EL TECNICO INVISIBLE

EL TÉCNICO INVISIBLE

Londres 1675, llame a la puerta de la casa, entre en el laboratorio situado al fondo; manda ahí Robert Boyle, químico y experto en filosofía natural, es un lugar de trabajo muy poblado por ayudantes de laboratorio, operadores, obreros y asistentes, estos participaban de distintas maneras en los trabajos científicos. Tenían todos algo en común: eren casi invisibles, tanto a los ojos de Boyle y a los de aquellos para quienes escribía.

Apenas existen análisis profundos y rigurosos que interpreten el trabajo de los técnicos estos han permanecido casi totalmente invisibles.

La Royal Society de Londres no dejo de insistir en un programa de autentica experimentación, para poder llegar a una ciencia de la naturaleza, autentica, objetiva y útil. La ciencia autentica dependía de experimentos reales, ejecutados a la vista de quienes eran responsables de ellos y podían atestiguar su valor. Ley fundamental: Los miembros de la sociedad tenían que repetir el experimento cada vez que tuvieran la posibilidad de trabajar en el asunto. El nuevo gentilhombre filósofo, abandonando el tradicional desprecio por los trabajos manuales.

Se ha subestimado mucho la importancia del trabajo de los técnicos.

Nadie podía dudar que Boyle ejecutó los miles de experimentos que informó, aunque habitualmente podía contar con las manos de los demás para la realización de sus experimentos, parece más que probable que Boyle en escasas ocasiones manejara personalmente sus aparatos y materiales. En general, Boyle no hacia personalmente sus experimentos, confiaba en las manos, ojos y juicio de sus técnicos. Las situaciones en las que los experimentos fracasaban son las que mejor informan sobre la naturaleza y el trabajo de sus asistentes.

Boyle era el autor por que era quien detentaba la autoridad, los trabajos realizados en sus locales podían considerarse legítimamente como de su propiedad.

¿Quién merece ser citado como autor de una investigación? La respuesta varía de un laboratorio a otro. La diferencia de estatus entre el patrón y el servidor hacía este último invisible lo privaba de identidad personal.

No hay ningún criterio absoluto que distinga a los investigadores de los técnicos.

Sucede que los técnicos piensen, que los investigadores se atribuyen unos trabajos que no les corresponden; los técnicos son verdaderamente importantes; los que oficialmente detentan el poder ignoran lo que ocurre realmente. Los criterios que sirven para distinguir al investigador del técnico (autoridad, dependencia, competencia teórica) siempre pueden ser discutidos en el plano de principios.

En algunos contextos, la habilidad y la experiencia técnica gozan de gran predicamento.

¿Cómo se contempla actualmente el papel del técnico fuera del laboratorio?

Son basadas en gran parte en los diplomas, tanto los investigadores como

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