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Brotes y pandemias


Enviado por   •  14 de Julio de 2021  •  Resumen  •  3.386 Palabras (14 Páginas)  •  66 Visitas

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Introducción

Las epidemias acompañan a la humanidad desde tiempos remotos, y prueba de ello son las huellas encontradas en restos y esqueletos milenarios y la información que quedó registrada en documentos de la antigüedad que cuentan la gama de enfermedades, secuelas y muertes que dejaban a su paso por las diferentes regiones del mundo. Siempre ha sido un reto para el hombre, en cada momento de su evolución, controlar estas calamidades con los medios que ha tenido a su alcance, que van desde los métodos más primitivos hasta los que mejoran su eficacia en la medida que avanza el conocimiento científico.

En uno de estos grandes empeños de la humanidad por combatir las epidemias, en 1854, en Londres, cuando acontecía un brote epidémico de cólera, John Snow realizaba una investigación de campo que marcaba el surgimiento de la epidemiología moderna, ciencia que en su primera etapa dedicó sus empeños al control de las enfermedades transmisibles.1

Estas enfermedades continúan siendo causa importante de morbimortalidad, a pesar de los avances experimentados en el conocimiento de sus agentes etiológicos, reservorios, fuentes de infección y mecanismos de transmisión, pero esto, a su vez, posibilita la adopción de medidas de control, que unidas al desarrollo económico, científico y técnico disminuyen su impacto, fundamentalmente en los países de mayor desarrollo.2) Sin embargo, continúan siendo la primera causa de años de vida perdidos a nivel mundial, y por las que mueren cada año más de catorce millones de personas, sobre todo en los países en desarrollo.3

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) en su “Informe final sobre los objetivos de desarrollo del milenio relacionados con la salud en la Región de las Américas” plantea algunas prioridades como la necesidad de reforzar la capacidad en las áreas de vigilancia, preparación y respuesta frente a brotes y emergencias de salud pública en los países, así como el compromiso que estos tienen de brindar información de forma periódica y de colaborar en la investigación de brotes epidémicos que acontezcan.4,5

En Cuba el impacto en las enfermedades infecciosas y parasitarias ha disminuido considerablemente en las últimas décadas. Se han podido eliminar 14 enfermedades infecciosas, otras nueve no constituyen problemas de salud por presentar tasas inferiores a 0,1 por 100 000 habitantes y cinco enfermedades tienen tasas de incidencia en muy bajos niveles. Lo que significa que en el país actualmente 29 enfermedades transmisibles o alguna de sus formas clínicas se mantienen controladas.6

No obstante, existen aún amenazas y retos que obligan al sistema de salud del país a mantener activados sistemas de vigilancia sólidos y planes de contingencias que permitan accionar de manera contundente ante las emergencias sanitarias, como ocurre en el resto del continente. Entre estas emergencias se encuentran: la infección transmitida por el Aedes aegypti; la actual emergencia y reemergencia causadas por los arbovirus como el dengue, chikungunya y Zika y eventos que tienen mayor potencial de riesgo que pudieran estar asociados con la ocurrencia de brotes epidémicos, como la influenza, el cólera entre otros.7

En la práctica habitual de la salud pública cubana son muchos los factores que se relacionan con el funcionamiento de la vigilancia y control de las enfermedades potencialmente epidémicas. Aunque esta práctica es parte del trabajo cotidiano de los médicos y enfermeras de la familia, no son los únicos profesionales que intervienen en ella. Es un trabajo multidisciplinario en el que participan epidemiólogos, higienistas, directivos, decisores políticos y administrativos (a quienes se les exponen los resultados de las acciones realizadas) y de manera general median todos los profesionales de la salud. Por lo que el presente artículo tiene la intención de describir algunos términos epidemiológicos de uso cotidiano en la salud pública. Esto responde a la necesidad especial de actualizar conceptos, relacionados con la vigilancia y el control epidemiológico, que están siendo utilizados por técnicos e instituciones oficiales y organismos internacionales de forma inexacta por su sinonimia.

Desarrollo

Las interacciones entre los huéspedes susceptibles y los agentes infecciosos son extremadamente variables y están mediadas por múltiples factores y condiciones entre las que se encuentran, la susceptibilidad y la resistencia de los individuos que determinan la variabilidad de la respuesta del proceso infección-enfermedad, que puede ser propia de cada individuo (repuesta individual) y otra colectiva o grupal comunitaria (repuesta comunitaria).

Las formas de respuesta individual son tres:

1. la infección no manifiesta (inaparente, asintomática, subclínica u oculta): es en la que la presencia de infección transcurre sin la aparición de síntomas o signos clínicos manifiestos, por lo que el individuo está aparentemente bien, pero puede ser diseminador silencioso del agente infeccioso. Por tanto, la infección solo puede ser identificada por métodos de laboratorio o por la presencia de reactividad positiva a pruebas cutáneas;

2. la infección aparente: es la manifestación clínica de la enfermedad y los síntomas y signos de la entidad son evidentes, por lo que pueden ser percibidos.

3. el estado de portador: solo se evidencia en algunas enfermedades en las que el individuo infectado puede albergar el agente infeccioso específico, incluso sin presentar signos o síntomas clínicos de la enfermedad y constituye una fuente potencial de infección.

4. El estado de portador puede ser en el curso de una infección no manifiesta (portador sano o asintomático), durante el período de incubación (portador en período de incubación), en la fase de convalecencia (portador convaleciente), en un individuo con infecciones clínicas manifiestas (portador clínico) o durante el período posterior a la convalecencia (portador crónico).

5. También, según el período que dure el portador, pueden ser portadores temporales o crónicos; según duración de la eliminación de los agentes biológicos portadores temporales o permanentes; según la frecuencia (constante e intermitentes) y según el volumen de aporte de los agentes infecciosos (ligeros y pesados).

Esta variabilidad individual de la respuesta del proceso infección-enfermedad genera el espectro clínico de las enfermedades infecciosas que van desde:

1. las formas asintomáticas (enfermedad inaparente);

2. formas subclínicas (no bien manifiesta, enfermedad incompleta, abortiva, frustre o larvada);

3. formas manifiestas o enfermedades completas: las que pueden tener la enfermedad clínica, como tal, donde el proceso se presenta con todos los signos y síntomas que lo caracterizan y

4. la

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