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TRIUNFO DEL NEOLIBERALISMO


Enviado por   •  16 de Mayo de 2012  •  2.021 Palabras (9 Páginas)  •  660 Visitas

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CARLOS ACOSTA CÓRDOVA

“Repudiamos el neoliberalismo”… ha sido la respuesta más contundente y unificada a escala global ante los efectos sociales de un modelo económico que desde mediados de los setenta ha privilegiado al mercado sobre las capacidades de los Estados nacionales; que ha sido permisivo con los sistemas financieros, ha prohijado la codicia y la avaricia empresarial y ha sometido a las poblaciones al deterioro de sus condiciones de vida.

Lo significativo es que quienes optaron por salir a la calle son presa de los mismos males, sobre todo a raíz de la más reciente crisis económica mundial: Perdieron su trabajo o nunca han tenido uno; se quedaron sin casa por no poder pagar las hipotecas; no pueden estudiar porque las colegiaturas son carísimas o el sistema público es discriminatorio o está saturado; no tienen acceso a los servicios públicos de salud porque perdieron el empleo o su salario no les permite acceder a mínimos de bienestar…

Problemas como éstos, que se derivan de una compleja concurrencia de factores ideológicos, políticos y económicos, fueron previstos en un libro ya clásico de economía:

México: la disputa por la nación (Siglo XXI), que escribieron en 1981 Rolando Cordera Campos y Carlos Tello Macías y que ahora circula en una segunda edición. “Hoy podemos decir, sin ninguna duda, que el proyecto neoliberal del que hablábamos en La disputa triunfó”, dice a Proceso Carlos Tello. Cordera y Tello explicaban entonces que el modelo neoliberal concibe la economía como un sistema que se autorregula, contrario a las tesis keynesianas sobre la necesidad de la intervención del Estado como conductor y regulador de la actividad económica, con el pleno empleo como objetivo central.

Y para poder “restablecer las condiciones funcionales de autorregulación de la economía”, el modelo neoliberal hacía propuestas de política económica como éstas, según los autores: “Reducir al mínimo posible la participación del Estado en la economía, así como su función reguladora; descansar en los instrumentos de política monetaria (tasa de interés, control del circulante, etcétera) más que en los de la política fiscal (gasto público, impuestos, etcétera) para movilizar y asignar los recursos existentes y canalizar el excedente económico.”

También: “Privilegiar la estabilidad monetaria por encima de cualquier objetivo, incluso el crecimiento económico y los asociados con el bienestar de las clases populares, y finalmente, liberar las trabas proteccionistas al intercambio de mercancías y capitales entre las naciones”.

Decían asimismo que dicho modelo concebía a la clase obrera “como un factor de producción que sólo comportándose como tal puede propiciar el equilibrio en el mercado y una retribución proporcional al esfuerzo empeñado en la producción. “De aquí la insistencia en circunscribir la organización sindical a las relaciones internas de la empresa, despojando a los sindicatos de toda injerencia en la política y la economía nacionales.”

En el libro se encargan de detallar, en caso de que México adoptara el modelo neoliberal, cómo se concebirían y manejarían las variables macroeconómicas (inflación, salarios, tipo de cambio, empleo, tasas de interés y demás) y cómo se aplicarían las políticas públicas en materia industrial, agrícola y comercial, entre otras.

El libro resultó premonitorio de lo que pasaría después en el país, pues fue escrito entre 1980 y 1981, cuando en México se vivía un fuerte intervencionismo estatal –las ideas neoliberales eran embrionarias– que hizo posible que la economía nacional creciera a tasas superiores a 8%. De hecho, esos dos fueron los últimos años de crecimiento económico notable en el país. En 1980 la economía creció 9.2%, y 8.8% en 1981. Ya no se verían más, en los siguientes 30 años, esas tasas de crecimiento.

En 1982 se le desbarató la economía al presidente López Portillo. Los ríos de petróleo que corrían por el país a finales del sexenio anterior se habían descubierto enormes yacimientos en la sonda de Campeche llevaron al gobierno a gastar más de la cuenta, a sobre endeudarse espectacularmente heredó de Echeverría una deuda externa de 20 mil millones de dólares y la dejó en 80 mil millones, y su sexenio terminó en un verdadero caos.

Todo se trastocó: la inflación terminó rondando el 100%, el déficit público en cerca de 20%; el pago de intereses representaba la mitad del valor de las exportaciones; la economía nacional, de venir creciendo a tasas cercanas al 10%, se desplomó -0.6%; la inversión pública, que en los años previos había permitido múltiples y magnas obras de infraestructura cayó 16%.

Además, dicen Tello y Cordera en el nuevo prólogo de La disputa, “el tipo de cambio se devaluó como en cascada (de 26 pesos por dólar al final de 1981 a 150 pesos al final de 1982; 477% en un año) y se dio una fuga de capitales que no parecía tener más fin que el agotamiento de las reservas internacionales de México.”

El mito de las reformas

Carlos Tello recuerda que los gobiernos neoliberales en el país pusieron en práctica tres grandes grupos de reformas: La reducción del tamaño del Estado y la limitación de su papel en la economía; una brutal apertura económica “pasamos, en un abrir y cerrar de ojos, de ser una economía muy cerrada a la economía más abierta del mundo, literalmente” y los cambios al sistema financiero con el consecuente desmantelamiento de la banca estatal de desarrollo, salvo los casos de Nafin y Banobras, aunque también se achicaron, en tanto que Bancomext se ha ido desvaneciendo.

Y por lo que hace a la banca comercial, dice Tello, se abrió parcialmente al capital privado en marzo de 1983, apenas seis meses después de la nacionalización de los bancos. Y acabó, en los gobiernos de Zedillo y Fox, cediéndose a la banca internacional. Según ofreció el gobierno, dice Tello, esas reformas se hicieron “con un doble propósito: que la economía creciese a un ritmo más acelerado, generando empleo y prosperidad; el segundo propósito fue mejorar las condiciones generales de existencia de la población, no nada más de bienestar”.

Pero “pasó el tiempo y hoy, después

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