Publicidad Como Contaminacion Visual

Publicidad como contaminación visual

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El derecho a gozar de un ambiente sano es reconocido por todos los países del planeta. Velar por la calidad del aire, recuperar aguas contaminadas, controlar el alto nivel de ruido provocado por vehículos son algunas de las diversas dimensiones del cuidado de nuestro entorno.

Si bien calidad de aire, suelos, agua y ruido afectan directamente la fisiología de todos los seres vivos, ya se han iniciados pasos para remediar los factores que dañan esos medios, pero muy poco o nada se ha hecho con la “contaminación visual”. Si buscamos su significado, arrojaría algo como “un tipo de ofensa que afecta o perturba la visualización de un sitio o destruya la estética de una zona o paisaje”. Esta clase de contaminación también puede afectar nuestra salud, provocando estrés y sensación de desorden.

Es en nuestras ciudades donde este agravio se hace más evidente con sus vallas publicitarias, anuncios, basura, humo, tráfico aéreo, graffiti, vegetación maligna y postes con cableados, entre otros. Pareciera que solo con lo último, los fregados alambres aéreos, que nos concierne como la única contaminación visual que degrada el entorno estético. Si, el cableado es poco atractivo, pero probablemente el mayor ofensor que deforma el perfil arquitectónico y desfigura barrios y avenidas de nuestras urbes es la proliferación de publicidad. De igual manera, su difusión en los últimos años también ha afectado nuestro patrimonio cultural, un elemento tan necesario para fomentar el turismo.

Buena parte de esta publicidad es ilegal, ante lo cual en Honduras, autoridades capitalinas esporádicamente realizan operativos encaminados a decomisar rótulos y vallas publicitaras colocados en lugares no autorizados y potencialmente peligrosos. Ordenanzas dictan retiros en vías de circulación, tendido eléctrico y telefónico, y lugares inapropiados como escuelas, hospitales, etc. Igualmente regulan su tamaño y anclaje.

En varias ocasiones en Tegucigalpa ya se han desmantelado inmensas estructuras publicitarias en carreteras y cruces donde hay riesgos de choque. En estos casos, estos anuncios pone en peligro la integridad de las personas al introducir un elemento visual que distrae a los conductores donde más concentrados deben estar. Además, con vientos huracanados, los rótulos pueden convertirse en un arma mortal.

La contaminación visual, entonces, no sólo se vincula a un desorden estético, que afea el espacio público y que termina degradando las condiciones de vida de la población. También se refiere a transgresiones capaces de provocar graves accidentes y hasta destrucción de propiedad.

Aun con los reglamentos descritos, la propagación de carteles ilegales como otras tantas

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