Violencia De género
patolina227 de Mayo de 2013
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VIOLENCIA DE GÉNERO
EL PROBLEMA:
TÍTULO DEL PROYECTO
La violencia provocada hacia las mujeres en la actualidad.
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
La violencia se encuentra dirigida hacia una población vulnerable basada en el género y tiene como fundamento el desequilibrio de poder, cuya base es la sociedad patriarcal que posee un sistema de valores y creencias que modelan relaciones espacio-temporales no equitativas entre hombres y mujeres. Una de las formas como se manifiesta la jerarquía entre los géneros y la denominación del uno sobre el otro es la violencia hacia la mujer en la pareja, donde el vínculo afectivo se utiliza como excusa para establecer conductas que ocasionan daño o sufrimiento físico, psicológico y sexual a un miembro de la pareja.
PREGUNTAS DE LA INVESTIGACIÓN
¿Qué pasa con la violencia de género ocasionada? ¿De que manera será restituido el daño? ¿Quién restituye el daño moral y que sanción se aplicará?
OBJETIVO DE LA INVESTIGACIÓN
El objetivo de la investigación es establecer la presencia de la violencia de género y diferenciar sus diversas manifestaciones, si las hubiera, en las relaciones de pareja, se tomará en consideración toda aquella relación ya sea noviazgo, matrimonio o de convivencia, bien sea que se cohabite o no.
JUSTIFICACIÓN
La pregunta es por qué es importante hablar del tema de la violencia familiar, es con el fin de evaluar en la actualidad si realmente existe la información, orientación y motivación de la participación de la sociedad, y ayudar a la prevención y combatir la violencia de género. Promover información, orientación y motivación que ya existe en las instituciones y organizaciones. Puesto que desde mi punto de vista, falta el promover medidas cautelares que ya existen y hacerlas valer, incluyendo el apoyo a las dependencias y hacerlas fuertes para su funcionamiento.
MARCO DE REFERENCIA:
INTRODUCCIÓN
La socialización por género produce dos formas de pensar, de hacer, de ser, de sentir y de actuar; los niños y las niñas aprenden e interiorizan modelos y valores. Desde el mismo momento de la concepción se establecen los roles que deben ejecutar el hombre y la mujer en la sociedad. A la mujer se le asigna colores cálidos, se le regala juguetes que aluden al hogar (muñecas, escobas, plancha, vajillas de cocina), se le restringe al espacio privado y al trabajo reproductivo (maternidad, familia, cuidado de hijos y de terceros); cuando estudia y ocupa empleos en el espacio público, por lo general, son extensivos del hogar o de bajo "estatus social" (docentes, obreras de limpieza, costureras, enfermeras, secretarias, trabajadoras domésticas,). La mujer ha sido socializada para la sumisión y la obediencia, para la pasividad y la ternura, para la afectividad y la dependencia.
Al hombre se le asignan colores fríos, su alrededor juguetes alusivos al poder (aviones, tanques, carros de carrera, soldados, armas), ocupa el espacio público y el trabajo productivo (actividades políticas, empresariales, gerenciales, actividades relacionadas con la fuerza física o intelectual), es el proveedor de los recursos económicos del hogar y el responsable y la máxima autoridad de la familia. El hombre es socializado para ganar y asumir el liderazgo, para la dominación y el éxito, para la agresividad y el autocontrol, para la restricción emocional y la independencia.
Las estructuras sociales son las que otorgan el poder a los hombres y generan prejuicios que minimizan a la mujer como ciudadanas de segunda. Es en el núcleo familiar donde se aprende, se interioriza y se perpetúa el sistema jerárquico de poder entre los géneros. Los niños observan que la violencia es un medio adecuado que resuelve conflictos dentro del hogar y las niñas asumen este comportamiento como algo normal en las relaciones de pareja, por lo tanto, este modelo sexista se transmite de generación en generación.
La desigualdad y la inequidad entre los géneros han permitido y legitimado la violencia hacia la mujer sin hacer diferenciación de clase social, área geográfica, nivel educativo y profesional.
HIPÓTESIS
Definitivamente la violencia de género es un mal que afecta a la sociedad, ya que la base fundamental de la misma es la familia y ésta se ve afectada si no existe una equidad en cuanto a género, ya que impera la violencia en toda su atmósfera.
VARIABLES
Nivel educativo y edad.
METODOLOGÍA
Investigación bibliográfica.
CAPÍTULOS
1.- Antecedentes históricos.
2.- Tipos de violencia de género.
3.- Situación actual en México.
4.- Normatividad vigente.
6.- Conclusiones.
BIBLIOGRAFIA
Anderson, B.S. Y Zinsser, J.P: Historia de las mujeres, una historia propia. Barcelona: Crítica. 2ª edición, 1992.
Alberdi J., Matas N. (2002) La Violencia Doméstica. Informe sobre los Malos
La Violencia de Género en México, un obstáculo para la democracia y el desarrollo, González Ascencio, Gerardo
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
A pesar de que la violencia hacia la mujer no es en absoluto un fenómeno nuevo, porque tiene un innegable antecedente histórico patriarcal, su reconocimiento, su visualización, y, por tanto, el paso de ser considerada de una cuestión privada a un problema social, sí es relativamente reciente. Cierto es que la mayoría de las personas conocen algún caso de malos tratos, en el entorno familiar o vecinal, pero se han silenciado bajo el pretexto de considerarle como un asunto privado.
Desde las épocas más remotas de la cultura humana se ha manifestado siempre la subordinación de las mujeres respecto a los hombres. Este fenómeno no se ha limitado sólo a concebir la inferioridad femenina, sino que ha trascendido las fronteras de lo racional, hasta llegar incluso a manifestarse mediante comportamientos agresivos, que acreditados por el patriarcado y ratificados luego por las sociedades ulteriores, conforman la ya histórica y universal violencia de género.
La discriminación de la mujer en la sociedad representó la primera forma de explotación existente, incluso antes que la esclavitud. Los hechos que ejemplifican las desigualdades y discriminaciones hacia la mujer son numerosos y antiquísimos. Algunos datan del año 400 A.C., cuando las leyes de Bizancio establecían que el marido era un Dios al que la mujer debía adorar. Ella ocupaba un lugar tan insignificante que ni siquiera podía recibir herencia o beneficio alguno.
En la India, los testimonios más antiguos aseguran que si la mujer enviudaba era quemada viva junto al cadáver del esposo en una ceremonia llamaba Sati, acto este que quedaba incluido dentro de las obligaciones como esposa. Además la mujer infecunda era repudiada, al igual que la que gestaba sólo hijas; y en las comunidades de Irán y Etiopía, el nacimiento de una mujer era una deshonra, siendo, incluso, este vocablo sinónimo de bajeza, debilidad y desgracia.
En las antiguas sociedades esclavistas el hombre ocupaba una posición de superioridad en la familia. En Grecia cuando la pareja era acusada de cometer un delito, la pena sólo se imponía a la mujer. En Roma el pater-familia tenía la autoridad sobre todas las personas con quienes convivía. Sobre la mujer específicamente tenía la manus como poder, por considerarla inferior, y podía venderla, castigarla o matarla según sus deseos. La mujer que se casara sine manus no tenía parentesco civil ni con el marido ni con los hijos, y la mujer nunca llegaba a tener la patria potestad sobre los hijos en la familia agnaticia romana.
La situación legal de la mujer, según las normas islámicas, es sumamente discriminatoria. La mujer, a partir del casamiento, adquiere la condición de propiedad privada del marido. El Corán estipula como deber del hombre pegarle a la esposa rebelde, así como el encierro perpetuo de las infieles en la casa. El castigo corporal no está limitado, es legítima facultad masculina sobre su cónyuge, de modo que se exonera de responsabilidad penal al esposo cuya mujer falleciere como resultado de una golpiza con fines “educativos”.
En Europa, específicamente en Burdeos, Francia, en 1359 se estableció por costumbre que cuando un hombre mataba a su esposa en un exceso de cólera, siempre que se confesara arrepentido mediante juramento, no era castigado.
En general, la mujer en la antigüedad estaba supeditada al marido y este podía llegar en el ejercicio de su dominio –incluso-, a castigarla corporalmente. Así de arbitrarias y desenfrenadas eran las normas arcaicas, en las que la violencia contra la mujer era tan común y usual como el matrimonio, y resultaba pues, un efecto de este último la supeditación total de las féminas respecto a los hombres, rasgos propios de la cultura patriarcal, que tiene raíces muy profundas.
La Edad Media no trajo diferencias sustanciales: los nobles golpeaban a sus esposas con la misma regularidad que a sus sirvientes. Esta práctica llegó a ser controlada en Inglaterra, denominándose “Regla del Dedo Pulgar“, referida al derecho del esposo a golpear a su pareja con una vara no más gruesa que el dedo pulgar para someterla a su obediencia, tratando así de que los daños ocasionados no llevaran al fallecimiento de la víctima. También en esta época, en familias de “sangre azul”, la mujer podía ser utilizada como instrumento de paz a través de matrimonios
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