico Gilbert Durand “…el imaginario, esencialmente identificado en su concepción con el mito, el arte y el pensamiento religioso de las sociedades tradicionales, constituye, de acuerdo a su pensamiento, el sustrato básico de la vida mental que, lejos de agotarse en la producción de conceptos o en la mera praxis instrumental, alude a una dimensión del anthropos a partir de la cual el hombre elabora su interpretación del mundo y organiza el conjunto de su cultura…” ^[5]

Es decir, según la postura de Durand, las sociedades basan sus representaciones sociales, sus imaginarios, dando un enfoque de su universo a partir de todo lo que engloba su cultura, como por ejemplo a partir de relatos, de manifestaciones artísticas sus ideas religiosas que le permiten obtener nociones o imágenes de lo que significa para ellos dependiendo también de espacio geográfico en donde se encuentren. Para Durand el imaginario va de lo mítico a lo simbólico, es decir, pasa por categorías como cultura, sociedad, imaginación e imagen.

Plantea que en su actuación social y cultural, “…el ser humano está dotado de una facultad simbolizadora, por consiguiente, la creación artística y literaria no debe ser concebida fuera de una poética de lo imaginario, que interpreta los símbolos y las imágenes recurrentes como proyecciones inconscientes de los arquetipos en que se configuran las profundidades del inconsciente colectivo…”^[6]

Para Durand, el imaginario social no se produce de manera aleatoria, desordenada ni al azar, sino que estas imágenes o representaciones están ligadas a una necesidad imperativa de intercambio colectivo de las subjetividades humanas y como están son asimiladas socialmente para dar origen a lo que se considera los modelos o pautas a seguir dentro de la sociedad.

Por su parte, Cornelius Castoriadis quien introduce como tal el término de imaginario social instituyéndolo como productor de creencias e imágenes colectivas. El término imaginario social “…representa la concepción de figuras/formas/imágenes de aquello que los sujetos llamamos realidad, sentido común o racionalidad en una sociedad… Esta realidad es construida, interpretada, leída por cada sujeto en un momento histórico social determinado...”^[7] Las sociedades tienen concepciones sobre lo que consideran su realidad y como esta es entendida por cada sujeto y hace que la sociedad se mantenga cohesionada, unida a dichas representaciones. Estas concepciones colectivas hacen que la misma sociedad se cree a sí misma, y se autorregule ejerciendo una poderosa influencia en las distintas instituciones sociales y en las distintas aspectos que conciernen a la sociedad permitiendo generar patrones de identidad, de cohesión en la cual los miembros se identifican en estos espacios simbólicos que representan su realidad, su forma de ver el mundo.

“Una sociedad existe en tanto plantea la exigencia de la significación como universal y total, y en tanto postula su mundo de las significaciones como aquello que permite satisfacer esta exigencia...”^[8] .La sociedad necesita crear un mundo propio de representaciones simbólicas para poder existir, y dichas representaciones parten desde la óptica de las necesidades que esa sociedad tenga en los distintos aspectos ya sean estos sociales, culturales, políticos, económicos, etc.

Para Castoriadis las significaciones que las sociedades se dan a su mundo “…son imaginarias porque estas no corresponden a elementos racionales, reales ni objetivos, ya que estas representaciones están dadas porque son creadas y están instituidas socialmente...” ^[9] .Esta definición se construye e instituye en una manera de pensar la sociedad no desde la identidad individual , sino más bien desde la creación indeterminada misma de la sociedad, de la exigencias que esta tenga, de sus producciones y de los significados, sentidos y prácticas necesarias para su existencia.

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