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HORA DE ESCUCHAR A LA GENTE


Enviado por   •  7 de Mayo de 2013  •  Ensayos  •  2.209 Palabras (9 Páginas)  •  344 Visitas

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HORA DE ESCUCHAR A LA GENTE

¿Qué piensan los latinoamericanos sobre lo que está sucediendo en la región? Cuando se les pregunta algo tan concreto sobre si creían que están viviendo mejor o peor que sus padres, sólo un 17% dijo que mejor, la gran mayoría sentían que su situación había desmejorado (Latín Barómetro, 1999). Esta respuesta evidencia un hondo sentimiento de descontento. Las mayorías tienen bien claro en el Continente cuales son las causas de su disconformidad. Se hallan bien conscientes de ellas. Y distinguen perfectamente causas aparentes, de otras más profundas. Cuando se les interroga sobre sí creen que la democracia es preferible a cualquier otro sistema de gobierno, muestran un apoyo masivo al sistema democrático y sus ideales. Dos terceras partes lo prefieren, y solo un 20% siguen exhibiendo inclinaciones hacia el autoritarismo.

PRIMERA FALACIA: LA NEGACION O LA MINIMIZACION DE LA POBREZA

Existe una intensa discusión metodológica sobre cómo medir la pobreza en la región. Sin embargo a pesar de los resultados diversos que surgen de diferentes mediciones los estudios tienden a coincidir en dos aspectos centrales: a) Las cifras de población ubicada por debajo del umbral de pobreza son muy elevadas; b) Existe una tendencia consistente al crecimiento de dichas cifras en los últimos 20 años. Las cifras se deterioraron severamente en los ochenta, mejoraron discretamente en parte de los 90, pero en los años finales de la década aumentaron significativamente. En su conjunto la pobreza es mayor en el 2000 a la que la región tenia en 1980, tanto en términos de número de pobres, como en el porcentaje que significan los pobres sobre la población total.

Como puede observarse, desde los 80 se produce una firme elevación del número de personas que gana menos de dos dólares diarios. Vernier (1999) señala que en toda América Latina había entre 1970 y 1980, cincuenta millones de pobres e indigentes, pero que en 1998 ya eran 192 millones. La Comisión Latinoamericana y del Caribe para el Desarrollo Social presidida por Patricio Aylwin (1995) considera que se hallan en pobreza "casi la mitad de los habitantes de América Latina y el Caribe".

SEGUNDA FALACIA: LA FALACIA DE LA PACIENCIA

Con frecuencia el razonamiento explícito o implícito que se despliega frente a los problemas sociales por parte de sectores influyentes gira en derredor a la necesidad de una cierta "paciencia histórica". Se trata de etapas que deben sucederse las unas a las otras. Habrá una etapa de "ajustarse el cinturón", pero luego vendrá la reactivación y posteriormente ella se "derramara" hacia los desfavorecidos y los sacara de la pobreza. El mensaje que se está enviando es de hecho, que la pobreza puede esperar. ¿Realmente puede esperar? La realidad indica que el mensaje tiene una falla de fondo, en muchísimos casos, los daños que puede causar la espera son simplemente irreversibles, después no tendrán arreglo posible.

Veamos, Una buena parte del peso de la pobreza recae en América Latina sobre los niños y los adolescentes. En 1997 según CEPAL (2000) el 58% de los niños menores de 5 años de la región eran pobres, lo mismo sucedía con el 57% de los niños de 6 a 12 años, y con el 47% de los adolescentes de 13 a 19 años. Siendo en su conjunto los menores de 20 años el 44% de la población de la región, representaban en cambio el 54% de todos los pobres.

TERCERA FALACIA: CON EL CRECIMIENTO ECONOMICO BASTA.

El pensamiento económico ortodoxo de gran difusión en la región lanza el mensaje básico de que todos los esfuerzos deben ponerse en el crecimiento. Dirige las miradas a los pronósticos sobre el aumento del producto bruto, y el producto bruto per capital.

Despierta las expectativas de que todo está bien si ellos crecen a un buen ritmo. Plantea explícitamente como se mencionó que logradas metas importantes de crecimiento todo lo demás se resolverá. El mismo fluirá hacia abajo, a través del famoso efecto "derrame" y ello solucionará los "rezagos" que pudieran existir en el campo social.

El siglo XX, ha enseñando muy duramente una y otra vez, que el último juez que decidirá si las teorías sobre el desarrollo son validas o no, no es su grado de difusión, sino lo que cuentan los hechos. Ellos han desmentido muy fuertemente que la realidad funcione como la ortodoxia supone que debería funcionar.

CUARTA FALACIA: LA DESIGUALDAD ES UN HECHO DE LA NATURALEZA Y NO OBSTACULIZA EL DESARROLLO

El pensamiento económico convencional ha tendido a eludir una discusión frontal sobre la desigualdad y sus efectos sobre la economía. Se ha apoyado para ello con frecuencia en la sacralización de la U invertida de Kusnetz. De acuerdo a la misma la desigualdad es simplemente una etapa inevitable de la marcha hacia el desarrollo. En la primera fase de la misma se producen polarizaciones sociales, que después se van moderando y reduciendo. Algunos economistas convencionales más extremos llegan aún más lejos, y plantean que esa acumulación de recursos en pocas manos favorecerá el desarrollo al crear mayores capacidades de inversión.

Esta discusión tiene particular trascendencia para América Latina, porque es considerada unánimemente la región más desigual del planeta. Si la tesis de los ortodoxos más duros fuera cierta, la región debería haber contado con tasas de inversión muy alta, dada las "acumulaciones en pocas manos", que ha generado. No sé ven. Tampoco parece ser una mera etapa del camino al desarrollo. En América Latina la desigualdad se ha instalado, y no solo que no se modera, sino que tiene una tendencia muy consistente a crecer, particularmente en las dos últimas décadas. La U invertida parece no funcionar para la región.

QUINTA FALACIA: LA DESVALORIZACION DE LA POLITICA SOCIAL.

Frente a preguntas sobre la política social el tipo de respuesta proporcionada por algunos decisores económicos adquirió en oportunidades el modelo: "La única política social es la política económica". Esta respuesta refleja toda una actitud hacia la política social que ha tenido hondas consecuencias en el continente. Se ha tendido a verla como un complemento menor de otras políticas mayores como las que tienen que ver directamente con el desarrollo productivo, los equilibrios monetarios, el crecimiento tecnológico, la privatización, etc. Le correspondería atenuar los impactos transitorios que las anteriores producen en la sociedad. Debería atacar focalizada mente los desajustes sociales más irritables para reducirlos. En el fondo desde este razonamiento

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