EL TESTAMENTO

EL TESTAMENTO

En determinado lugar geográfico e histórico, que bien podría llamarse ROJAS, falleció un señor de mucha riqueza, pero de poca instrucción o quizás, de mucha malicia. Como el testamento estaba en poder de un Escribano, en oportunidad de su lectura estuvieron presentes los que se consideraban con derecho a la sucesión: La sobrina, Liliana, y el hermano, Ricardo, únicos parientes. El sastre, por lo que le debía el extinto. La Iglesia, por las donaciones habituales del muerto. El Estado, por si la herencia resultara vacante. El texto decía:

Dejo mis bienes a mi sobrina Liliana no a mi hermano Ricardo tampoco jamás se pagará la cuenta del sastre nunca de ningún modo para la Iglesia todo lo dicho es mi última voluntad.

Cada uno de los nombrados reclamó la fortuna como propia, por interpretar el testamento de la siguiente manera:

La sobrina Liliana:

"Dejo mis bienes a mi sobrina Liliana, no a mi hermano Ricardo. Tampoco jamás se pagará la cuenta del sastre. Nunca, de ningún modo para la Iglesia. Todo lo dicho es mi última voluntad."

El hermano Ricardo:

"¿Dejo mis bienes a mi sobrina Liliana?, no; a mi hermano Ricardo. Tampoco, jamás se pagará la cuenta del sastre. Nunca, de ningún modo para la Iglesia. Todo lo dicho es mi última voluntad."

El sastre:

"¿Dejo mis bienes a mi sobrina Liliana?, no. ¿A mi hermano Ricardo?, tampoco, jamás. Se pagará la cuenta del sastre. Nunca, de ningún modo para la Iglesia. Todo lo dicho es mi última voluntad.

La Iglesia:

"¿Dejo mis bienes a mi sobrina Liliana?, no. ¿A mi hermano Ricardo?, tampoco. Jamás se pagará la cuenta del sastre (nunca, de ningún modo). Para la Iglesia, todo. Lo dicho es mi última voluntad."

El Estado:

"¿Dejo mis bienes a mi sobrina Liliana?, no. ¿A mi hermano Ricardo?, tampoco. ¡Jamás se pagará la cuenta del sastre! Nunca, de ningún modo para la Iglesia. Todo lo dicho es mi última voluntad."

Datos y Comentario: En definitiva, el Estado se quedó con la herencia por entender que el fallecido no había dejado herederos. El enojoso desenlace del acertijo (pues, no habrá sido de otra manera), conforme se colocan los signos de puntuación, nos revela la importancia de su empleo, sin el cual se vuelve confuso el significado de cualquier escrito. El autor del didáctico ejemplo se llamó Manuel Toledo Benito, y está citado en "Ortografía Intuitiva" (1a. Edición 1926), del profesor universitario argentino Jorge D.Forgione. Dada la forma de escritura empleada en la versión original, incluso la antigua mención de los "jesuitas" entre uno de los referentes del legado, el que escribe esta nota se tomó el atrevimiento de cambiar algunos nombres y de actualizar el uso del lenguaje para hacerlo más asequible a los lectores. Julio

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