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Poema Quejas De Dolores Veintimilla De Galindo


Enviado por   •  13 de Enero de 2014  •  354 Palabras (2 Páginas)  •  1.152 Visitas

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Poema Quejas de Dolores Veintimilla de Galindo

¡Y amarle pude! Al sol de la existencia

se abría apenas soñadora el alma…

Perdió mi pobre corazón su calma

desde el fatal instante en que le hallé.

Sus palabras sonaron en mi oído

como música blanda y deliciosa;

subió a mi rostro el tinte de la rosa;

como l ahoja en el árbol vacilé.

Su imagen en el sueño me acosaba

siempre halagüeña, siempre enamorada;

mil veces sorprendiste, madre amada,

en mi boca un suspiro abrasador;

y era él quien lo arrancaba de mi pecho;

él, la fascinación de mis sentidos;

él, ideal de mis sueños más queridos;

él, mi primero, mi ferviente amor.

Sin él, para mí el campo placentero

en vez de flores me obsequiaba abrojos;

sin él eran sombríos a mis ojos

del sol los rayos en el mes de abril.

Vivía de su vida apasionada;

era el centro de mi alma el amor suyo;

era mi aspiración, era mi orgullo…

¿Por qué tan presto me olvidaba el vil?

No es mío ya su amor, que a otra prefiere.

Sus caricias son frías como el hielo;

es mentira su fe, finge desvelo…

Mas no me engañará con su ficción…

¡Y amarle pude, delirante, loca!

¡No, mi altivez no sufre su maltrato!

Y si a olvidar no alcanzas al ingrato,

¡te arrancaré del pecho, corazón!

Poema A Mis Enemigos de DOLORES VEINTIMILLA DE GALINDO

¿Qué os hice yo, mujer desventurada,

que en mi rostro, traidores, escupís

de la infame calumnia la ponzoña

y así matáis a mi alma juvenil?

¿Qué sombra os puede hacer una insensata

que arroja de los vientos al confín

los lamentos de su alma atribulada

y el llanto de sus ojos? ¡ay de mí!

¿Envidiáis, envidiáis que sus aromas

le dé a las brisas mansas el jazmín?

¿Envidiáis que los pájaros entonen

sus himnos cuando el sol viene a lucir?

¡No! ¡no os burláis de mí sino del cielo,

que al hacerme tan triste e infeliz,

me dio para endulzar mi desventura

de ardiente inspiración rayo gentil!

¿Por qué, por qué queréis que yo sofoque

lo que en mi pensamiento osa vivir?

¿Por qué matáis para la dicha mi alma?

¿Por qué ¡cobardes! a traición me herís?

No dan respeto la mujer, la esposa,

La madre amante a vuestra lengua vil...

Me marcáis con el sello de la impura...

¡Ay! nada! nada! respetáis en mí!

...

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