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La enseñanza de la dirección-Carlos Llano


Enviado por   •  7 de Noviembre de 2023  •  Ensayo  •  5.640 Palabras (23 Páginas)  •  19 Visitas

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La enseñanza de la dirección Autor: Carlos Llano[pic 1]

El autor recurre a dos ideas -una sobre la educación y otra sobre la función directiva- para explicar el “método del caso”, el cual considera como la metodología más adecuada para enseñar a dirigir empresas

La enseñanza de la dirección[pic 2]

>> Este artículo es una reproducción, con permiso del autor, de parte del libro de Carlos Llano, La Enseñanza de la Dirección y el Método del Caso, Sociedad Panamericana de Estudios Empresariales, 1998. A los efectos de su inclusión en esta publicación, se le han realizado modificaciones menores que en nada alteran su contenido.

Carlos Llano. Doctor en Filosofía, Universidad de Santo Tomás, Roma; Presidente fundador del IPADE; Profesor de Teoría del Conocimiento y de Antropología, Facultad de Filosofía, Universidad Panamericana; Profesor de Factor Humano y Política de Empresa, IPADE, México.

Por Carlos Llano

1. Introducción

En este trabajo no se pretende exponer ideas generales y teóricas, sino sólo aquellas que sirvan para entender la metodología a nuestro juicio más adecuada a fin de enseñar a dirigir empresas1.

Nos reduciremos a dos ideas importantes que servirán de fundamento para la elección de la metodología requerida para enseñar a dirigir.

l Una idea sobre la educación (desarrollo, aprendizaje, capacitación o perfeccionamiento) del empresario o director de empresas. l Una idea sobre la función directiva.

Ambas están relacionadas (no se puede entender cómo debe educarse al director si no tenemos una idea precisa de lo que es la dirección), y ambas a su vez son ideas fundamentales, necesarias y previas para discernir cuáles son las metodologías apropiadas para el ejercicio de este menester.

No pedimos que estas ideas sean plenamente aceptadas por el lector en el primer momento; sí que sean analizadas con precaución antes de rechazarse. Se trata de ideas muy elaboradas y reflexionadas. Muchas de ellas podrán recibir el calificativo de simple

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sentido común: pero, precisamente por ello, están de observar, a nuestro alrededor, la actuación y el necesitadas de subrayarse con más énfasis. pensamiento de otros. El hombre de mente cerrada, en cambio, se encuentra polarizado en su manera de

  1. La educación del empresario        ver las cosas, y se cierra más cuanto más se da cuenta

La experiencia de que esa manera de verlas le da buenos resultados. Lo más importante que debe advertirse al estudiar el Un hombre con la mente abierta se preguntaría: arduo problema del perfeccionamiento de la direc- ¿cómo puedo mejorar esos resultados? ción de la empresa es el de que la vía o el camino principal para ello no es la enseñanza, sino la expe- b) Firmeza de criterio. A la apertura de mente debe riencia. La primera fuente de educación es la expe- añadirse otra condición que la regula y canaliza: la riencia, no la enseñanza. ¿Qué queremos decir con capacidad de emitir juicios de valor equilibrados. esto y qué no queremos decir? Esto quiere decir que Ante lo que nos rodea, ante lo que observamos, no estamos seguros de que a lo largo de su vida profesio- podemos simplemente dejarnos envolver y absorberlo nal, cualquier director ha aprendido mucho más de todo hasta la indigestión o hasta el empacho. Relo que nadie puede aprender por medio de cualquier quiero la capacidad de distinguir entre lo que es imcamino de enseñanza. Pero esto no quiere decir que portante y lo que es banal, entre lo que interesa a mis debamos tener una minusvaloración de este camino, propósitos y lo que es ajeno a ellos, aunque en abs-

        La experiencia como fenómeno educativo requiere en el        tracto pueda parecer in-[pic 3]

teresante. hombre dos condiciones o actitudes: apertura de mente y

firmeza de criterio[pic 4]

sino indicar cual ha de ser su verdadera posición; y será una posición importante, precisamente si se tiene en cuenta que lo que vale en él, lo que más enriquece su contenido es la experiencia práctica de sus destinatarios y no los principios teóricos que puedan venirles desde fuera. No sabemos -ni nos interesa ahora- si lo anterior -que en la experiencia se encuentra el primer factor educativo- es o no válido para otros ámbitos del saber humano. Pero estamos seguros de que lo es para el campo de la empresa, y de la dirección de ésta.

La experiencia como fenómeno educativo (lo que llamamos educarse o aprender por vía de experiencia) requiere en el hombre que se educa -en el director de empresa- dos condiciones o actitudes imprescindibles, y la disposición de adquirirlas: a) apertura de mente y b) firmeza de criterio.

a) Apertura de mente es, en principio disposición de aprender. Tener mente abierta significa disposición de cambiar nuestras ideas, de darles otro matiz, de enriquecerlas. Significa, sobre todo, tener capacidad Carece de firmeza de

criterio, esto es, de equilibrio en el juicio, aquella persona que es impresionable; quien piensa que toda cosa nueva, por el hecho de ser nueva, o haber sido desconocida hasta ahora para él, es mejor que lo que antes sabía; el que cree poseer una idea fundamental cada semana. Carece de equilibrio de juicio quien varía sus juicios por el estado de ánimo (hace depender la importancia de las cosas de una buena o mala digestión, o de una situación familiar más o menos

1. Hace casi treinta años asistí en Llavaneras, Barcelona, España, a la inauguración de un Programa de Alta Dirección

(PADE) impartido por el Instituto de Estudios Superiores de la Empresa, en la que el Prof. Antonio Valero, entonces director del Instituto, expuso a los participantes del Programa las ideas que consideraba fundamentales partiendo de un concepto de dirección y de una metodología apropiada para desarrollarlo. A lo largo de estos años nos hemos venido sirviendo de estas ideas que se muestran aún hoy todas ellas sustancialmente válidas, utilizando los apuntes tomados al vuelo, que después, con el paso mismo del tiempo, han sufrido transformaciones provenientes del cúmulo de muchas experiencias. En este momento no nos encontramos ya en condiciones de distinguir cuáles de los conceptos y juicios pertenecen a aquel punto de partida inicial, y no nos queda otro recurso que el de testimoniar expresamente nuestra gratitud al profesor Valero por haber sido, al menos, la chispa de encendido de las presentes anotaciones.

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