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El Princípe Maquiavelo


Enviado por   •  31 de Octubre de 2014  •  14.150 Palabras (57 Páginas)  •  283 Visitas

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INTRODUCCION

Situándonos en el contexto histórico-social que rodea a las circunstancias de la creación de su ensayo “El Príncipe”, Nicolás Maquiavelo era una joven promesa de la administración pública de Italia, del antiguo reino de Florencia, que en un momento de su vida fue despedido y apresado en una villa, acusado de conspiración por la propia familia Medici, quien lo apartó de la política para siempre. Este hecho a Nicolás le rompió el alma, ya que sentía pasión desmedida por la política.

Por eso, dedicó su vida a tratar de influir en las decisiones de los hombres más poderosos del reino a través de sus tratados de Historia y política. Fue en esta reclusión en la villa de Albergaccio que escribió El príncipe, una especie de guía del buen gobernante para reinar en un principado sin perder el control del pueblo.

La inspiración de “El Príncipe” se da en el momento en que Maquiavelo se relaciona y trata con César Borgia (Duque de Valentino), a quien admiró por su forma de manejar los cargos otorgados por herencia, que lo llevo al grado de cautivarlo y considerarlo como el héroe que vendría a unificar a todos los principados bajo una cultura propia, haciendo a un lado toda influencia extranjera y forjando así una nueva nación. El sueño de Maquiavelo se materializaba por fin en un hombre de Política.

La razón para escribir el libro fue para regalárselo a Lorenzo de Medicis, un príncipe de Italia a quién Maquiavelo pretendía aconsejarle,ya que haciendo uso de su considerable trayectoria como diplomático representativo en otros reinos de su tan querida Florencia su tierra natal, veía en Lorenzo de Medicis su inexperiencia y la pobre reputación de éste, conduciendo a futuro un principado muy poco acorde al sueño utópico de Maquiavelo.

En el siguiente ensayo, se analizará sobre la objetividad y el positivismo de la personalidad de Nicolás Maquiavelo a partir de su obra “El Príncipe”, tratando de interpretar su conducta en un tiempo de múltiples conflictos bélicos y políticos, y la relación de ese pensar con los acontecimientos actuales donde, el imitar tal comportamiento en el ámbito político, se ha vuelto una costumbre a lo largo de muchas décadas.

La carta de presentación en su texto original con que inicia el ensayo es la siguiente:

Los que quieren lograr la gracia de un príncipe tienen la costumbre de presentarle las cosas que se reputan como que le son más agradables, o en cuya posesión se sabe que él se complace más. Le ofrecen en su consecuencia: los unos, caballos; los otros, armas; cuáles, telas de oro; varios, piedras preciosas u otros objetos igualmente dignos de su grandeza.

Queriendo presentar yo mismo a Vuestra Magnificencia alguna ofrenda que pudiera probarle todo mi rendimiento para con ella, no he hallado, entre las cosas que poseo, ninguna que me sea más querida, y de que haga yo más caso, que mi conocimiento de la conducta de los mayores estadistas que han existido.

No he podido adquirir este conocimiento más que con una dilatada experiencia de las horrendas vicisitudes políticas de nuestra edad, y por medio de una continuada lectura de las antiguas historias. Después de haber examinado por mucho tiempo las acciones de aquellos hombres, y meditándolas con la más seria atención, he encerrado el resultado de esta penosa y profunda tarea en un reducido volumen; y el cual remito a Vuestra Magnificencia.

Aunque esta obra me parece indigna de Vuestra Grandeza, tengo, sin embargo, la confianza de que vuestra bondad le proporcionará la honra de una favorable acogida, si os dignáis considerar que no me era posible haceros un presente más precioso que el de un libro, con el que podréis comprender en pocas horas lo que yo no he conocido ni comprendido más que en muchos años, con suma fatiga y grandísimos peligros.

No he llenado esta obra de aquellas prolijas glosas con que se hace ostentación de ciencia, ni adornándola con frases pomposas, hinchadas expresiones y todos los demás atractivos ajenos de la materia, con que muchos autores tienen la costumbre de engalanar lo que tienen que decir. He querido que mi libro no tenga otro adorno ni gracia más que la verdad de las cosas y la importancia de la materia.

Desearía yo, sin embargo, que no se mirara como una reprensible presunción en un hombre de condición inferior, y aun baja si se quiere, el atrevimiento que él tiene de discurrir sobre los gobiernos de los príncipes, y de aspirar a darles reglas. Los pintores encargados de dibujar un paisaje, deben estar, a la verdad, en las montañas, cuando tienen necesidad de que los valles se descubran bien a sus miradas; pero también únicamente desde el fondo de los valles pueden ver bien en toda su extensión las montañas y elevados sitios.

Sucede lo propio en la política: si para conocer la naturaleza de los pueblos es preciso ser príncipe, para conocer la de los principados, conviene estar entre el pueblo. Reciba Vuestra Magnificencia este escaso presente con la misma intención que yo tengo al ofrecérselo.

Cuando os dignéis leer esta obra y meditarla con cuidado, reconoceréis en ella el extremo deseo que tengo de veros llegar a aquella elevación que vuestra suerte y eminentes prendas os permiten. Y si os dignáis después, desde lo alto de vuestra majestad, bajar a veces vuestras miradas hacia la humillación en que me hallo, comprenderéis toda la injusticia de los extremados rigores que la malignidad de la fortuna me hace experimentar sin interrupción.

Entre otras cosas Maquiavelo recomienda en varias partes de su obra que se utilicen los medios más adecuados, disponibles para perseguir y conseguir los intereses políticos del Príncipe, es de ahí que se le atribuye el lema “el fin justifica los medios”.

Por otra parte es notoria la naturalidad con la que Maquiavelo expone lo que piensa que es correcto, lejos de la moralidad o el qué dirán. Según él, es mejor ser un dirigente duro y cruel que ser bondadoso. Y hay que ver cuál es su lógica: cuando un rey es bondadoso con sus súbditos, no se le valora, es “normal” que haga las cosas por el bien del pueblo y cuando se equivoca es duramente criticado, en cambio cuando es cruel y duro, los gestos bondadosos se glorifican y se valoran muchísimo más.

En el interior de este libro nos encontramos 26 capítulos muy relacionados entre sí. Cada uno de ellos trata sobre los distintos tipos de principados que nos podemos

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