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Autor: Maribel German Relativismo Moral


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2013  •  7.476 Palabras (30 Páginas)  •  408 Visitas

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06/09/2011

Relativismo moral

Tomado de catholic.net:

Autor: Maribel German Relativismo Moral

El hombre es la medida de todas las cosas….

Hace unos días, estando en una reunión de amigos, salió a la conversación el famoso y trillado tema del aborto. La discusión nos involucró cada vez más a todos. Hubo todo tipo de argumentos y posiciones encontradas: por un lado, el que decía que el aborto es un derecho de la mujer sobre su cuerpo; otros opinaron que la pobreza en nuestro país es tan dramática, que había que practicar el aborto en zonas marginadas (para que no vinieran más niños al mundo a sufrir); unos más argumentaban que el feto no es una persona, sino sólo un conjunto de células; y no faltó el que alegó que desde el momento de la concepción el feto posee toda la información genética propia de un ser humano, y que por tanto tiene derecho a vivir. Posiciones, me parece, con las que nos hemos encontrado todos algún día.

Sin embargo, en un momento de mayor acaloramiento, hubo uno que creyéndose un poco más listo que los demás -y por supuesto más “moderno”-, nos dijo a todos lo siguiente: Pero… ¿por qué discutir?, Ximena tiene su propia verdad sobre el aborto y Pedro la suya; lo más importante en esta vida es ser “tolerante”, porque la verdad es “relativa”. Y con esto pretendió dar fin a la conversación…

Paradójicamente mi amigo tratando de mostrar una actitud abierta, plural y moderna, no hizo sino afirmar un criterio que planteaba como absoluto y no discutible. Al decir que “la verdad es relativa”, nos ofrecía una “verdad” que nadie podía relativizar ni refutar.

Por otro lado, he de decirle a mi amigo que su actitud “moderna” ante la verdad, no lo es tanto, pues no tiene sus raíces en este siglo, sino en el muy lejano siglo V A.C., cuando Protágoras postulaba la siguiente tesis: “El hombre es la medida de todas las cosas…” , y con ello dio inicio al relativismo intelectual en donde no son las cosas -la realidad- la que posee su propia “medida”, su propio ser; sino que es el hombre el que determina dicha medida y verdad. Por tanto, para que el conocimiento del hombre sea verdadero –según Protágoras-, éste no debe someterse a la realidad, al ser y “medida” de cada cosa, sino que es el intelecto del hombre el que determinará la medida para cada ser.

Ante dicha tesis, podemos preguntarnos: ¿Dónde queda para Protágoras -al igual que para el hombre moderno-, el criterio que garantice la objetividad y universalidad de la verdad? Ese criterio que nos lleva a poder entendernos con el lenguaje, ya que somos capaces de denominar con un mismo nombre al mismo ser, de determinar sus características esenciales y de hacer un concepto universal del mismo. Si cada cual tuviera una percepción diversa y determinara arbitrariamente el ser y “medida” de la realidad, ¿acaso seríamos capaces de comunicarnos los hombres?

A la tesis de Protágoras: “el hombre es la medida de todas las cosas…”, responde Platón a manera de crítica: “si el hombre es la medida de todas las cosas, en consecuencia, como a mí me parezca que son las cosas, tales serán para mí, y como a ti te parece que son las cosas, tales son para ti”; de tal modo que, si a Juan le parece que todos los hombres necesitan respirar para vivir, y a Pedro le parece que no es necesario que el hombre respire para que pueda vivir, en efecto, cada uno tendrá una percepción y una “medida” diversa de la realidad, pero también unas consecuencias diferentes.

La pregunta es si la percepción de Pedro o de Juan ¿cambiarán en algo el hecho real de que el ser humano, “todo ser humano”, necesite de respirar para mantenerse vivo?, Y más aun, ¿qué consecuencias concretas se sucederían si Pedro fuera coherente con su percepción y “medida”?

Para Protágoras “el conocimiento es algo del sujeto, algo que se da en su mente, por lo que el hombre puede crearlo y presentarlo como mejor le acomode; es cuestión de habilidad”. Pierde entonces la dimensión objetiva, trascendente y universal de la verdad, al pretender que el hombre sea medida de la misma. No hay entonces criterio alguno de verdad, la medida será arbitraria y, al depender del hombre, de cada sujeto, habrá una pluralidad de verdades tan infinita como la pluralidad de hombres existentes (tal y como pretendía mi amigo con su actitud “moderna”).

Según la filosofía realista, la verdad es “la conformación entre el entendimiento y la cosa (o realidad)”, de tal manera que la verdad está en el intelecto, en el sujeto –y en este sentido se dice que es subjetiva-; pero sólo una idea o concepto tendrá la categoría de verdad, cuando ésta se adecue a la realidad del objeto –y es en este otro sentido que podemos afirmar que la verdad es objetiva-. Es decir, la verdad efectivamente radica en la inteligencia del hombre, pero sólo podemos decir que alguien posee un conocimiento verdadero, por ejemplo sobre el agua, cuando el juicio de la inteligencia acepta que el agua es un compuesto de H2O. Si la inteligencia de Luis nos dice que el agua es un compuesto de H3O, entonces decimos que la proposición que Luis afirma es falsa y no verdadera, porque no se adecua a la “realidad” del agua.

A diferencia de Protágoras -y en general de los relativistas-, observamos que Tomás de Aquino pone hincapié en que la objetividad de la verdad sólo puede fundamentarse en la res o cosa, en la realidad misma. De tal manera que afirma que si la verdad es la adecuación de la inteligencia con la realidad, “resulta entonces que la cosa misma es la medida de nuestro entendimiento (res enim est mensura intellectus nostri)”.

En conclusión decimos que, sí hay un parámetro o criterio objetivo de verdad, y que éste hace referencia a la naturaleza misma de las cosas, a lo que las cosas son, y no a lo que arbitrariamente pretende el hombre individual –cada hombre- que sean.

Protágoras, precursor como hemos visto del relativismo, no hizo sino crear una falacia sobre la cual se fundamenta uno de los tipos de relativismo: el relativismo individualista. La tesis: “el hombre es la medida de todas las cosas…”, no hace sino expresar “aquella forma de relativismo para la cual el elemento condicionante de la verdad del juicio será el sujeto cognoscente individual, es decir, todos y cada uno de los hombres. La estructura de cada sujeto humano determinará la verdad del juicio”.

Esta forma de relativismo llamada individualista, propicia una postura arbitraria del hombre ante la verdad, ante el conocimiento de la realidad que; llevada al extremo, va creando en el hombre no sólo

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