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Cuando se establece un paralelismo entre los conocimientos médicos de las distintas culturas de la antigüedad


Enviado por   •  6 de Febrero de 2012  •  1.073 Palabras (5 Páginas)  •  657 Visitas

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Cuando se establece un paralelismo entre los conocimientos médicos de las distintas culturas de la antigüedad, lo primero que se puede afirmar es que los egipcios disfrutaban no solo de los mayores adelantos del momento, sino también de los mejores especialistas, a juzgar por la reputación que gozaba esta ciencia entre las gentes que se movían dentro de su esfera de influencia. No en vano profesionales de todos los países y latitudes de aquel entonces acudían al país del Nilo para ampliar y perfeccionar su saber y experiencia.

Curiosamente la formación en esta materia se hacía al revés que en la actualidad, pues inicialmente los estudiantes se convertían tan solo en especialistas de una parte del cuerpo, lo que traía como consecuencia que hubiera una infinidad de médicos dispuestos a luchar contra otra no menor infinidad de enfermedades, tal como señala Herodoto en sus Historias: “Hierve en médicos Egipto: médicos hay para los ojos, médicos para la cabeza, para las muelas, para el vientre; médicos en fin para los achaques ocultos”. Más tarde sin embargo, si alguno lograba ampliar sus conocimientos hasta alcanzar una visión de conjunto, se le autorizaba para desarrollar el ejercicio de la medicina general, convirtiéndose en una especie de “médico de cabecera” a quien se conocía como Sunu.

Cuando una persona perdía la salud, una vez era examinado por el médico recibía por parte de este (y a tenor de su estado) tres posibles diagnósticos, según que el mal que le aquejaba fuese fácilmente curable, de pronóstico incierto, o un caso desesperado: “una enfermedad que conozco y trataré”, “una enfermedad que conozco e intentaré tratar”, o “una enfermedad que desconozco y que no podré tratar”, momento en el cual se le daban las directrices de los pasos que debía seguir o los remedios que precisaba tomar.

En la composición de los remedios entraban los elementos mas dispares, (de los que destacaban por su profundo conocimiento todos los relacionados con la herboristería y la botánica), aunque desde luego empleaban sustancias procedentes de los tres reinos de la naturaleza: minerales (alabastro, arsénico, cobre, conchas marinas, natrón, sílex...), vegetales (acacia, ajo, cebolla, cereales, enebro, persea, sicomoro...), y animales (bilis, grasas, leche, hígado...). A todo ello se unían componentes de origen mas heterogéneo: desde la leche materna, (que era apreciada de manera muy especial), o la dulce y nutritiva miel, (cuyas propiedades antisépticas y cicatrizantes han sido redescubiertas recientemente, y que era empleada con profusión en cirugía), hasta muchos otros que a primera vista solo podemos ver como absolutamente repugnantes: orina o excrementos de ciertos animales (como murciélagos, hipopótamos, cocodrilos o pelícanos), muchos de los cuales contienen sin embargo compuestos químicos impredecibles de señalar antes de ser sometidos a un moderno análisis, y que aun cuando no fueran sintetizados tal como se hace hoy en avanzados y asépticos laboratorios, no por ello dejaban de tener su eficacia.

Respecto a las formas de usar lo anterior, podían ser de lo más variadas: pociones, ungüentos, fumigaciones o cataplasmas, a las que se unían en algunos casos desde

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