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GENERO Y SALUD


Enviado por   •  30 de Octubre de 2014  •  1.728 Palabras (7 Páginas)  •  322 Visitas

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Género y Salud

Introducción

En la historia de la humanidad se haya la lucha social en la cual se encuentran las mujeres impulsando procesos de mejoramiento de las condiciones de vida de sus familias, protestando contra las violaciones a los derechos humanos, denunciando la violencia contra las mujeres en la esfera privada, luchando por la democracia, buscando el reconocimiento de los derechos de las mujeres como derechos humanos y los derechos de la ciudadanía como algo específicamente ligado al género.

Los movimientos y luchas sociales pueden influir sobre las personas formándolas como ciudadanas en el ejercicio de nuevas prácticas, enseñándoles a operar con nuevas reglas del juego, capacitándolas en el uso del derecho e incidiendo sobre las instituciones del sistema político y sobre las agencias gubernamentales con las cuales se relacionan por sus demandas y negociaciones. Estas reflexiones nos conducen al análisis del fenómeno de la participación ciudadana, de sus significados y prácticas particulares estos conceptos afectan o benefician directamente la calidad de vida de cada ser humano.

Si el género es una forma de ordenamiento de la práctica social, tenemos claro que los estudios de género, es decir los de la masculinidad y femineidad, no pueden orientarse solamente a la búsqueda de explicaciones e interpretaciones de las relaciones de hombres y mujeres objetivadas en actividades, comportamientos y discursos en contextos históricos y dinamias particulares, están llamados a trascender como asuntos de justicia social, aportar para el cambio del orden simbólico imperante y la superación de las grandes humanas.

Desarrollo

El concepto de género hace referencia a los estereotipos, roles sociales, condición y posición adquirida, comportamientos, actividades y atributos apropiados que cada sociedad en particular construye y asigna a hombres y mujeres. Todos ellos pueden llevar a desigualdades y, a su vez, estas desigualdades pueden causar inequidad entre hombres y mujeres en el estado de salud y el derecho a la salud.

Un error bastante frecuente es utilizar la palabra género para referirse a sexo. Cuando decimos sexo nos referimos a las características biológicas y fisiológicas que definen a hombres y mujeres. Las estadísticas disgregadas por sexo son las que hacen referencia a datos diferenciados para hombres y mujeres en un determinado campo.

En cambio, si queremos analizar unos datos teniendo en cuenta el género, quiere decir que tendremos que investigar los determinantes sociales, psicológicos, económicos, políticos, étnicos, culturales, medioambientales y biológicos de la enfermedad que sean diferentes y desiguales para hombres y mujeres.

El análisis de género no es sólo el estudio de la mujer, sino que es el análisis de las normas, las creencias, los derechos, las obligaciones y las relaciones que sitúan a hombres y mujeres de forma diferente en el conjunto de la sociedad. Estas relaciones son las que llamamos de género.

Dichas relaciones son de poder y sitúan al conjunto de las mujeres en una posición de desigualdad respecto a los hombres, es decir, de subordinación. Esto no quiere decir que cada mujer esté subordinada a un hombre en concreto, sino que la organización social de las relaciones de género sitúa al conjunto de las mujeres en una posición de inferioridad respecto al conjunto de los hombres.

Diversos estudios han mostrado que las mujeres enferman y mueren de manera diferente a los hombres y que la situación social de la mujer está en estrecha correlación con su morbilidad y mortalidad. Se ha encontrado que el proceso por el cual un individuo se define como enfermo y decide actuar para la atención de sus síntomas, depende de qué tan comunes y aceptados son tales síntomas en un determinado grupo. En consecuencia, las expectativas sociales que se tienen de las mujeres están en estrecha relación con aquello que la misma mujer percibe, interioriza y define como enfermedad. Por ejemplo, algunos estudios han mostrado que la forma en que la mujer interioriza y concibe su salud, está muy vinculada con aquello que le permite o no desempeñar sus funciones cotidianas.

Otros estudios han señalado también que la misma formulación de informes estadísticos sobre la salud de las mujeres está influida por determinaciones de género. Algunos ejemplos podrían aclarar este punto: los registros de mujeres que presentan heridas por violencia doméstica, están subestimados en las estadísticas oficiales, debido a que no se menciona ni se denuncia a los agresores ni se establece cómo sucedió la agresión. Generalmente, cuando se llegan a registrar estos casos quedan clasificados como accidentes. De ahí que la Organización de las Naciones Unidas sostenga que la violencia contra las mujeres es el crimen encubierto que más se da en el mundo. La falta de identificación del problema de la violencia contra la mujer trae como consecuencia que no se imputen de responsabilidades, lo que contribuye a perpetuar el fenómeno.

La salud de mujeres y hombres es diferente y desigual. Diferente porque hay factores biológicos (genéticos, fisiológicos, anatómicos, etc.) y factores culturales, sociales, laborales y medioambientales que condicionan de forma diferente la salud y los riesgos de la enfermedad. Muchas veces, estos factores siguen invisibles debido a los patrones androcéntricos de las ciencias de la salud, es decir, a la visión de las enfermedades desde un punto de vista masculino desigual.

Existen factores que en parte son explicados por el género y que influyen de una manera injusta en la salud

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