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Dos Opuestyos


Enviado por   •  23 de Julio de 2014  •  1.679 Palabras (7 Páginas)  •  129 Visitas

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Civilización y barbarie. La eterna dicotomía.

El tema de “civilización y barbarie” atraviesa toda la historia cultural de América Latina y hunde sus raíces en la misma acción del descubrimiento de América: la acción civilizadora de los españoles con respecto a las poblaciones indígenas, que representaban la encarnación de la barbarie.

Sin embargo la formulación de la antinomia tiene su antecedente en la propia historia de Occidente, fijando sus raíces en la época clásica. En plena época helenística surge la construcción de dos figuras: el civilizado y el bárbaro. No obstante, el sentido de “bárbaro”no tenía unas connotaciones despectivas, sólo de distinción. La cristiandad medieval reelaboró la visión del bárbaro legada por la antigüedad clásica, envolviéndola con los enunciados propios de la cultura medieval. En el siglo XVI, Europa o más específicamente españoles y portugueses emplean la figura del bárbaro como clave de interpretación sobre los indios de América, con lo que se inicia el proceso de barbarización del negro y posteriormente del indio. Pese a que el indio fue visto en algunas ocasiones como el buen salvaje y otras como un ser presa de sus instintos, degradado y corrompido, el hombre americano fue construido como la antítesis del hombre civilizado por excelencia, el hombre europeo. Semejante polémica atraviesa la época colonial hasta desembocar en el período independiente.

Las figuras del civilizado y del bárbaro alcanzaron en América Latina su formulación definitiva en la obra de Sarmiento. La antinomia expresaba por un lado, las aspiraciones de la clase burguesa argentina, y más ampliamente latinoamericana, en ascenso durante el siglo XIX ; por el otro, la prevalencia de las ideas ilustradas y positivistas que buscaban la consolidación de un status favorable a los intereses de la burguesía. Bajo tal orientación los conceptos de civilización y barbarie nunca llegaron a ser criticados a fondo para constatar si respondían auténticamente a la problemática de la identidad y la cultura de Latinoamérica. Fueron aceptados como inevitable alternativa a ser resuelta por el camino de la elección de uno de ellos. Así, bajo estos cánones, el argentino Domingo Faustino Sarmiento escribe, desterrado en Chile, la serie de artículos publicados en 1845 en el diario El Progreso con el título de Civilización y Barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga y aspecto físico, costumbres y hábitos de la República Argentina. Concibe este libro como un esquema para comprender la inestable estructura cultural y política de la Argentina sometida a la dictadura de Juan Manuel Rosas.

Partiendo de este objetivo inicial, establece un esquema sobre el cual se vertebra el total de la obra. Se trata de un doble sistema semántico tendiente por un lado, a la profundización y multiplicación de antagonismos: civilización / barbarie, ciudad / campo, unitarismo / federalismo, frac / poncho, europeos y estadounidenses / indios , teatros / pulperías...; y por el otro, a forzadas conexiones: el frac es civilización / el colorado es barbarie.

Sin embargo, hay sin duda un elemento que se impone a todos los otros como el verdadero generador de la barbarie en toda su extensión: la Naturaleza. Sarmiento reconoce el valor de la naturaleza americana como motivo de inspiración poética para el escritor nacional, expresándolo así: ”el pueblo argentino es poeta por carácter, por naturaleza”. Pero, a su vez, le atribuye a ésta el origen de todos los males de la Argentina y lo ejemplifica a través de la biografía del personaje paradigmático de Facundo Quiroga, quien resulta ser el producto engendrado por la Naturaleza y representa, al mismo tiempo, a Juan Manuel de Rosas. Partiendo de un ser originariamente sobresaliente, comparándolo en ocasiones con personaje de la talla del mismísimo César, Tamerlán o Mahoma, responsabiliza al medio, la Pampa argentina, de su conversión a un personaje caracterizado por la barbarie. Se trata del gaucho que desembocará posteriormente en la figura del cuadillo. Se trata del mismísimo Rosas.

Según Sarmiento, el hombre tiene que adaptarse a la dura vida de la pampa, por lo que sufre una transformación tanto física como emocional. Sarmiento dice: “en llanuras tan dilatadas, en donde las sendas y caminos se cruzan en todas las direcciones, y los campos en que pacen o transitan las bestias son abiertos, es preciso saber seguir las huellas de un animal, y distinguirlas de entre mil, conocer si va despacio o ligero, suelto o tirado, cargado o vacío: esta es una ciencia casera y popular”. Con esta cita, Sarmiento nos muestra que para sobrevivir, el hombre gaucho tiene que aprender de los animales, lo que indica una vuelta a la barbarie. El autor subraya que las inmensas distancias entre las comunidades de la pampa y las condiciones tan rurales y aisladas de la población contribuyen al fracaso del sistema político y educativo y, en efecto, a la barbarie inevitable de la gente. Esta dispersión se debe a la falta de todos los medios de la civilización y el progreso que no pueden desenvolverse sino a condición de que los hombres estén reunidos en sociedades numerosas.

De este modo, gracias a la concentración urbana el ser humano puede acceder a una educación común, popular, democrática y relacionarse

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