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Unidades temáticas. Independencia y reconstrucción nacional


Enviado por   •  9 de Octubre de 2023  •  Tareas  •  23.912 Palabras (96 Páginas)  •  39 Visitas

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UNIDAD TEMÁTICA II UNIDAD DE TRABAJO 3 INDEPENDENCIA Y RECONSTRUCCIÓN NACIONAL. PROPÓSITO Se pretende introducir al alumno en el estudio de los mecanismos generativos del proceso de INDEPENDENCIA, así como, en los factores presentes en los primeros años de la vida independiente de nuestro país, mismos que posibilitaron su existencia como nación. CONTENIDO El pensamiento de la modernidad presente en las reformas borbónicas, nos indica un cambio radical en la idea que se tendrá del ESTADO de la SOCIEDAD, de la vida social, etc., aunado a lo anterior se introdujeron en la Nueva España las ideas de la ilustración a través de la creación de instituciones educativas y científicas, generando de tal modo un movimiento para la secularización de la sociedad y una modernización política. Si tomamos en cuenta también que durante finales del siglo XVIII y principios del XIX, se incremento en gran medida la sangría en la riqueza de la Nueva España, ya que la mayor parte de los recursos tenían como destino España. Nos podemos preguntar en consecuencia; ¿Los factores anteriores, qué produjeron en los pobladores de la Nueva España?, ¿Qué tipos de MOVIMIENTOS SOCIAL generaron?, ¿Quiénes, cómo, con qué, para qué y qué factores externos e internos generaron dicho movimiento?, ¿Mediante qué mediaciones se resolvió el CONFLICTO? La independencia de México se corresponde en el tiempo de la expansión del sistema de valores de la Europa moderna y en cierta medida al convertirse en una nación independiente, se presentan diversos proyectos políticos; unos intentando construir el presente país en base a su pasado interrumpido por la colonia, ¿En qué tipo de terrenos se resolvieron las diferencias entre proyectos?, ¿Quienes y bajo qué óptica encarnaba dicho proyecto?, ¿Cuál fue el papel de España entre 1821 y 1831?, conceptos tales como PATRIOTISMO y NACIONALISMO, ¿Qué papel juegan en este contexto?, ¿A qué tipo de PROBLEMAS se enfrentó México entre 1834 y 1854, cómo los enfrentó y cuáles fueron las consecuencias?. 104 INDEPENDENCIA Y RECONSTRUCCIÓN NACIONAL INTRODUCCIÓN La guerra por la independencia de México no se puede estudiar como un capítulo aislado, sin antecedentes, alejado del desarrollo de la Historia Universal y de la evolución del Imperio español y sus colonias. Hay que analizar esta lucha insurgente como una continuidad y una ruptura de tres siglos de subordinación colonial, donde se expresan una serie de contradicciones tanto internas como externas: la lucha de clases expresada en el enfrentamiento de campesinos y comunidades indígenas contra los hacendados, la oposición entre las castas discriminadas y la élite de españoles y criollos; el conflicto entre el conjunto de la Colonia y la Metrópoli; todo ello dentro de una compleja situación internacional, caracterizada primordialmente por el derrumbe del feudalismo y el avance triunfante del capitalismo. De manera simultánea, el desarrollo de la revolución independentista no puede entenderse tampoco como un proceso lineal ni triunfalista, donde pareciera que las masas explotadas que le dan origen son las que se alzan con la victoria y el cumplimiento de sus apremiantes demandas de justicia social. Por el contrario, la lucha popular es derrotada y sus vencedores son los que terminan la separación de España, lo que trae como resultado la permanencia conflictiva durante las siguientes décadas de la misma estructura económico-social heredada de la Colonia. LA NUEVA ESPAÑA EN EL MARCO MUNDIAL La revolución de independencia forma parte de un proceso a escala mundial, que termina con el derrocamiento del orden feudal y la emergencia del capitalismo como sistema dominante. Debe tenerse en cuenta que este proceso se da inicialmente en Europa, a partir de la revolución francesa y que se extiende de manera paulatina a otras regiones del mundo. Una de las caras de tal proceso es la lucha entre las viejas potencias (España y Portugal) empantanadas en el decadente sistema feudal y los nuevos países capitalistas impulsados por la revolución industrial: “La población y los recursos de Iberoamérica eran necesarios, no sólo para las economías en desarrollo metropolitanas de España y Portugal, sino también para los dos principales bloques económicos que competían por la hegemonía en Europa Occidental, los bloques dominados por Inglaterra y Francia. Los ingleses necesitaban desesperadamente un acceso directo a los lingotes (de plata) de México; necesitaban cueros y algodón para la producción industrial y deseaban una entrada directa a los cientos de miles de consumidores de la América española. De igual manera, Estados Unidos, en el inicio de su desarrollo, contemplaba con marcada ambición las colonias que existían al sur de su frontera. Revolución francesa de 1789 a 1799 105 De diversas maneras los países capitalistas buscaron promover la independencia de las colonias latinoamericanas: ataques directos (como los realizados por Inglaterra contra Buenos Aires); envío de agentes con el encargo de organizar las rebeliones; ataques piratas; envío de propaganda, armamento y ayuda financiera. Las naciones capitalistas eran, por aquellos tiempos, una importante fuerza renovadora y revolucionaria. Es importante destacar la influencia que tuvieron las ideas del enciclopedismo y de la ilustración –promovidas por Montesquieu, Rousseau, Voltaire, etc.- en el ataque a las Montesquieu 1689 -1755 Rousseau 1712 -1778 Voltaire 1694 –1778 Cronista y pensador político francés. Escritor, filósofo, músico. Ginebrino (Suiza). Escritor y filósofo francés. raíces mismas del edificio feudal y absolutista, cuestionando el derecho divino de los reyes, la supremacía y dogmas eclesiásticos, la estructura jerárquica estamental. Todo ello respondía a los intereses de la burguesía favoreciendo las formas republicanas y democráticas de gobierno, la implantación de libertades individuales, la sociedad laica, etc. En América estas ideas se unieron a la influencia del liberalismo español y del republicanismo estadounidense de Jefferson para encender la mente de los criollos. Todas ellas se abrieron paso a pesar de las prohibiciones y de las persecuciones de la administración española. En la doctrina liberal se tiene el origen de la justificación teórica de la independencia. “Pero –como dice Tulio Halperin- ...lo nuevo después de 1776 (independencia de Estados Unidos) y sobre todo de 1789 (revolución francesa), no son las ideas, es la existencia misma de una América republicana, de una Francia revolucionaria. En España la muerte de Carlos III, poco antes de la revolución francesa, anunció el principio del fin de la política de reformas que éste había llevado a cabo en lo que se refiere a la vinculación entre la Metrópoli y sus colonias. La crisis revolucionaria en Francia atemorizó tanto a la aristocracia española, que el gobierno de Carlos IV termina por liquidar todo experimento reformista. Pero lo más grave, es que la monarquía española se encuentra completamente incapacitada para enfrentar la conmoción creada por la revolución y las posteriores guerras emprendidas por Napoleón. Colocada en medio del conflicto entre Inglaterra y Francia por la hegemonía europea, España reciente la falta de una dirección capaz. Durante los últimos años del siglo XVIII y la primera década del siglo XIX, se desmoronan los éxitos alcanzados por la dinastía borbónica en el curso del siglo XVIII. Oscilando entre la alianza con Inglaterra o con Francia, Carlos IV se ve arrastrado a un problema en el cual no tiene nada que ganar y sí mucho que entregarle a sus aliados: la apertura de los mercados latinoamericanos y una mayor influencia en las colonias. Al mismo tiempo, presionado por los gastos de las guerras, acentúa la explotación de las colonias; aprovecha la Thomas Jefferson 1743- 1826 Tercer presidente de los Estados Unidos, entre 1801 y 1809. Autor principal de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y por fundar de la Universidad de Virginia. 106 eficacia del aparato hacendario establecido por los Borbones y obtiene cantidades extraordinarias de dinero que deja exhaustas la economía de las colonias. La crisis del Imperio español llega a su punto más grave cuando la invasión napoleónica a España en 1808, que provoca las abdicaciones de Carlos IV y su hijo Fernando VII al trono, desquicia el sistema político metropolitano y pone en tela de juicio el carácter de las relaciones entre España y sus colonias americanas. En Buenos Aires, Caracas, Lima y México, surgen intentos orientados a modificar la situación colonial, planteándose en distinto grado una relación más autónoma con respecto a su metrópoli. LA SITUACIÓN EN NUEVA ESPAÑA Los últimos cuarenta años del siglo XVIII fueron de prosperidad para la Nueva España. La extracción minera alcanzó niveles sin precedente; la población creció en forma acelerada hasta llegar a 6 millones en 1810; el mercado externo se expande y se intensifica el mercado interior y exterior; se incrementan las manufacturas originando el surgimiento de una incipiente burguesía. Son favorecidos por este desarrollo los dueños de minas, haciendas y los ricos comerciantes. El pueblo trabajador obtiene pocos beneficios del crecimiento económico y es particularmente vulnerable a las crisis agrícolas que ocurren en 1785-86, 1796-97, 1801-1802, 1809-1810. Sin embargo, a pesar del auge económico, las necesidades crecientes de la Corona para enfrentar las guerras europeas provocan severos conflictos y resquebrajan la unidad del bloque dominante. Las reformas borbónicas orientadas a impulsar el comercio con España y sus colonias, incluso entre las mismas colonias, afectaron de manera muy importante el monopolio de los grandes comerciantes agrupados en los consulados de México y Veracruz. La decisión de los reyes españoles de reducir el poderío de los comerciantes, llegó al extremo de propiciar, en 1794, la creación de nuevos consulados en Veracruz y Guadalajara a pesar de la oposición de los viejos consulados, que veían afectados sus intereses. A diferencia de los reyes de la casa de Hasburgo, que se apoyaron básicamente en el clero para mantener en calma a la Nueva España, los Borbones, empeñados en fortalecer al Estado, limitan los privilegios de la Iglesia y la someten aún más al dominio real. De acuerdo a esta política son expulsados los jesuitas en 1767 de todas las colonias españolas. La expulsión causó revueltas populares en diferentes partes de Nueva España, quebrantó en forma irreparable la lealtad a la Corona; alentó una Iglesia auténticamente nacional que reclamó de inmediato y en forma violenta sus derechos, enfrentada a la Iglesia de los colonizadores; la partida de los jesuitas creó en diferentes partes y en muchos de los sectores más importantes de la vida del virreinato un vacío espiritual e intelectual que nada pudo llenar. También fue afectado el fuero eclesiástico mientras que se les incrementaba el fuero a los militares. Las reformas borbónicas hicieron más rápidas las disposiciones que excluían a los criollos de los puestos más importantes de la administración pública. En el pasado 107 La Real Audiencia en Indias Bajo Carlos I y Felipe II, entre 1526 y 1583, se extendieron las Audiencias por América y las Filipinas, creándose: la Audiencia de México (Nueva España) en 1527. En la América hispánica colonial la Real Audiencia adquirió una creciente importancia, velando por el cumplimiento del Derecho y la administración de justicia. Las Reales Audiencia estaban compuestas por un Presidente, que era por lo general el respectivo virrey o gobernador, y por un número variable de Oidores (jueces), más algunos alcaldes del crimen. Además, formaban parte de este tribunal un fiscal y "otros oficiales subalterno", entre ellos: un alguacil mayor, un relator, un escribano de cámara y un portero. En el S. XVIII se le agregó un Regente, que en la práctica se encargó de dirigir este órgano y otro fiscal. habían llegado a tener una participación igual en la Audiencia; pero las medidas dictadas por Carlos III los desplazaron de muchos de los puestos que habían alcanzado. La autoridad del Virrey fue disminuida y se reorganizó el gobierno de las provincias, creándose las Intendencias que eran gobernadas por enviados directos de la Corona con el objeto de evitar la participación de los grupos de presión novohispanos. Una nueva inmigración española invadió el continente; los recién llegados pasaron a ocupar los nuevos puestos en el ejército y en el gobierno y otros se dedicaron al comercio para aprovechar la expansión económica de esos años. Finalmente la Real Cédula de Consolidación de Vales, promulgada en diciembre de 1804, terminó por romper la unidad del bloque dominante novohispano. Amenazada por la bancarrota, la Corona exigió que todos los fondos eclesiásticos fueran entregados al tesoro real, el cual pagaría a partir de entonces un interés del 5 por ciento sobre el capital depositado. Estos fondos ascendían a más de cuarenta millones de pesos y en su mayoría tomaban la forma de hipotecas y préstamos garantizados con propiedades rurales y, en menor medida, con bienes urbanos. Esta nueva ley constituyó un ataque directo contra los intereses económicos de la mayoría de los terratenientes y de algunos comerciantes y mineros. Toda persona que hubiera obtenido préstamos de la Iglesia estaba obligada a pagarlos en pagos periódicos en un plazo no mayor a diez años, y para muchos propietarios fue imposible cumplir con dicha obligación; algunos de ellos vieron sus propiedades embargadas y rematadas. A fines de 1808 por medio de esta Cédula se había sacado de los bolsillos de las clases propietarias más de 12 millones de pesos. Sin duda alguna, el decreto de amortización predispuso a la colonia a la revolución, e irritó fuertemente tanto a los criollos como a los propietarios peninsulares. En la Nueva España numerosas insurrecciones habían precedido al levantamiento de 1810. Ninguna de ellas había tenido una organización apropiada; más bien se trataba de brotes espontáneos de indignación popular (en este caso caben la mayor parte de las rebeliones indígenas). Otras, no contaban con una base popular amplia; se trataba de conspiraciones organizadas por pequeños grupos sin influencia entre el pueblo. De cualquier manera, en ambos casos expresaban el profundo malestar que afectaba a la Colonia y que conforme pasaba el tiempo, éste iba en aumento afectando cada vez más a más sectores de la población novohispana. 108 Basado en: Villoro, Luis. “La revolución de Independencia” en Historia general de México, pp. 593-644. LOS ACTORES DEL DRAMA La segunda mitad del siglo XVIII fue de prosperidad para la sociedad colonial. Pero fue también, cuando se delineó de forma más precisa su estructura de dependencia. Ello fue así debido a que las políticas implementadas desde la Metrópoli estaban encaminadas a fortalecer su control sobre la colonia. El sistema económico prevaleciente en Nueva España era de carácter exportador y descansaba en la explotación minera y en los sectores financiero y comercial, que financiaban la producción de metales preciosos y promovían su exportación a España. Un buen número de fortunas de mineros y comerciantes se encontraban estrechamente vinculadas. Los comerciantes exportadores también estaban relacionados con la minería, incluso, muchos de ellos eran o habían sido dueños de minas. De esta manera, tanto mineros como comerciantes exportadores formaban el grupo económico hegemónico en las últimas décadas del período colonial. Dentro de la élite, este grupo era el único con posibilidades de lograr una acumulación fuerte y continuada de capital. Entre este grupo privilegiado y la burocracia política había intereses comunes (entre la burocracia, el clero, la oligarquía colonial, mineros y comerciantes) pues recibían directamente de la Corona nombramientos y prebendas (empleos lucrativos que requerían de poco trabajo), por lo que, veían como una necesidad mantener los lazos de dependencia con España. Al lado de los sectores de comerciantes y mineros se encontraban los hacendados, que eran grupos ligados al mercado interno, sobre todo en la agricultura. Existían unas cinco mil haciendas grandes que producían para el mercado nacional o por lo menos para los regionales o locales. Estos hacendados habían obtenido jugosas ganancias entre 1779 y 1810 debido a las alzas continuas experimentadas en los precios del maíz. La principal fuente de financiamiento de los hacendados fue siempre la Iglesia. Por su parte, la gran riqueza del clero tenía varias fuentes: la renta de sus propiedades, tanto rurales como urbanas; el diezmo; la administración de capitales por unos 45 millones de pesos, provenientes de Capellanías, Obras Pías y Cofradías; limosnas y de servicios parroquiales. Se puede decir que la Iglesia, por la gran cantidad de dinero líquido que manejaba, se conformó como una especie de banco. En la Nueva España también se había desarrollado una incipiente producción de bienes de consumo destinados al mercado interno. La mayoría de las pequeñas industrias (industria textil, del cuero, muebles, jabón, sombreros, alfarería, calzado, vitivinícola y tabacalera) estaban en manos de familias criollas. Sin embargo, con tal de mantener la situación de dependencia la Corona estableció un Las Capellanías eran obras pías instauradas en la Iglesia Católica, mediante las cuales el fundador, generalmente una persona acaudalada, dejaba en su testamento una cantidad de dinero que se ponía en renta. Obras Pías se refiere a las obras piadosas que realizaba la iglesia, como hospitales y albergues. Una cofradía es una asociación de fieles católicos que se reúnen en torno a una advocación de Cristo, la Virgen o un santo, un momento de la pasión o una reliquia. 109 gran número de trabas legales que no favorecían la consolidación y ampliación de ese sector. Además, los numerosos monopolios del Estado (llamados estancos), que se extendían a productos tan variados como el tabaco, la sal, el azogue, la pólvora y los naipes, impedían la libre inversión de capital. También la ampliación del mercado se veía frenada por un amplio sistema de tarifas aduanales y alcabalas que entorpecían el comercio y encarecían los productos. A pesar de todo ello, no se había frenado el progreso material de la Colonia. La reforma impositiva promovida desde España había dado grandes dividendos a la Corona. A inicios del siglo XIX la Nueva España suministraba a la Metrópoli tres cuartas partes de todos los ingresos de las colonias. Por ello, la explotación colonial había llegado a su punto máximo. Otro elemento promovido por la Corona, y que afectó grandemente a la economía novohispana, fue la promulgación de la Real Cédula de Consolidación de Vales el 26 de diciembre de 1804, que ordenaba la enajenación de todos los capitales de Capellanías y de Obras Pías y exigía que se hicieran efectivas las hipotecas, vendiendo las fincas con hipotecas vencidas. Así, la aplicación del decreto puso al borde de la ruina a muchos hacendados, pequeños propietarios y dueños de pequeños obrajes. Finalmente, después de grandes protestas, el 14 de enero de 1809 cesaron los efectos de dicha cédula, pero ya se había ocasionado un gran daño a la economía de Nueva España. Estos hechos, entre otros, llevaron a que para fines del siglo XVIII y principios del XIX, la sociedad se transformara con rapidez. Dentro de la élite tendían a diferenciarse cada vez más los intereses de dos grupos distintos: de un lado, los grupos que se habían convertido en hegemónicos y que tenían fuertes lazos con el sistema de dependencia, entre los que estaban: mineros, comerciantes-exportadores y la burocracia política; del otro, los sectores interesados en promover el mercado interno: Iglesia, hacendados, comerciantes de provincia y el incipiente grupo industrial. Las actividades de este último grupo tendían a ser antagónicas a las del sector exportador. La falta de compresión a sus demandas y aspiraciones los llevará a actitudes reformistas en donde se diera el acoplamiento de la estructura política y legislativa a la situación económica existente. Por su parte, los sectores medios: pequeños comerciantes, administradores, escribanos, abogados y clero bajo, eran bastante numerosos, carecían de prebendas y fortuna personal. A menudo mejor preparados que los europeos, no podían aspirar a los puestos superiores sino a los segundones y pobres, que no respondían a sus aspiraciones ni a su cultura. Esta parte de la sociedad tenía un arma terrible: la ilustración. Ellos eran depositarios de la semilla de cualquier cambio. El pueblo trabajador: constituido por indios, y castas, base de la pirámide social, sólo compartían la extrema pobreza, según palabras de Humboldt. Los indios formaban, en efecto, un grupo social aislado por privilegios de protección que los condenaba a un estado perpetuo de miseria, de minoría de edad, envilecido por la ignorancia, indios y castas estaban amenazados permanentemente por el peor azote: el hambre. 110 El proletariado colonial: conformado por el sector trabajador, carecía de toda organización e ilustración. No tenía medios propios para manifestar sus agravios, sin suficiente cultura para intentarlo, no tenían conciencia clara de su opresión. Requería que miembros de otro grupo social le señalaran sus propias posibilidades despertándole la conciencia de dicho estado; ese grupo será el de los criollos ilustrados. Pero, poco a poco, el dolor callado irá convirtiéndose en desesperación. Entonces, sólo bastará que de afuera se presente ante sus ojos una oportunidad de liberarse para que su impulso reprimido estalle violentamente. Así, frente a las perspectivas reformistas, el silencioso dolor de peones, obreros, de la plebe miserable, pronosticaba otra eventualidad de cambio, una posibilidad mucho más amenazadora. DE LA REFORMA A LA REVOLUCIÓN Para 1808 se puede decir que el imperio español se desmoronaba y se abría la posibilidad de cambio. En marzo, Napoleón invadía a España, el 2 de mayo el pueblo español, abandonado por sus reyes, asume la responsabilidad de liberar a su patria de los franceses. Ante la ausencia de los monarcas responde la soberanía del pueblo. En los hechos, el poder real pasa a las Juntas de ciudadanos que comienzan a conformarse para defender la “nación”. En Nueva España, mientras esto sucede en la Metrópoli, se mantiene la misma estructura político-social. El Virrey y la Real Audiencia son los representantes legítimos de la Corona. Sin embargo, se empezaba a discutir en quién recae la soberanía. A quién PRINCIPALES CASTAS DE MÉXICO Morisco con Española Salta atras Mulato con Española Morisco Salta atrás con india, chino. Chino con mulata, lobo. Lobo con mulata, gíbaro. Gibaro con india, albarrazado. Albarrazado con negra, cambujo. Cambujo con india, sambaygo. Sambaygo con mulata, calpan mulata. Calpan mulata con sambaygo, tente en el aire. Tente en el aire con mulata, no te entiendo. No te entiendo con mulata, ahí te estás. Español con negra Mulato Castizo con Española Español Mestizo con Española Castizo Español con India Mestizo 111 Lic. Francisco Primo de Verdad y Ramos Fray Melchor de Talamantes debía obediencia el novohispano, luego del encarcelamiento de los reyes en Bayona Francia. Se forman dos partidos con dos proyectos más o menos diferentes. a). La Real Audiencia, que propone que el territorio entero debe quedar en suspenso, manejado por la alta burocracia, que mantiene la representación del rey. La soberanía la detenta aún Fernando VII, por lo que a los vasallos sólo les queda mantener callada obediencia. De esta forma, el partido europeo, trataba de detener cualquier tipo de cambio. b). El Ayuntamiento de la Ciudad de México, dirigido por letrados criollos, Francisco Primo Verdad, Francisco de Ascárate y apoyados por Jacobo de Villaurrutia, terrateniente y único oidor criollo. El Ayuntamiento, ante la situación en España, ve la posibilidad de lograr reformas políticas. Propone al virrey José de Iturrigaray la convocatoria a una Junta de Ciudadanos que gobierne mientras regresan los miembros de la Corona. No se pone en entredicho el derecho de Fernando VII ni se le niega obediencia. Se argumentaba que cuando el rey se encontraba imposibilitado para gobernar, la nación vuelve a asumir el ejercicio de la soberanía, pero, al regresar el monarca asumiría de nuevo la responsabilidad de ésta. El Ayuntamiento de la Ciudad de México no sostiene ninguna tesis revolucionaria ni pretende alterar el sistema de dependencia, sólo plantea que no estando el rey la autoridad no recae en el Virrey ni en la Real Audiencia, sino en el conjunto de la nación novohispana. Los criollos letrados creen que, dentro de la nación, los Ayuntamientos constituyen los organismos más originarios y representativos. Y, cuando hablan de que la soberanía recae en el pueblo por ser inmortal (Azcárate), se refieren al pueblo representado en los cabildos y que está formado por los hombres honrados, de cierta educación y posición social de cada Villa. Generalmente son abogados, pequeños propietarios o miembros del clero medio y bajo, los que pueden tener participación importante. De esta manera, la clase media, que domina todos los cabildos, ven por primera vez la oportunidad de participar activamente en la vida política del país. Desde este momento en adelante, la idea de conformar un Congreso será el instrumento político principal que buscará esa clase media para obtener su cuota de poder. Melchor de Talamantes, adelantándose a los letrados del cabildo, ve en el Congreso propuesto, el primer paso hacia la independencia. Además, considera que la ausencia del rey deja en libertad a la nación para constituirse así misma. Juan Francisco Azcárate y Ledesma El ayuntamiento El ayuntamiento se integraba por: alcalde o alcaldes, regidores, un procurador síndico, presididos por el jefe político o el prefecto donde lo hubiese, que era el representante del gobierno central en el departamento o partido. Se encargaba de la administración en áreas de salubridad, orden público, instrucción primaria, beneficencia, obras públicas, cárceles municipales. 112 Francisco Javier Venegas Virrey 1810 a 1813 La sola idea de hablar de independencia inquieta a muchos, entre ellos a varios que simpatizan con la propuesta del Ayuntamiento, entre los que están el arzobispo Lizana y el propio Iturrigaray, quien observa con alarma que se empiece a hablar de independencia y aún de república. El partido europeo encuentra en éstos y otros signos la mejor justificación para detener cualquier reforma. Los hacendados y el alto clero temen dar un paso que pudiera hacer intervenir al pueblo real, no al que se suponía que representaban los criollos letrados. La situación así planteada tenía que hacer crisis. El 15 de septiembre de 1808, un grupo de conspiradores encabezados por un rico hacendado, Gabriel Yermo, dan un golpe de Estado. Destituyen al Virrey Iturrigaray, y convocan a la Real Audiencia que nombre como nuevo Virrey a Pedro de Garibay, un viejo soldado que manejarían a su antojo. Después de unos meses del gobierno de Garibay, la Junta Central de España lo sustituye por el arzobispo Francisco Javier de Lizana y Beaumont, tal vez buscando suavizar la situación existente entre peninsulares y criollos. El nuevo Virrey sigue una política conciliadora, trata con suavidad a los criollos y evita las persecuciones. La Real Audiencia conspira contra el arzobispo virrey por su actitud complaciente hacia los criollos y, logran destituirlo en enero de 1809. Luego será sustituido por Francisco Javier Venegas, que llega el 25 de agosto, en tanto que la Real Audiencia gobierna con mano dura. Por todo ello, la actitud de los criollos se radicaliza, pues ven al golpe de Estado como causal de la independencia. Son cada vez más numerosos los que creen que las vías de reformas están cerradas, y que se precisa el paso a medidas violentas. En septiembre de 1808 se descubre la conjura de Valladolid, encabezada por José Ma. García Obeso y Mariano Michelena. Su plan consistía en formar un Congreso constituido por vocales de las Villas, que guardaría en depósito la soberanía real. Para ganarse a los campesinos, hacia su causa, prometían la abolición del tributo per-cápita. La conjura fue descubierta y sus miembros no fueron encarcelados sino dispersados por el arzobispo virrey, cosa que no agradó a los españoles. Arzobispo Francisco Javier de Lizana y Beaumont Quincuagésimoctavo Virrey de 1809 a 1810 Pedro de Garibay Quincuagésimosépti mo Virrey de 1808 a 1809 Fray Melchor de Talamantes Nació en Lima, Perú en 1765, llegó a territorio de la Nueva en 1799, Cuando en la Nueva España se enteraron que la metrópoli sufría la invasión napoleónica, los criollos, entre ellos Talamantes, consideraron la necesidad de establecer Juntas, a semejanza de las de España, con el fin de evitar la posible intervención francesa. El 16 de septiembre de 1808, Fray Melchor de Talamantes y el Lic. Primo de Verdad y Ramos, entre otros, fueron hechos prisioneros por sus actividades políticas. Entre los papeles que le fueron recogidos a Talamantes se encontraron elementos considerados subversivos, entre ellos: ¬ Primeras disposiciones para mantener a este Reino independiente de la dominación francesa. ¬ La creación de un Congreso Nacional del Reino de la Nueva España. ¬ Un alegato relacionado con la soberanía e independencia de México. Fray Melchor de Talamantes murió en 1809, de fiebre amarilla en la cárcel del Castillo de San Juan de Ulúa. 113 Don Miguel Hidalgo y Costilla (1753-1811) Nace en Pénjamo, Guanajuato. Decide dedicarse a la vida religiosa y estudia en Valladolid; en 1778 es ordenado sacerdote. En 1802 es nombrado párroco del pueblo de Dolores, Guanajuato En 1811, traicionan a Hidalgo y es tomado preso en Coahuila junto con Allende y Aldama. En Chihuahua es fusilado y su cabeza se exhibe en la Alhóndiga de Granaditas como una advertencia para los que decidieran seguir en la lucha. Hidalgo es conocido como "El Padre de la Patria". Luego de esto, se establecen contacto con otras ciudades, entre ellas Querétaro, donde se organiza otra conspiración en 1810. Pero si los criollos quieren triunfar no les bastará sólo su fuerza, se verán obligados a aliarse con otras clases sociales que hasta entonces se habían mantenido al margen. Estas eran: las clases medias y el pueblo trabajador, el pueblo real. El plan de esta conspiración consistía en formar una junta compuesta por regidores, abogados, eclesiásticos y otros grupos. Pero la conspiración es descubierta. Ante esto sólo queda un recurso: que Hidalgo tome una dedición: o se inicia el movimiento o tendrán que salir del país, pues de lo contrario su vida correrá el grave peligro de que sean aprehendidos, encarcelados y fusilados. El sacerdote se decide por el entallamiento y, al llamado del cura ilustrado, estalla súbitamente la rabia contenida de los oprimidos por tantos años. Así, la primera gran revolución de la América hispánica se había iniciado. ASCENSO DE LA REVOLUCIÓN POPULAR Con el levantamiento de Dolores, el movimiento a favor de la independencia se transforma. Las grandes masas trabajadoras entran en la escena. La opresión de la que eran víctimas, su miseria e incultura, su falta de organización, convierte a su movimiento en súbito, anárquico y explosivo. Todo el pueblo bajo se une a las masas rebeldes y todos los intentos realizados por Allende para introducir en ellas la disciplina y el orden militar, fracasan. Lo cierto es que la revolución de 1810 poco tiene que ver con los intentos de reforma de los años anteriores. Por su compromiso social, se trata de una rebelión campesina, a la que se unen los trabajadores y la plebe de las ciudades y los obreros de las minas, a los que tratan de dirigir unos cuantos criollos de clase media. Hidalgo, poco a poco va cambiando las ideas de su clase (criolla), o sea, las de conformar un Congreso compuesto por representantes de todas las Ciudades, Villas y lugares de este reino (los Ayuntamientos) el que debe guardar la soberanía a Fernando VII, apela, al igual que los criollos letrados, a la voz “común de la nación”, sin embargo, la “nación” que en realidad lo ha aclamado, no son los cuerpos constituidos ni los hombres honrados representados en los Ayuntamientos, sino los campesinos que lo proclamaron generalísimo en Celaya, las grandes masas que desde entonces lo sostienen. De hecho la “voz de la nación” rebasa ahora el sentido tradicional y adquiere el significado de la “voluntad de las clases populares”. Así, antes de que cualquier evolución teórica, el pueblo se ha puesto así mismo como fundamento de la sociedad. 114 Félix María Calleja del Rey ( 1750 ¨ 1820 ) Nace en Medina del Campo, España. En 1789 llega a la Nueva España. Cuando inicia el movimiento insurgente en 1810, Calleja cuenta con un ejército poderoso y bien adiestrado, conformado con 40 mil hombres. Calleja planea el ataque y derrota al cura Miguel Hidalgo. También le haría frente a las fuerzas de José María Morelos. En 1813 lo nombran virrey de la Nueva España. Durante su gobierno es abolido el Tribunal de la Inquisición, permite el restablecimiento de la orden jesuita, reorganiza la hacienda pública, ordena el tráfico mercantil y el servicio de correos. Félix Calleja era un hombre brillante pero muy cruel y ambicioso. Cuando retorna a España en 1818, ocupa el cargo de gobernador de Cádiz, decide sublevarse contra el rey y es encarcelado. Los decretos promulgados por Hidalgo no hacen más que expresar ese cambio en su postura y esa soberanía efectiva. Abroga los tributos que pesan sobre el pueblo; suprime la distinción de castas y por primera vez en toda América declara abolida la esclavitud. Declara la confiscación de los bienes a europeos y dicta la primera medida agraria, “la restitución de tierras a las comunidades a las que originariamente les pertenecían”. Lo cual da muestras del carácter campesino de la rebelión. Por su parte, Allende no puede seguir el camino popular que ha tomado la revolución. No se explica por qué Hidalgo condesciende con la plebe ni por qué ha dejado de lado la figura de Fernando VII. Las ideas populares de la “destrucción del orden social opresor encarnado en los ricos europeos”, poco tiene que ver con las manejadas por los líderes ilustrados. Ante el carácter popular que ha tomado la rebelión popular, cambia la actitud de muchos criollos ricos que veían con simpatía los intentos de reforma. El más fuerte crítico de la rebelión era el alto clero lo mismo que los terratenientes criollos, quienes se dan a la tarea de apoyar al ejército realista comandado por Calleja. ¿ Qué han cambiado las ideas de los criollos respecto al movimiento?. No, lo que ha cambiado es la revolución. La clase media también tiene una postura ambivalente en relación al movimiento, unos lo apoyan (en ocasiones para su beneficio personal), otros aterrorizados por la violencia y el desorden se pasaron al bando contrario. Lo cierto es que las cosas empezarán a caminar mal para el movimiento a partir de noviembre de 1810. Calleja recupera Guanajuato y llega hasta Guadalajara, en donde derrota a las tropas de Hidalgo y Ignacio José de Allende y Unzaga Nació en San Miguel el Grande (hoy San Miguel de Allende) el 21 de Enero de 1769, fue hijo de un rico comerciante español y de una señora de las principales familias de San Miguel. tomó la carrera de las armas. Ganó sus primeros ascensos en Texas bajo las órdenes de Félix María Calleja. En 1806 ya era capitán cuando hubo una concentración de tropas en Jalapa, donde adoptó las doctrinas a favor de la Independencia. En marzo de 1811 los caudillos de la Independencia fueron capturados, por una traición de Ignacio Elizondo, en Acatita de Baján. Allende fue el único que opuso resistencia y luchó hasta el final. Los prisioneros fueron conducidos a Chihuahua, donde se les procesó, estuvieron incomunicados y encadenados. Durante su juicio Allende se portó muy educado, pero al ver que el juez lo trataba con desprecio, rompió las esposas que tría en las manos y con el pedazo de cadena que colgaba le dio un fuerte golpe en la cabeza. Así fue sentenciado a muerte y fusilado el 26 de junio de 1811, después fue decapitado. Su cabeza fue colgada en uno de los ángulos de la Alhóndiga de Granaditas en la ciudad de Guanajuato 115 José María Morelos y Pavón ( 1765 - 1815 ) Nace en Valladolid (hoy Morelia en su honor), Michoacán. En 1810 se une a Miguel Hidalgo, su maestro, en el movimiento independiente. Morelos es el encargado de organizar la lucha en el sur del país. En sólo cinco años llegó a controlar Michoacán, México, Puebla, Oaxaca y Veracruz. A la muerte de Hidalgo, Morelos se quedó al frente de la revolución. Redacta el documento "Sentimientos de la Nación", que sirvió de base para el Congreso Nacional Constituyente de 1813, instalado en Chilpancingo. En 1815 es derrotado en Valladolid y aprehendido; muere fusilado en San Cristóbal Ecatepec. Allende en Puente de Calderón el 16 de enero de 1811. Empieza así el éxodo de los jefes insurgentes hacia el norte, primero a Zacatecas y luego a Saltillo. En su camino hacia Monclova Coahuila son emboscados en el paraje llamado “Norias de Baján” siendo aprehendidos y llevados a Chihuahua, donde fueron juzgados y ejecutados el 30 de julio de 1811. Sin embargo, la revolución no termina con la muerte de Hidalgo y Allende. El movimiento busca reorganizarse en dos puntos: en Zitácuaro Michoacán, se establece la suprema junta gubernativa de América, que dirige Ignacio López Rayón, y más al sur, son las victorias de Morelos las que logran darle un nuevo impulso a la revolución. Este último se vuelve el dirigente popular que el movimiento necesitaba. En mayo de 1811 ocupa Chilpancingo y Tixtla, sube por Taxco y Tehuacán y en diciembre toma Cuautla, donde se enfrenta con el ejército de Calleja y romperá el sitio que tiende sobre el pueblo, el cual dura tres meses. Conforme avanza el movimiento, muchos elementos de la clase media se volvían en su favor. Muchos criollos ilustrados como Joaquín Fernández de Lizardi (en la capital) y desde Londres, Fray Servando Teresa de Mier, promovían el movimiento. Al doctor Cos, Andrés Quntana Roo, Bustamante, Velasco, Liceaga, Rosáins, Verduzco, etc., Morelos los protege de los ataques y persecuciones realistas. Ellos promueven el movimiento con la pluma, que resulta ser más sustancioso que con la espada. Con tal de poner fin a la rebelión popular, José Ma. Cos escribe un plan de paz en el que se propone: ∙ La soberanía reside en la masa de la nación. ∙ España y América son integrantes de la monarquía, sujetas al rey, pero iguales entre sí y sin dependencia la una de la otra. Por lo demás, el orden social existente sería respetado. Andrés Quintana Roo, aclara cuál es la “nación” donde reside la soberanía: cuando la cabeza falla, deben ser los cuerpos constituidos quienes tomen en sus manos el Ignacio López Rayón (1773-1832). Encabezó el movimiento de independencia a la muerte del cura Miguel Hidalgo. Nació en Michoacán, en 1773 y estudió derecho. Se unió a las fuerzas de Miguel Hidalgo y Costilla y encabezó la defensa de Zitácuaro. Fue nombrado secretario particular de Hidalgo, Secretario de Estado y firmó la abolición de la esclavitud el 6 de diciembre de ese mismo año. En 1813 formó parte del Congreso Constituyente que encabezaba José María Morelos. Capturado 1917 y permaneció preso hasta 1820. Al terminar la guerra ocupo diversos puestos en el Gobierno naciente. 116 gobierno. Carlos Ma. de Bustamante, insiste en la idea, cara a su clase: el representante más cercano a la nación son los Ayuntamientos. Estas ideas podían ser acogidas con beneplácito por los grupos criollos de la oligarquía colonial, pues justificaban su pretensión de intervenir en el gobierno de su país. Sin embargo, el plan de paz y la propaganda insurgente no logran atraer a los propietarios criollos. La explicación a esto es fácil: los ilustrados insurgentes expresan ideas que pueden serles afines, pero el problema está en que su fuerza radica aún en los campesinos, en la plebe que nada sabe de bellas doctrinas. Sólo cuando la revolución popular sea derrotada, la oligarquía criolla podrá hacer suya esa propuesta. Pero, al lado de estas ideas, el pueblo impone otras, y en José Ma. Morelos es donde mejor puede observarse la confluencia de las ideas propias de la clase media con las que provienen de su contacto con el pueblo. Morelos no se limita a las reivindicaciones políticas, su agrarismo, aunque moderado, es claro. Suprimir las cajas de comunidad para que los campesinos reciban las rentas de sus tierras como propias. En sus “Sentimientos de la Nación” esboza un nuevo sistema, teñido de un humanismo igualitario y cristiano: pide que los empleos sean para los americanos; que las leyes moderen la opulencia y la indigencia; que la esclavitud se prohíba para siempre, lo mismo que la distinción de castas, quedando todos iguales, que sólo distinguirá a un americano de otro, la virtud y el vicio. Planteaba que debían inutilizarse todas las haciendas grandes, porque el beneficio mayor de la agricultura debe ser que todos se beneficien mediante la explotación de un pequeño terreno. Como se ve, por rudimentarias que sean las ideas apuntan a un cambio en la organización económica de la Colonia. Así, un orden de pequeña propiedad agraria y de igualdad social remplazarían a la gran explotación minera y rural, origen de las desigualdades sociales y económicas. Para 1813 la mayoría del territorio nacional estaba bajo el dominio insurgente. La revolución había llegado a su máxima pujanza, pero en el fondo era mucho más débil de lo que parecía. Los grupos alzados actuaban cada uno por su lado. Los campesinos no sabían organizarse por sí mismos, se agrupaban entorno a un caudillo. DESCENSO Y FIN DE LA REVOLUCIÓN POPULAR. La idea de un organismo representativo que centrara y coordinara los esfuerzos, no podía surgir de los campesinos, y menos aún la de conformar un Estado nuevo. Esta idea la tenían que aportar los letrados. Mientras todo esto sucedía en la Nueva España, en la Metrópoli, el 24 de septiembre de 1810, las Cortes españolas se reunían en León, Cádiz. En ellas reinaba un ambiente ideológico liberal. El contacto de los criollos con las ideas de las cortes (había 150 españoles y sólo 53 americanos) contribuyó a la elevación de su pensamiento. El 117 francesismo reinaba ahí; su terminología, sus argumentos, sus temas, repetían los de la revolución francesa. Lo cierto es que, la actitud de los diputados americanos era más radical que la de los europeos. Se defendió con fuerza la ciudadanía de los indios, los negros y las castas; exigieron la abolición de la esclavitud, la supresión de las alcabalas, la libertad de producción y de comercio para todos los reinos hispánicos. Tanto éstas, como otras peticiones se fueron aprobando poco a poco. Lo cual resultó ser demasiado tarde, pues la revolución se había iniciado y no podía detenerse con proclamas. Eran concesiones extemporáneas. Además, el 18 de marzo de 1812 se firmó en Cádiz la nueva Constitución española, la que reducía el poder del rey al del poder ejecutivo; las Cortes obtenían amplios poderes; proclamaba la soberanía popular; abolía la inquisición; establecía la paridad de las colonias con la Metrópoli (representación en cortes y reparto de puestos administrativos) y dividía a la Nueva España en cinco provincias, limitando el poder del Virrey a una de ellas. El 30 de septiembre, el Virrey Venegas la promulgó en México. Sin embargo, esta Constitución no agradó ni a peninsulares ni a criollos, por lo que, en el bando insurgente, se creó por iniciativa de Morelos, el 15 de septiembre de 1813, en Chilpancingo, el Congreso de representantes de las regiones liberadas. Sus representantes eran todos letrados, así, desde sus inicios el Congreso quedó dominado por la clase media. El 6 de noviembre de 1813, el Congreso de Chilpancingo proclamó: la independencia de México; rechazó la monarquía y estableció la república; se dedicó a preparar una Constitución adecuada para la nueva nación. De esta manera, el 22 de octubre de 1814, en Apatzingán se promulga la primera Constitución de la nación mexicana. En ella se abolía la esclavitud y a las distintas castas y se eliminaba el tributo que pesaba sobre los indios. La Constitución de Apatzingán (al igual que la de Cádiz) se basaba en las Constituciones francesas de 1793 y 1795. Establecía el sistema representativo nacional; la separación de tres poderes; los derechos del ciudadano y la libertad de expresión. En esta Constitución, la soberanía se consideraba completamente representada en el Congreso, de él dependía todo el poder de la nación. La asamblea nombraba a los otros poderes. Todas estas medidas podían resultar útiles en tiempos normales, cuando se tratara de proteger a la república contra las ambiciones de los caudillos, pero poco tenía que ver con la realidad de la revolución popular que se vivía. En esos momentos las necesidades concretas exigían un mando centralizado y fuerte. La Constitución, en este sentido, restringía el poder que tenía Morelos, pues le quitaba el mando de tropas (si quería ser el representante del poder ejecutivo) y se lo reservaba al Congreso. El Congreso le dio a la revolución popular la expresión política y el carácter institucional que el impulso popular anárquico no podía darle; pero, las instituciones 118 liberales que creó dicho Congreso constituyeron un instrumento que arrebataba de hecho el poder real de manos de las masas. Así, el choque entre el Congreso y los caudillos (que realmente representaban al pueblo) resultaba inevitable. En diciembre de 1814, Morelos pretende apoderarse de Valladolid, pero sufre una brutal derrota donde mueren sus más renombrados generales: Don Mariano Matamoros y Hermenegildo Galeana. A partir de entonces los desastres se suceden y la estrella de la revolución deja de brillas. El Congreso es culpable de muchas de las cosas negativas que acontecen al movimiento, pues imposibilita a Morelos para unir el mando político y el militar, tan necesario por ese tiempo. Por lo que empieza a cundir el desorden en el ejército insurgente y a perder los espacios que habían ganado: El mismo doctor Cos critica al Congreso por coartar a Morelos y llama a desobedecerlo. El 5 de noviembre de 1815, Morelos, por tratar de proteger a los miembros del Congreso, de un ataque realista, cae prisionero, es sometido a juicio, degradado y fusilado en San Cristobal Ecatepec, el 25 de diciembre de 1815. Luego de la muerte de Morelos, el movimiento entra en agonía. Nicolás Bravo se pone al frente de las tropas, pero el Congreso (al igual que a Morelos) le quita el mando militar. Mier y Terán, argumentando lo mismo que el doctor Cos, disuelve el Congreso. De esta manera, falto de dirección, desaparecida la gran figura que podía encarnar el impulso popular, el movimiento se disuelve y atomiza. Mientras esto acontecía en México, en España, el 22 de marzo de 1814, Fernando VII regresaba dispuesto a gobernar como monarca absoluto. Declara abolida la Constitución de Cádiz y disuelve las Cortes. El absolutismo real se impone de nuevo, con lo que el Imperio español recobraba su viejo rostro. Por otra parte, en Nueva España, Calleja es nombrado Virrey (4 de marzo de 1813), sustituyendo a Venegas. Suprime la Constitución de Cádiz y restablece la inquisición. Regresa a España (el 19 de septiembre de 1816) siendo sustituido por Juan Ruíz de Apodaca. Este ofrece el indulto a los insurgentes e inicia una campaña persecutoria contra los alzados. Con todo esto, para inicios de 1817, sólo quedaban rescoldos de lo que inició Hidalgo y prosiguió Morelos, Osorno y Guadalupe Victoria D. NICOLAS BRAVO (1784 - 1854) Don Nicolás Bravo fue uno de los caudillos en la segunda etapa de la guerra de independencia. Se cuenta de él un episodio que lo destaca: Tenía en su poder 300 prisioneros españoles cuando supo que don Leonardo Bravo, su padre, había sido ejecutado en la Ciudad de México. Bravo dispuso primero que, en represalia, fueran ejecutados los prisioneros; pero, horrorizado de haber dato tal orden, puso en completa libertad a los prisioneros, quienes se unieron a sus fuerzas, admirando su generosidad. Bravo fue el primer Vicepresidente de la República, cuando Guadalupe Victoria fue electo Presidente. Ocupó la Presidencia de la República interinamente en varias ocasiones. Durante la intervención americana de 1847, don Nicolás Bravo era el general en jefe de las tropas que defendieron el Castillo de Chapultepec que cayó en poder del invasor. 119 en Veracruz y Vicente Guerrero en el sur. De hecho, la gran revolución popular había terminado. LA OLIGARQUÍA CRIOLLA EN EL PODER La oligarquía colonial había logrado contener la revolución popular, pero tuvo que pagar un precio muy alto. Se había destruido la economía del país. Sin embargo, ahora los miembros de la élite colonial podían tomar la iniciativa de emprender reformas que los beneficiara. Por otra parte, la guerra hace que surja otro grupo dominante: el ejército, el cual sirvió para ir creando feudos de poder en algunas regiones por algunos personajes, que incluso algunos de ellos le disputaban al Virrey el poder sobre sus provincias: Juan Ruíz de Apodaca y Joaquín Arredondo en Nuevo Santander y José de la Cruz en la Nueva Galicia. Después de prácticamente el aniquilamiento del movimiento insurgente, tanto los propietarios criollos, la Iglesia y el ejército estaban cada vez más dispuestos a promover determinados cambios. Y, la ocasión para hacerlo se da en enero de 1820, cuando en España comienza una insurrección liberal que obligó a Fernando VII a jurar la Constitución de Cádiz. Se convocó a Cortes, en las que privaba el espíritu liberal y el anticlericalismo. Se emitieron una serie de decretos en contra del poder temporal de la Iglesia: supresión del fuero eclesiástico; reducción de los diezmos; abolición de las ordenes monásticas y de la compañía de Jesús y la abolición de la inquisición. En México, estas medidas provocaron una reacción inmediata. El Virrey Apodaca y la Real Audiencia se vieron forzados a jurar la Constitución de Cádiz. Para la Iglesia, la situación se tornaba muy grave, y muchos funcionarios españoles empiezan a temer un movimiento promovido por el clero. Para evitarlo se conforma el grupo denominado de la Profesa, que pretendía desconocer la Constitución de Cádiz y que el reino continuara gobernándose por las viejas leyes. En noviembre de 1820, Agustín de Iturbide es nombrado jefe del ejército que debería atacar a Vicente Guerrero en el sur. Logra la adhesión de los principales jefes militares. Redacta un plan en Iguala, el cual fue aclamado por los soldados. Dicho plan contenía lo siguiente: ∙ Proclamación de la independencia. ∙ Que la Iglesia Católica sería la única iglesia de Estado. ∙ El clero secular y regular conservaría sus fueros y preeminencias. ∙ Que los europeos, criollos e indios se unieran en una sola nación. ∙ Se mantendría la monarquía como régimen de gobierno del nuevo Imperio (reservada a Fernando VII o a quien él determinara). Juntas de la Profesa. Para evitar la aplicación en la Nueva España, de la Constitución Española de 1812, un grupo de hombres encabezado por don Matías Monteagudo, comenzó a reunirse en los claustros interiores del templo de "La Profesa", en la Cd. de México 120 VICENTE GUERRERO (1783 - 1831) Invitado por los Galeana se unió al movimiento de Independencia. Operó en los Edos. de Oaxaca y Puebla bajo las órdenes de Morelos. Muertos Matamoros, Morelos y Mina, y estando prisioneros Bravo y Rayón, hizo que Guerrero fuera el único caudillo que en 1817 seguía combatiendo a los españoles con tácticas guerrilleras. En 1821 el realista Iturbide y Guerrero se pusieron de acuerdo y declararon la Independencia de nuestro país (Plan de Iguala). Guerrero cedió el mando a Iturbide pero lo combatió cuando este se declaró emperador. Guerrero se convirtió en el Segundo Presidente de México en 1829. Por 50 mil pesos en oro Fco. Picaluga secuestró a Guerrero, después de invitarlo a comer en su bergantín. Lo entregó a sus enemigo, quienes lo fusilaron en Cuilapan, Oaxaca el 14 de febrero de 1831. AGUSTÍN DE ITURBIDE (1783-1824) Criollo al que en 1810 Miguel Hidalgo lo invita a unirse al movimiento de independencia, pero el rechaza el ofrecimiento y sirve en el ejército realista. En 1820 recibe órdenes de combatir a Vicente Guerrero en el Sur, pero busca un encuentro con él y pactan para dar término al movimiento armado. Proclaman el Plan de Iguala o de las Tres Garantías, en el que declaran la independencia. En septiembre de 1821 hacen su entrada triunfante a la cd. de México. Se forma el primer gobierno con una Junta provisional Gubernativa, presidida por Iturbide, pero él decide nombrarse Emperador. Duró nueve meses su gobierno, pues Antonio López de Santa Anna, apoyado por Nicolás Bravo y Vicente Guerrero, proclamó el Plan de Casamata, forzandolo a abdicar, siendo desterrado en 1823, en 1824 regresó al país y fue fusilado. ∙ Una junta de Regencia asumiría el poder. Esta llamaría a la conformación de un Congreso para que elaborara la Constitución del Imperio y, en su caso, nombrar al Rey El Plan de Iguala logró unificar a toda la oligarquía criolla. Iturbide en vez de atacar a Guerrero entró en contacto con él. Los últimos caudillos insurgentes ven la posibilidad de lograr la independencia y se unen al movimiento. De esta manera, en poco tiempo, sin derramamiento de sangre se logra lo que no había podido obtener el pueblo. El ejército de Iturbide conquista las principales ciudades, entra en Valladolid, Guadalajara y Puebla. Las tropas expedicionarias destituyen al Virrey Juan Ruíz de Apodaca por considerar que no hace lo suficiente para impedir esto. El 12 de agosto de 1821 desembarca en Veracruz el nuevo Virrey, Juan O´donojú, nombrado ya no Virrey sino Jefe Político de Nueva España por las Cortes españolas. En la ciudad de Córdoba, decide entenderse con Iturbide. Allí firman un tratado donde se acepta la independencia, pero quedan a salvo los derechos de la Corona reinante española, aunque se suprime la cláusula de que en caso de que el monarca no quisiera el trono, su lugar lo ocuparía otro miembro de la casa reinante. Por medio de O´donojú se logra que las tropas de Francisco Novella, que resguardaban la ciudad de México, se rindan y retornen a España. Juan O´donojú (Sevilla, 1726 - México, 1821). Ultimo Virrey. Muere poco después de firmar el Tratado de Córdoba en el que le entrega el gobierno de la Nueva España a Iturbide . 121 Fue de esta manera que, Agustín de Iturbide al frente del ejército de las tres garantías (religión, unión e independencia) entra a la capital del virreinato el 27 de septiembre de 1821. Así, después de 11 años de lucha la independencia se había consumado. Solo que sus términos eran muy diferentes a los planteados por la revolución popular. No se plantea ninguna transformación significativa con relación al antiguo régimen. Desde el punto de vista popular, era claro que el movimiento iturbidista no tuvo nada en común con el de Hidalgo y Morelos. Sin embargo, los grupos europeos pierden el control de la nación. El poder había pasado a manos del alto clero y el ejército, representantes de la nobleza criolla. Se nombra una Junta de Regencia que promulgará la abolición de las castas, suprimirá las trabas a la libre industria, a la explotación minera, al comercio y se reducirán de manera importante las alcabalas. Como se puede observar, todos estos eran logros de la élite criolla que, conservando lo esencial del orden anterior, derogan las leyes que se oponían a su desarrollo, afianzan su poder y, al mismo tiempo, conceden algunas de las demandas de la clase media para obtener su adhesión. El 24 de febrero de 1822 se instaló el Congreso Constituyente que quedó dominado por las clases medias. Se acordó por unanimidad que en él radicaba la soberanía (este fue el primer gran error político cometido por Iturbide). Iturbide decide que él es el soberano, que así lo plantea el Plan de Iguala, pero el Congreso plantea que en este Plan radica la soberanía, entablándose una fuerte pugna entre Iturbide y el Congreso. Además, dentro del Congreso se habían conformado tres grupos políticos (partidos): los iturbidistas, los borbonistas (Proponían a un príncipe europeo, de preferencia de la Casa Borbón) y los liberales (mayoría en la Cámara). El 18 de mayo, un tumulto en que participaba el ejército y la plebe, pidió la Corona para Iturbide (Agustín I). y, el 21 de julio de 1822 Iturbide era coronado como emperador de México. Sin embargo, el gobernante imperial enfrentaría grandes problemas, entre ellos la difícil situación financiera provocada por la quiebra de la economía a raíz de la prolongada guerra popular. El país se había descapitalizado. Se da un fuerte enfrentamiento entre los liberales del Congreso y el emperador Iturbide (representante del conservadurismo), por lo que, el 21 de octubre de 1822, Iturbide disuelve el Congreso (segundo error político) y nombra una Junta con 45 diputados, todos partidarios suyos. Esta medida se veía a todas luces que era un golpe poco político, pues le quitaba legitimidad al gobierno. El emperador se iba quedando sólo. En Veracruz, el 1 de enero de 1823, Antonio López de Santa Anna se subleva, lanzando un proyecto republicano. Se van uniendo al movimiento antiguos insurgentes como: Guadalupe Victoria, Vicente Guerrero, Nicolás Bravo y otros grupos también hacen lo mismo. El 19 de marzo termina el efímero imperio. Iturbide abandona la Corona y se exilia. Luego de esto, se restablece el Congreso, que promulga que México se ordenará bajo la forma republicana de gobierno. Mientras se promulga la Constitución, el gobierno queda en manos de un triunvirato (trío). Entre los que lo encabezan están prominentes insurgentes: Guadalupe Victoria y Nicolás Bravo, así como un iturbidista, Pedro Celestino Negrete. Los primeros, para lograr el poder ya no se basaban en el pueblo sino en su alianza con una fracción del ejército, pues el poder real permanecía en los grupos privilegiados: Iglesia y Ejército. 122 LA REVOLUCIÓN DE INDEPENDENCIA LA ESCENA La primera gran tarea que debió enfrentar y resolver el México independiente fue la de buscar una forma de organización política y una forma de gobierno que la llevara a cabo. Además, es natural que las sociedades evoluciones y, la mexicana no debe ser la excepción, más, sin embargo, México se lanzó a vivir el siglo XIX cuando su propia evolución política, económica y social, medida en términos occidentales, sólo lo había llevado al siglo XIV o a lo más al XV. Esto tiene que ver con el hecho de que México para nada estaba peor capacitado que para conseguir la libertad política y la riqueza material, dado que jamás había sido ni libre ni rico y porque, en gran parte, aún las nociones de libertad y riqueza carecían de sentido para él. Los pueblos indígenas desconocían por completo la libertad política (siempre fueron esclavos), individual y la riqueza no pudo haber sido incentivo (dominados por las ideas católicas) ni metas que el Estado se propusiera conseguir, dado que su preocupación radicaba en enviarla a España Mientras en Europa, los pasos hacia la nueva era aparecen desde la Edad Media: témino de la esclavitud y la servidumbre; desaparición de las corporaciones y gremios; la aparición de la burguesía; la producción industrial en gran escala, con todas sus exigencias técnicas, de capital, comunicaciones, crédito y mercados para venderla, en México, el trabajo servil existió, de hecho, hasta la desaparición de la hacienda en 1936. La formación de la burguesía como tal, es producto del porfiriato. El paso de la agricultura de autoconsumo a la de mercado podemos decir que se vuelve una realidad (restringida) hasta nuestros días. Por todo esto, era un sueño pensar vivir en el siglo XIX cuando apenas se estaban dando los primeros pasos para entrar al siglo XIV. México vivió en un siglo que no era el suyo, por eso se vio obligado a lograr en uno, lo que otros habían logrado en tres. En relación con lo dicho, Payno argumentaba en 1842,...“somos niños que apenas nacimos, niños que no hemos recibido educación, niños que superando la debilidad de nuestros miembros, pretendemos ponernos a nivel de las naciones de Europa, dando un salto enorme de cuatro o cinco siglos”. Como una manifestación de lo anterior, el largo período de anarquía que vive México después de haber logrado su independencia política, representa la ansiada búsqueda de la democracia. Solo que para poder lograrla, tendrá que esperar mucho tiempo; porque, primero, la sociedad tendrá que dividirse en Partidos y que éstos lleguen a la guerra civil para poder imponer sus ideas e intereses. El simple enunciado de un gobierno democrático significaba el traspaso del poder de los pocos a los muchos. Pero los pocos no lo quieren soltar, lo retienen; son dueños de la principal fuerza política, de la riqueza, del prestigio y de los privilegios. Los otros, los más, sólo tienen la fuerza del número y la moral de una causa sustentada en el agravio. Basado en Cosío Villegas, Daniel “La escena” y “La coreografía” en Historia Moderna de México, pp. 43-83 123 Por otra parte, no era posible que en una sola etapa se intentara transferir el gobierno de los pocos a los muchos, y llegar así a un gobierno popular y democrático. En lugar de que se creara de golpe un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, se intentó simplemente un gobierno para el pueblo, es decir, hecho en su nombre y disque en su beneficio. Pero, buscando esto surgieron como paradoja, los primeros gobiernos oligárquicos, ilustrados y benéficos, a los cuales se debe, en realidad, los progresos políticos iniciales. De esta manera, se puede decir que la democracia mexicana en los primeros cincuenta años de independencia avanzó un largo tramo en el camino que se había propuesto recorrer: ir destruyendo las formas de la organización política heredadas de España y a los grupos e intereses empeñados en mantenerlos. Acabó por destruir la riqueza de los grupos adversarios, los más interesados en la conservación de la tradición política española: la de la Iglesia Católica y los españoles. A la vez que esto sucedía, se iban creando las ideas democráticas y ciertas condiciones económicas y sociales que hicieran posible el nacimiento de una nueva clase social; la burguesía, que amparaba las nuevas ideas políticas, entonces, de verdad revolucionarias (el liberalismo). Sin embargo, la tarea de avanzar y conseguir la libertad política y el bienestar material resultó excesivo para México, lo cual se debió a la desproporción entre la magnitud de estas tareas y el tiempo y las adversidades de las condiciones en que debía realizarse el intento. Un gran trecho del siglo XIX (hasta 1867) los esfuerzos del país se orientan a buscar la libertad política como remedio a todos los males, pues se creía (al igual que en la revolución francesa) que con la libertad política vendría la independencia económica y, con ésta, la sana emulación que lleva al bienestar y a la riqueza. Pero si bien, se logra la Libertad política, la económica se fue derrumbando hasta caer en una profunda crisis que lo único que hace es agudizar la pobreza de la nación. A pesar de todo, se hacen grandes esfuerzos por lograr el ansiado desarrollo económico, la cuestión difícil era ¿cómo lograrlo?. Se reconocía que México, por si sólo, no podía producir los elementos que generaran la riqueza que requería el nuevo país, faltaba algo imprescindible para lograrlo: el capital. Las inversiones de capital extranjero pudieron haber impulsado el desarrollo económico de México. Sin embargo, esas inversiones no vinieron sino hasta muy tarde, de hecho, hasta el porfiriato. Y, no vinieron pronto porque las condiciones mundiales y nacionales no eran las propicias. Los países que tenían capital (Inglaterra, Francia y más tarde Estados Unidos) primero lo invirtieron en sus propias economías o en las de sus colonias. Además, en México las condiciones político-sociales (de continua guerra) no lo volvían atractivo para invertir en su economía. La sucesión de un gran número de guerras no permitió a México desarrollarse como se quería. Las Guerras de Reforma e Intervención (1854-1867) son las últimas de una serie muy larga que se inició en 1810. Fueron la recta final de una carrera con que el país esforzado, pero jadeante, pretendía alcanzar al mundo occidental, al cual lo había arrojado la independencia de España. Pero más aún, el achicamiento del mundo; el encogerse, nos hizo a todos ricos y desvalidos, cabeza y cola, parte de una sola civilización y una cultura única. Tanto las guerras de Reforma como la de Intervención francesa dejaron en México un partido conservador al cual se le habían arrebatado el poder pero no la fuerza: sus 124 medios habían menguado, pero no su habilidad ni su experiencia. Dejan una Iglesia que había cedido el primer lugar, pero no el segundo. Un ejército conservador que había perdido a sus jefes más eminentes, pero cuyos oficiales y tropa, ahora en los hogares distantes, podían oír la llamada del agudo clarín de la guerra. Dejan un grupo de dirigentes, hechos, maduros, en general civiles. También un grupo de pretendientes al poder. Dejan una masa de liberales que sirve de apoyo a los dirigentes, sus intereses y opiniones. Un elemento importante a destacar es que entre todos los actores que participaron en estas guerras, había muchas figuras. Por un lado estaban los ilustrados: Juárez, Lerdo, Iglesias, Zamacona, Zarco, Altamirano, Prieto, Ramírez, Payno, Romero, Rivapalacio, Montes, Martínez de la Torre, Vallarta, Etc. y por otro, los no ilustrados: Corona, Escobedo, Régules, Díaz, Méndez, Naranjo y Treviño. Pero con la excepción de Juárez, ningún civil ni militar salió de ambas guerras como una figura de corte nacional. Esto fue así porque el oaxaqueño supo delegar el poder real y no sólo el jurídico, en muchas manos, particularmente en los militares. LA COREOGRAFÍA Durante estas épocas, podemos decir que el gobierno federal no contaba con un ejército nacional, lo cual era así porque tanto los Estados como los Jefes Regionales eran los que tenían mando sobre las tropas, pues el gobierno del país no podía pagar un ejército regular ni surtirlo de armas ni pertrechos. Esta situación daba un gran poder e influencia a los Jefes Militares Regionales, que eran aquellos personajes que con su prestigio, habilidad, tesón y maña movían a las tropas reales. Era el que tenía conocimiento de la región, relaciones en ella, poder sobre personas y bienes, es decir, se fue convirtiendo en la autoridad real, directa, tangible en esa región, en un poder tanto más fuerte y personal cuanto que en todo obraba con la autoridad y el desenfado que le daba la fuerza y la necesidad y, por si faltara algo, la mismísima ley. De esta forma surgieron los grandes feudos y cacicazgos de poder regional, tan dañinos para el recién creado país. Volviendo un poco en lo referente a Juárez, hay quién se pregunta cómo era el Juárez de la Reforma y de la Intervención. Lo cierto es que no era como lo “pintan” sus enemigos, un hombre con la sola virtud del temple. Tampoco lo era como lo quieren ver sus defensores, como un gran estadista, ni menos un visionario. Era un hombre de principios, un consumado político. Tenía los ingredientes que hacen al gran político: una pasión devoradora por la política y una capacidad de lucha tal, que engendra placer y vuelve innecesario el reposo (“murió combatiendo” dice Altamirano, con mal reprimida admiración). Juárez tenía otro ingrediente del político: era flexible y conciliador. También tenía el don de la percepción del principio, y su aplicación cotidiana de que en la política son pocas las batallas y muchas las escaramuzas, y de que deben ganarse todas éstas para vencer en alguna de aquéllas. Por otro lado, algo de lo que también se vuelve imprescindible hablar durante esta época tan dramática para el país, es de la Constitución de 1857. Y, valga decir que, para el hombre del México de entonces era una ley viva, una realidad tangible y bandera o símbolo. Es difícil imaginar que otra Constitución haya representado en México lo mucho que representó la de 1857. Algo importantísimo, el gran conocimiento que tenían de ella el hombre público, el legislador, juez, político o periodista. Existía un gran acatamiento a esa Constitución. 125 Este fervor a la Constitución se entiende que era debido al ansia de paz que tenía el país, y que se pensaba que por medio de ella podría lograrse. Lo cierto es que para las fechas en que se dan las guerras de Reforma y de Intervención francesa, lo más deseado por el pueblo era la paz y la conciliación. La palabra paz se volvía indispensable para que la ley fuera el único medio de solucionar cualquier conflicto; también como el deseo más íntimo y fecundo de la conciliación entre todos los mexicanos. Más, sin embargo, a pesar de todos estos deseos, la obediencia a la Constitución, ansia de paz e inclinación conciliadora no podían convertirse en una acción dominante debido a que hacía falta darles un Estado Político, para hacer que, de sentimientos se convirtieran en voluntad y en acto. En esto, por desgracia, quedaron atrás de la posibilidad. No se podía consolidar un Estado Político porque el mexicano, esclavo o siervo durante lo más de su vida, había conquistado las formas esenciales de su libertad política en un plazo y a un precio agotadores. Así, difícil era que entendiera el goce de la libertad sino usándola sin límites. Pero, desde luego, esto se transformaba en una libertad abusiva, por lo que la gran tarea por venir era transformarla en una libertad sana y robusta. Respetuosa de la Ley. 126 Benítez Juárez. “Las intervenciones extranjeras” en Historia de México(Colección bachillerato) pp.110-117 LAS INTERVENCIONES EXTRANJERAS El Convulso periodo de 1821 a 1854, originado por la Crisis económica y política, se estremeció aún más debido a las diferentes guerras que se sostuvieron contra otros países. En primer lugar, hasta 1825, la fortaleza de San Juan de Ulúa, ubicada en las inmediaciones del puerto de Veracruz, se mantuvo en poder de las fuerzas españolas, quienes constantemente agredían a la población porteña, además de interrumpir el flujo comercial que se realizaba a través de ese puerto, originando graves pérdidas por la falta de recursos obtenidos en esa aduana. El gobierno mexicano se decidió a la recuperación de tal plaza en octubre de 1 825, cuando se dirigían hacia ella cuatro buques de guerra que conducían refuerzos a los españoles, los cuales ante la presencia de fuerzas mexicanas optaron por regresar a la Habana. Ante este hecho, el general Miguel Barragán intimó la rendición el 5 de noviembre cuando la Marina estaba ya dispuesta a atacar el castillo. Se le respondió pidiéndole un armisticio. El general mexicano se entrevistó con el representante español Coppinger en la fortaleza. El día 21 de noviembre, a las cuatro de la tarde, el general Barragán tomó posesión de la fortaleza. La obstinada resistencia de España parecía concluir. El 29 de julio de 1 826, Veracruz obtuvo el honroso titulo de <>. Hacia 1829, el brigadier español Isidro Barradas, al frente de una expedición de casi 4,000 hombres intentó reconquistar las tierras mexicanas para la Corona Ibérica. El desembarco de las tropas de Fernando VII se realizó en el norte del estado de Veracruz, en el lugar conocido como Cabo Rojo, de allí partieron hacia Tampico de las Tamaulipas, puerto que ocuparon sin encontrar resistencia y en donde asentaron su cuartel general. Aproximadamente mes y medio después de su establecimiento en tal plaza, los españoles fueron atacados por fuerzas mexicanas comandadas por Santa Anna y por Mier y Terán. Diezmadas las tropas españolas por las enfermedades características de la zona costera y un huracán que se desató horas antes del combate definitivo, fueron vencidas contundentemente el 11 de septiembre. Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón (1794 –1876) fue un político y militar mexicano, en 11 ocasiones presidente de México. A lo largo de su larga carrera política se unió en distintas ocasiones a realistas, insurgentes, monárquicos, liberales y conservadores. En la “Guerra de los Pasteles” Santa Anna tomó las riendas del ejército y se dirigió a Veracruz, donde hizo retroceder a los invasores hasta el muelle, pero en ese momento, los barcos franceses abrieron fuego de artillería contra los mexicanos, resultando herido en una pierna. La gente se conmovió ante el sacrificio de Santa Anna, que perdió la pierna y lo aclamó como héroe de la Patria. Esto le dio una gran publicidad, lo que le permitió ocupar la presidencia de nuevo en 1839, 1841 y 1844, anunciando ya el estilo totalitario que distingue su último periodo. 127 LA GUERRA DE TEXAS Otro conflicto que se presentó a mediados de la década de los treinta del siglo XIX se ubicó en la frontera norte del país. Para algunos mexicanos pendientes de la vida económica nacional, la situación de los estados colindantes con el sur norteamericano revistió características alarmantes cuando Poinsett y Butler, primeros ministros de Estados Unidos, expresaron el deseo de comprar Texas, pretensión que los ofendió, pero que tenía tradición entre los norteamericanos, pues habían comprado tierras a las compañías inglesas, a los indios, a los franceses (Luisiana} y a los españoles (Las Floridas). El desenlace parecía haberse anunciado desde 1826, cuando Hayden Edwards, fortificado en Nacogdoches, proclamó la República de Fredonia. Esteban Austin se comportó entonces como leal súbdito mexicano y ayudó a establecer el orden, ayuda que le hizo merecedor de una autorización para colonizar las tierras cercanas a la costa. El decreto de la abolición de la esclavitud dado por Guerrero en 1829 sacudió la opinión texana, puesto que casi todos los colonos tenían esclavos. A petición de ellos, el gobierno accedió a permitir la existencia de los que ya estaban en Texas, pero prohibió terminantemente la entrada de nuevos esclavos. La prensa norteamericana empezó a hablar de la pronta adquisición de Texas, cosa que aumentó la preocupación del gobierno que por entonces recibió el informe del general Mier y Terán, en el cual se pintaba una situación casi perdida. La aplastante mayoría angloamericana había enajenado, de hecho, esa región del resto del país. El gobierno de México promulgó una nueva ley el 6 de abril de l830, por la cual Texas pasaba a depender de la Federación en cuanto a asuntos de colonización, además de prohibir la entrada de nuevos norteamericanos al estado. Se intentó apoyarla ocupación militar de la región con 2,965 hombres procedentes de las milicias de los estados contiguos a Texas, pero estos se negaron a cooperar, alegando que las milicias estaban destinadas a actuar dentro de las fronteras de su territorio y que no podían sostenerlas. Mier y Terán se carteó con Austin sobre la ley. Este se mostró furioso por haberse prohibido la entrada de nuevos colonos norteamericanos, aunque Mier le aseguró que los compromisos autorizarlos se respetarían. De todas maneras, hacia fines de 1831, movidos; por rumores de que se les cancelarían sus concesiones, se inició el movimiento rebelde texano. En la primera fase de su rebelión, los colonos mostraron desprecio hacia la autoridad de las aduanas recién establecidas. Apoyaron el desafío de los barcos norteamericanos y los destacamentos militares mexicanos se declararon impotentes. Con el pronunciamiento iniciado en México a fines de 1832, se suspendieron las hostilidades y se inició una segunda fase de la lucha, la cual intentó convertir a Texas en un estado independiente. Tal situación puede juzgarse con sólo mencionar que de 24,700 colonos solo 3,400 eran mexicanos {13.78%). Con la nueva Ley de abril de 1835 —que prohibía la venta de tierras - se exacerbaron los ánimos en Texas. El 30 de julio Travis tomó el presidio de Anáhuac y se eligió gobernador. A su llegada, Austin asumió la jefatura momentáneamente, pues para entonces la figura dominante era Samuel Houston, exgobernador de Mississippi y 128 amigo personal del presidente Jackson, quien hacía poco había llegado al lugar y era dirigente del grupo antimexicano. La suspensión del liberalismo en México y el ascenso conservador hacia finales de año permitió justificar ideológicamente la rebelión texana, aunque una buena parte de los colonos había recibido sus permisos y sus tierras de la Corona Española y del Imperio Mexicano ( Iturbide ) y todo ello se había concedido sin condiciones. los colonos declararon que Texas se separaba de la Federación mientras no estuviera vigente la constitución de 1 824 . Con la capitulación de San Antonio Béjar, en diciembre de 1 835, la lucha casi estaba perdida. El 2 de marzo de 1836 una convención en Washington declaró la independencia y proclamó como presidente a Burnett y como vicepresidente a Lorenzo Zavala. Al llegar las noticias a México, el presidente Barragán comisionó a Santa Anna para someter los texanos, a quienes derrotó en San Antonio de Béjar, El Alarno, Presidió y Paso Thempsón, pero fue derrotado por Houston en San jacinto el 21 de abril de 1836. Al ser capturado, Ordenó que las tropas mexicanas evacuaran Texas para salvar su vida y se le llevó a Washington ante el presidente de Estados Unidos, Andrew Jackson, quien le Ofreció indemnizar a México a cambió del reconocimiento de la independencia de Texas; después, a bordo de una corbeta yanqui, fue conducido a Veracruz. Nueve años después, el 1 de enero de 1845, Texas quedó incorporada a Estados Unidos. El país no alcanzaba a curarse del trauma de Texas cuando Francia empezó a reclamar violentamente el cumplimiento de ciertas indemnizaciones. LA <> Francia fue uno de los primeros países que entabló relaciones (infórmales) con México (1814), uno de los primeros en ordenar que fuesen admitidos en sus puertos los barcos mexicanos y en contratar —informal y provisionalmente- lo relativo al comercio y navegación recíprocos; mas las relaciones fórmales tropezaron con muchas dificultades, pues en primer lugar Francia retrasó hasta 1838 el reconocimiento de la Independencia de México y Luego se mostró más exigente que ninguna Otra nación al negociar el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, por tal motivo, nunca llegó a concluirse en este periodo. Entre tanto, los trastornos políticos mexicanos habían dado ocasión a reclamaciones y contribuido después a impedir la pronta satisfacción de éstas. Ambos asuntos —exigencias relativas al Tratado y reclamaciones—fueron la causa del bloqueo y de la guerra que Francia hizo a México de 1838 a 1839. 129 reducía los atentados a tres categorías: En el ultimátum del 21 de marzo de 1838, el Barón Deffaudis, ministro plenipotenciario de Francia, dijo que: «un número casi infinito de súbditos de S.M. se habían hallado expuestos en el territorio de la Republica a los atentados más graves contra sus personas y propiedades». Y 1. <<<>. No admitió la cancillería mexicana todos los hechos presentados por Deffaudis. La mayor parte de ellos eran total o parcialmente falsos. Así, de los cuatro atentados «más execrabes>> descritos al comienzo del ultimátum, sólo uno era verdadero, por lo menos sustancialmente: el del asesinato en Atencingo (jurisdicción de Chietla, Puebla, el 31 de agosto de 1833) de cinco franceses de la familia Godar por los dependientes o peones de la hacienda, quienes asustados por los estragos del cólera y atribuyéndolos absurdamente al envenenamiento de las aguas hecho por esos franceses, les dieron muerte. Los otros tres atentados eran: <> (6 de julio de 1837) y «el asesinato que acababa de intentar (1838) el coronel Pardo, comandante de Colima, contra un francés>>, términos utilizados con el afán de dramatizar la situación. Nada decía el ultimátum, por lo menos expresamente, de la reclamación del saqueo a una panadería de un francés establecido en Tacubaya, de la que tanta burla se hizo en la prensa de la época y de la cual toma el nombre este suceso: «La guerra de los pasteles>>. Como el gobierno francés no aceptó ni la proposición de un arbitraje internacional que le había hecho la cancillería mexicana desde el 14 de marzo de 1837, ni el ofrecimiento hecho el 27 de junio para expedir inmediatamente una ley que arreglase el punto de indemnizaciones, facultad del poder legislativo, resultó inevitable la ruptura de relaciones. Las operaciones militares se redujeron al bombardeo de Ulúa (27 de noviembre de 1 838) y el desembarco de los franceses en Veracruz durante algunas horas el 5 de diciembre. El 22 de diciembre de 1838 arribó a Veracruz el ministro plenipotenciario de Inglaterra, Ricardo Pakenham, y el 26 una escuadra británica, más poderosa que la francesa, compuesta de 11 barcos con 370 cañones, la cual estaba en aguas mexicanas. Pakenham 130 venía a reiterar los ofrecimientos de su gobierno para una mediación amistosa y estuvo conferenciando con Baudin durante varios días. Este se sintió molesto ante la superioridad de las fuerzas navales inglesas y pidió fuesen alejados algunos barcos para que quedasen en perfecta igualdad las dos escuadras. Pakenham accedió y luego, el 8 de enero de I839, partió para México. Venció allí la resistencia del gobierno al tratar con el representante de los franceses, Baudin, y fueron señalados para entablar las negociaciones Manuel Eduardo de Gorostiza y Guadalupe Victoria. El 7 y 8 de marzo bastaron para concluirlas satisfactoriamente y poderse firmar el 9 el Tratado de Paz y una Convención. Cinco artículos contenían el Tratado: 1. declaraba la paz; 2. sometía al arbitraje dos puntos: si México podía exigir la restitución de Su flotilla - una corbeta, dos goletas y tres bergantines- capturadas por los franceses después de la rendición de Ulúa, o por lo menos su valor; y si había lugar a indemnizar así a los franceses residentes en México por su expulsión, como a los mexicanos perjudicados por las hostilidades; 3. los mexicanos en Francia y los franceses en México continuaría gozando del tratamiento concedido a la nación más favorecida; 4. la fortaleza de Ulúa sería restituida a México en el estado en que se encontraba el día del tratado, esto es, sin los 16 cañones de bronce de que había dispuesto el contralmirante francés; y 5. estipulaba lo relativo a las ratificaciones y al canje de éstas. La Convención determinaba que: 1; México pagaría al gobierno francés 600 mil pesos para satisfacer a sus reclamaciones; 2. se sometería al arbitraje de una tercera potencia la cuestión de si los buques mexicanos y sus cargamentos secuestrados durante el bloqueo y los posteriormente capturados por los franceses a consecuencia de la declaración de guerra, debían ser considerados como legalmente adquiridos por los apresadores; 3. el gobierno mexicano no impediría el pago puntual y regular de los créditos ya reconocidos y en vías de pagarse; y 4. Cuáles serían las formalidades de la ratificación. Los puntos sometidos al arbitraje fueron sentenciados por la reina Victoria de Inglaterra, árbitro escogido por las dos naciones. El 26 de junio y el 8 de julio de 1843 le fueron entregadas las respectivas notas de los plenipotenciarios de Francia y México, y el 1 de agosto de 1844 pronunció ella en el Palacio de Windsor la sentencia arbitral: Francia no 131 El calvinismo es un sistema teológico cristiano y una actitud hacia la vida cristiana que pone el énfasis en la autoridad de Dios sobre todas las cosas. Esta vertiente del Cristianismo Protestante fue desarrollada por Juan Calvino (reformador religioso francés del siglo XVI). estaba obligada a restituir o dar una compensación por los barcos mencionados en el Tratado, o por los barcos o cargamentos a que se refería el segundo artículo de la Convención, puesto que, al verificarse su captura, había un estado de guerra entre los dos países; ni los súbditos franceses ni los mexicanos tenían derecho a indemnización alguna, dado que los actos de los dos países estaban justificados por la ruptura de hostilidades entre uno y otro. EXPANSIONISMO NORTEAMERICANO Durante los primeros años de la década de 1840 empezó a madurar la teoría expansionista de los norteamericanos, a la cual había dado nacimiento el sentido de misión y predestinación calvinista por un lado, y el desarraigo propio de una sociedad de inmigrantes, por el otro. Esta obsesiva marcha al oeste se acrecentó con la influencia fisiócrata, la fe en poseer la fórmula del gobierno perfecto y el mercado del algodón que creó la Revolución Industrial. Hombres de Estado como el presidente Jefferson aseguraban que la posesión de nuevas tierras era premisa indispensable para asegurar la felicidad de la Nación y un refugio para hombres obligados a huir de gobiernos tiránicos. El mercado de algodón despertó el apetito de poseer <>. La fe en la Constitución Norteamericana como fórmula perfecta de gobierno patrocinaría la justificación al expansionismo con el Slogan de <>; es decir, extender sus instituciones para salvar a aquellos desgraciados que no las conocían y estaban presos en las garras de gobiernos tiránicos. No todos se dieron cuenta de la ironía que a menudo suponía -como en el caso de Texas- que al extender el área de la libertad se ampliaba el de la esclavitud. Mientras tanto, el comercio de Santa Fe había familiarizado a los norteamericanos con regiones al oeste de Texas y los ojos empezaron a fijarse en California. A pesar de los esfuerzos de México para impedir que se repitiera la historia de Texas, California se fue llenando de americanos. Una escuadra norteamericana se afianzó desde 1840 frente a las costas del Pacífico. Los mormones se asentaron en Utah y miles de norteamericanos entraron a Oregon. El expansionismo era popular y espontáneo, pero no puede negarse que sus impulsos estaban coordinados informalmente desde Washington. Al adentrarse la década de 1 840, el expansionismo se convirtió en verdadera fiebre, la cual empezaba a racionalizar su ambición. Unos hablaban de la obligación de extenderla democracia, otros del cumplimiento del mandato bíblicos <>. Los ánimos clamaban por Oregon y Juego de mesa Norteamericano sobre la Guerra Hecha a México de 1846-48 132 Texas. Muchos ambicionaban las Californias, con el puerto de San Francisco para el comercio con Asia. El clima de ambición de tierras estaba listo para convertirse en un verdadero movimiento que sólo esperaba un nombre. John L. Sullivan acuñó en 1845 la frase feliz de <>, o destino revelado, la cual en verdad expresaba ese vago conjunto de ideas y sentimientos que justificaban las ambiciones norteamericanas y de los que el mismo hizo verdadera doctrina. Para enero de 1846, una vez en la presidencia, james K. Polk -quien había basado su campaña hacia la titularidad del ejecutivo norteamericano en una política expansionistaprovocó un enfrentamiento entre tropas estadounidenses y mexicanas con el fin de poder declarar la guerra a México. El día 25 de abril sucedió el encuentro, y el 11 de mayo Polk acusaba a los mexicanos de haber derramado sangre de norteamericanos en su propio territorio. La guerra con Estados Unidos se entabló por la codicia de los norteamericanos de anexarse Nuevo México y las Californias. La embestida fue muy poderosa: por el Pacífico atacaron Mazatlán y tomaron La Paz; en el Oeste se posesionaron de Santa Fe y San Diego. También se apoderaron de Monterrey y Saltillo. Para finales de 1846 tenían bajo su control Parras y toda la Alta California. La resistencia mexicana fue dirigida por Santa Anna quien enfrentó a las tropas invasoras en San Luís Potosí donde, por sus errores sufrieron una derrota. Mientras tanto, Polk decidió acelerar la guerra y atacar por el Golfo de México. El 13 de mayo de 1846 el presidente James K. Polk firmó el decreto del Congreso que declaraba: «Por actos de la República de México existe un estado de guerra entre ese gobierno y el de Estados Unidos». Al discutirlo, un grupo de senadores se opuso a él, diciendo que no había pruebas suficientes de que por actos de la República Mexicana existiese el estado de guerra; pero la mayoría votó en favor del decretó (173 contra 14 en la Cámara y 42 contra 2 en el Senado). México no declaró la guerra hasta el 7 de julio, cuando se publicó por bando el decreto respectivo del Congreso del 2 de julio. El artículo 1o. exponía sumariamente el carácter y motivos de la guerra: <>. Desde el 9 de marzo de 1847 había empezado el bombardeo en Veracruz, el cual capituló el 16 de marzo. El 18 de abril, Santa Anna era vencido en Cerro Gordo, Ver., y el 15 de mayo el general Worth entraba en Puebla sin disparar un tiro. Por entonces llegó Nicholas P. Trist, el comisionado norteamericano para arreglar la paz, y, no obstante, los problemas que surgieron entre el y el general Winfield Scott, de inmediato se puso en contacto con las autoridades mexicanas para entrar en negociaciones. A pesar de que los pacifistas predominaban, las condiciones que imponía los norteamericanos eran inaceptables y cesaron las pláticas. 133 El Ejercito Estadounidense en el Zócalo Ondea la bandera Norteamericana en Palacio Nacional La situación de la capital era crítica. Sólo siete estados habían contribuido a la defensa nacional. La forma en que se entendía el federalismo hizo que, aun ante el peligro inminente de México, se negara a que se usaran sus fuerzas fuera de sus límites. Cada estado trataba de mantener sus recursos para el momento de propio peligro. Tras una serie de batallas entre los invasores y las tropas mexicanas, auxiliadas por algunos sectores populares, en el interior del país, la mayor disciplina norteamericana les permitió avanzar hacia la ciudad de México, Primero se apoderaron de Churubusco, luego de Molino del Rey y, después de combatir con los cadetes del Colegio Militar, los norteamericanos estuvieron en el centro de la República. Los capitalinos ofrecieron una última batalla y aunque las tropas mexicanas ya se habían rendido, causaron 2,703 bajas al ejército invasor. Pero todo era inútil; la mañana del 16 de septiembre, conmemoración de la independencia, la bandera de las barras y estrellas ondeaba en el Palacio Nacional. El país parecía desintegrarse. Santa Anna había renunciado a la Presidencia y trató de abrirse paso para organizar la resistencia. Era difícil, las acusaciones de traición que se le hicieron desde su llegada a México resultaron fulminantes y nuevamente abandonó el país. La desmoralización era total, en muchos estados hubo levantamientos de indios, Yucatán ardía con la Guerra de Castas. Los poderes de la República se trasladaron a Querétaro y pronto se recibió una nota de Trist expresando interés en las negociaciones. Manuel Peña y Peña nombró como comisionados para hacer el tratado de paz a Bernardo Couto, Luís G. Guevara y Miguel Atristáin. Como desde septiembre se había accedido a la cesión de Nuevo México y Alta California, las discusiones versaron sobre fronteras e indemnización. Estos lograron evitarla cesión de Sonora, Chihuahua y Baja California, pero tuvieron que aceptar el Bravo como frontera. Los mexicanos cedían más de la mitad de su territorio a Cambio de una Territorios perdidos en 1848 Independencia de Texas en 1836 Venta de la Mesilla en 1853 134 “indemnización” de 15 millones de pesos. El Tratado fue firmado en la Villa de Guadalupe el 2 de febrero de 1848. ACTIVIDAD: Elabora un cuadro sinóptico en el que señales las intervenciones extranjeras que sufrió México entre I 821 y I 854, en que año ocurrió, que país intervino, cuales fueron las causas y cuales sus consecuencias. 135 136 SOCIEDAD MEXICANA I UNIDAD TEMATICA IV 4.1.- LEYES DE REFORMA LA SEGUNDA REVOLUCION Los insurgentes habían logrado la independencia política de México; pero no la emanciparon de su pueblo respecto del régimen colonial. Fue menester una nueva revolución que acabara con la estructura económica de más de tres siglos de explotación de las masas populares. La Revolución de Reforma fue el movimiento de los liberales mexicanos contra el régimen del monopolio de la tierra y de la conciencia en manos de la Iglesia Católica, y en favor de los derechos del hombre, de la libertad de comercio en el interior del país y en el campo internacional, y de una República democrática y representativa de acuerdo con el sistema federal. Se expidieron las leyes para organizar y presidir el naciente régimen, y en una nueva Constitución, la de 1857, quedaron cristalizadas las principales normas de la nación. Pero fue preciso pelear fuertemente por el mantenimiento de la nueva Carta Política y por su cumplimiento fiel, contra el gran poder del clero, poseedor de los principales bienes del país, pues cuando éste vio en peligro sus privilegios, fue a solicitar del extranjero su intervención en México, no sólo para hacer imposible la República, sino para que la nación pasase a ser una colonia del Imperio de Francia, la fuerza mayor del mundo europeo de la época. La guerra civil por la consolidación de la República democrática se transformó en la guerra patriótica contra los ejércitos de Napoleón III que pretendía, guiados por los reaccionarios, hacer de México el trono de Maximiliano de Habsburgo. Más miseria y más opresión. Once años de guerra por la independencia; treinta y cinco años de luchas intestinas por establecer el régimen republicano; guerra con los Estados Unidos; nueva guerra civil después, para hacer posible el Estado independiente de la Iglesia, el gobierno civil basado en los principios de libertad y de justicia; y una nueva guerra internacional. 137 Pero el pueblo mexicano es indomable. Se irguió con fuerza extraordinaria sacada de su hambre y de su angustia, y encontró caudillos para dirigirlo, al frente de los cuales un indio puro y genial, Benito Juárez, levantó la bandera de la patria en peligro. 4.1.1.- CONSTITUCION DE 1857 (CONTENIDO) Que la ley no puede autorizar ningún contrato que tenga por objeto la pérdida o el irrevocable sacrificio de la libertad Que la manifestación de las ideas no puede ser objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa Que es inviolable la libertad de escribir y publicar escritos sobre cualquier material, no existiendo la previa censura. Que es un derecho el de petición, se reconoce también el derecho de asociarse y reunirse con cualquier objeto lícito, pero que solo los ciudadanos pueden tomar parte en los asuntos políticos del país. 4.1.2.- ANTECEDENTES De ese modo llega Comonfort a la presidencia en 1855, expide tres leyes que se conocen como la Ley Juárez de noviembre de 55, la Ley Lerdo de junio de 56 y la Ley Iglesias de abril de 57, que son el preludio de las Leyes de Reforma: * Ley Juárez (creada por Benito Juárez). Disponía que los tribunales eclesiásticos y militares ya no conocieran de asuntos civiles, los cuales pasarían a manos de los jueces ordinarios. Decía también que el fuero eclesiástico (conjunto de leyes y tribunales de la Iglesia) en delitos comunes cometidos por clérigos y religiosos serían juzgados por tribunales ordinarios. λLey Lafragua (Obra de José María Lafragua) referente a la libertad de prensa. Esta ley pretendía conceder una libertad mayor, por cuando ninguno podía "ser molestado en sus opiniones", y todos tenían "derecho a imprimirlas y circularlas sin necesidad de censura” λLey Lerdo (Obra de Miguel Lerdo de Tejada) conocida también como Ley de Desamortización de Fincas Rústicas y urbanas Propiedad de Corporaciones Civiles y Religiosas o con la denominación de Ley de Desamortización de manos muertas. 138 λMandaba que todas las fincas rústicas y urbanas que sean propiedad de corporaciones civiles o de la iglesia se adjudicaran en propiedad de quien las tuviera arrendadas. λLey Iglesias (Jose María Iglesias) determinaba el no pago de obvenciones parroquiales por la administración de Sacramentos. 4.1.3 LEYES DE REFORMA Frente a todas estas reformas hay un nuevo levantamiento de la fracción reaccionaria, es entonces cuando los moderados desaparecen de la historia. Unos se van con los conservadores y otros se agregan a la corriente liberal pura y otros …. Se van a su casa. En un lapso breve, relativamente hablando, aparecen las Leyes de Reforma, algunos liberales dudaron, tenían el temor de que disminuyera el poder de la corriente liberal, pero fue al revés, nunca han sido los moderados en la historia los que logran la victoria definitiva. Estos son los que frenan el desarrollo histórico, los que hacen las reformas de verdad son los puros-como se les llamaba entonces-, los radicales, porque radical es tomar las cosas desde su raíz y es en 1959 cuando se empiezan a dictar un conjunto de principios para liquidar la estructura económica de los trescientos años de la colonia. 4.1.4.- CONCLUSIONES Los moderados creyeron que, con la Constitución, tal como había sido formulada, las relaciones entre la iglesia y el estado habrían de marchar tranquilamente, pero se equivocaron, el Papa encendió la guerra desde Roma, entrando en la guerra de los tres años. Ante esta rebelión la fracción conservadora se dio cuenta de su error, la mayoría se unió a los liberales puros La minoría se unió al clero o a la vida privada, ante esta situación, los liberales encabezados por Benito Juárez, jefe de gobierno, expide las leyes de reforma, que posteriormente se incorporan a la Constitución de la República. Esa Constitución en parte todavía nos rige, resultado de largos años de experiencia y de evolución progresiva. 139 Los enemigos del desarrollo les achacan a los liberales, que las reformas de 1857 no elevaron el nivel de vida del pueblo y en cambio sí consolidaron el latifundio en el Porfiriato. Las adiciones que se hicieron a la constitución de 1857 con las Leyes de Reforma, generaron el gran instrumento político genuinamente mexicano, a elle se debe la República en nuestro tiempo, y debe ser la experiencia para futuras modificaciones, para que el pueblo en uso de su soberanía, construya un régimen social en el que se realicen los más caros ideales de la Revolución. 4.2.- GUERRA DE REFORMA 4.2.1.- INTRODUCCIÓN: λDos días después de la publicación del Plan de Tacubaya, Comonfort (Presidente electo en ese momento) se adhiere a este. λBenito Juárez (Presidente de la Suprema Corte de Justicia en ese momento) defendió enérgicamente la Constitución y se negó a colaborar con los conservadores. λLa guerra se hizo sangrienta y polarizó a la gente en la nación. λMuchos de los moderados se unieron a los liberales, convencidos de que era necesario acotar el gran poder económico y político de la Iglesia Católica. λLos liberales y conservadores tuvieron gobiernos paralelos, con la sede del gobierno conservador en la ciudad de México y los liberales en Veracruz. λUna vez que el Congreso Constituyente había cumplido con su tarea de elaborar una nueva constitución, se hizo la convocatoria para realizar elecciones tanto de los poderes federales como los de los estados. 4.2.2.-ANTECEDENTES Guerra Civil λLa legislación dictada en Veracruz modificó sustancialmente diversos aspectos centrales de la vida nacional. 140 λLas leyes decretadas por Juárez en Veracruz, mientras se encontraba sitiado dicho puerto, conocidas como Leyes de Reforma, establecieron al fin la separación de la Iglesia y del Estado. λEl 12 de julio de 1859 se promulgó la Ley de nacionalización de los bienes eclesiásticos; λEl 23, la Ley del matrimonio civil; λEl 28 la Ley orgánica del Registro Civil y la Ley sobre el estado civil de las personas. λEl 31, el decreto que declaraba que cesaba toda intervención del clero en cementerios y camposantos. λEl 11 de agosto se reglamentaron los días festivos y se prohibió la asistencia oficial a las funciones de la Iglesia. λUn año más tarde, el 4 de diciembre de 1860, se expidió la Ley sobre libertad de cultos. λEste conjunto de leyes fueron el inicio de una nueva era en la política, la economía y la cultura. λPero mientras esos ordenamientos se convertían en realidad, la guerra civil había agotado y empobrecido al país. λUn hecho externo determinó el resultado de la contienda y daría un giro radical a los acontecimientos: en 1859, el gobierno de Washington reconoció al de Juárez. λEl jefe del gobierno conservador, el general Miguel Miramón, sabedor de la gran influencia estadounidense en la política mexicana, promovió infructuosamente una conciliación entre liberales y conservadores. λDespués de tres años de guerra civil, las fuerzas liberales encabezadas por el general Jesús González Ortega, enfrentaron la que sería la última batalla contra las fuerzas conservadoras dirigidas por Miramón el 22 de diciembre de 1860. 141 λos liberales vencieron a los debilitados conservadores definitivamente en la Batalla de Calpulalpan en Tlaxcala el 22 de diciembre de 1860, y finalmente el 1 de enero de 1861, Juárez hizo su entrada triunfal a la capital de la República. λJuárez expide el 6 de noviembre de 1860, una convocatoria para las elecciones de diputados al Congreso de la Unión y para Presidente constitucional de la República en un plazo de dos meses. El presidente había venido gobernando con facultades extraordinarias, por lo cual le era apremiante restablecer la legalidad del gobierno a través del Congreso. λPara este momento, el poder legislativo había inclinado el peso de la balanza a su favor constituyéndose sin duda en la fuerza política más importante del momento, por encima incluso del Ejecutivo. λTras una votación muy cerrada, el gobierno juarista apenas pudo triunfar con unos votos de diferencia. El Congreso declaró presidente constitucional a Benito Juárez y a González Ortega presidente de la Suprema Corte de Justicia, cargo que llevaba implícito ser el sustituto legal del presidente λLas sesiones en la cámara transcurrieron en medio de una gran tensión política, la cual obligó al presidente a suspender algunas de las garantías individuales consignadas en la Constitución. λUna vez que se restableció el orden constitucional a nivel nacional, se buscó la manera de sostener las leyes dictadas en Veracruz y se expidieron algunas nuevas, como el decreto por el que quedaron secularizados los hospitales y los establecimientos de beneficencia, emitido en diciembre de 1861. λEstos nuevos ataques a los intereses conservadores provocaron levantamientos por parte del ejército reaccionario. A pesar de haber sido derrotado por los liberales, Zuloaga hizo un nuevo pronunciamiento declarándose presidente de la República. λLos asesinatos de Melchor Ocampo y de Santos Degollado, en 1861 llevados a cabo por las guerrillas conservadoras, contribuyeron a que la situación política, económica y social se tornara crítica. λEl gobierno juarista decidió suspender pagos, buscar la forma de allegarse recursos por cualquier medio y mantener la suspensión de garantías. 142 λEstas medidas resultarían insuficientes para resolver los problemas financieros existentes y lograr la pacificación del país. Con el fin de conseguir más recursos para frenar la guerra y arreglar la Hacienda Pública, el Ejecutivo tuvo que tomar medidas drásticas: λ La presentación ante el Congreso de una iniciativa de ley para suspender los pagos de deudas y obligaciones extranjeras durante dos años. λDiscutida en el seno de la Asamblea Legislativa, la iniciativa fue aprobada y se publicó en julio de 1861. 4.3.- LA SEGUNDA INTERVENCIÓN FRANCESA EN MÉXICO La República se fraguó en la lucha contra la intervención extranjera, teniendo como escenario lo mismo las ciudades que los pueblos, las rancherías, las montañas y los desiertos. Los patriotas le dieron a Juárez cuanto los hombres que luchan por un gran ideal son capaces de dar. No quiero paz, ni quiero unión; lo que quiero son balazos. ¡Viva la Revolución! Así exclamaban los soldados del pueblo. La causa de México triunfó. Maximiliano fue fusilado. La emperatriz Carlota Amalia abandonó el país seguida por la canción que el pueblo compuso para despedirla, burlón y galante. Adiós, mamá Carlota, adiós mi dulce amor; te fuiste para Francia y sin tu Emperador. Es el segundo conflicto internacional sostenido entre México y Francia. Comienza con los reclamos franceses por la suspensión de la deuda por el gobierno de Benito Juárez, y sigue con el establecimiento del Segundo Imperio Mexicano, sostenido por las tropas francesas, belgas y austriacas que ocuparon el país entre 1862 y 1867.También es conocida como la "Guerra Franco-Mexicana" 4.3.1.- ANTECEDENTES 143 Disputas con el clero, así como con los diplomáticos de España en México, habían iniciado una cadena de intranquilidades entre México y varios países europeos. Además, las complicaciones económicas causadas por la Guerra de Reforma y la Revolución de Ayutla, a pesar de las medidas tomadas por el gobierno para reducir los costos de la guerra (por ejemplo la reducción de las fuerzas militares), forzaron al gobierno a suspender la liquidación de las deudas externas por un periodo de dos años. España, Gran Bretaña y Francia formaron una alianza tripartita en Octubre de 1861, con el propósito de protestar conjuntamente contra las políticas económicas mexicanas; exigieron el pago de la deuda, aunque, aparentemente, sin la intención de intervenir en los conflictos domésticos de México. Para presionar al gobierno mexicano enviaron una expedición armada que arribó a Veracruz en Enero de 1862. El Ministro Mexicano de Relaciones Exteriores Manuel Doblado notificó al General español Juan Prim, a cargo del movimiento tripartita, de las complicaciones económicas del país y logró persuadirlo de que la suspensión de las deudas era algo transitorio. Para los gobiernos de España y Gran Bretaña esta explicación fue suficiente y zarparon de Veracruz una vez concluidas las conferencias diplomáticas de La Soledad. Sin embargo, las tropas francesas se negaron a retirarse, pues Napoleón III tenía intenciones de instaurar una monarquía títere en México desde la que planeaba apoyar a los confederados en la Guerra Civil Estadounidense y disminuir drásticamente el poder de Estados Unidos en la región. A raíz de la suspensión de pagos España, Francia e Inglaterra encontraron el pretexto idóneo para intervenir en los asuntos mexicanos. El 31 de octubre de 1861, en Londres, las tres naciones suscribieron un convenio por el cual adoptaron las medidas necesarias para enviar a las costas de México fuerzas combinadas de mar y tierra. La intervención tenía el objetivo de cobrar deudas acumuladas desde tiempo atrás y, si bien las demandas no resultaban extrañas, su cumplimiento era difícil en las circunstancias de la República. Sin embargo, el gobierno juarista se vio obligado a dar una respuesta. Reconoció la situación ruinosa del erario y, al mismo tiempo, advirtió los esfuerzos que mantendría para enfrentar dignamente los reclamos. 144 4.3.2.- INTERVENCIÓN EXTRANJERA Segunda Intervención Francesa en México Batalla de Puebla (1862) Fecha 1862-1867 Lugar México Resultado Victoria republicana e independencia total de México Beligerantes Estados Unidos Mexicanos II Imperio II Imperio Con apoyo inicial España ReinoUnido Egipto y tropas voluntarias Bélgica Imperio Austríaco Francés Mexicano de de Comandantes Benito Juarez Charles Ferdinand François Achille Élie-Frédéric Miguel Tomás Mejía Latrille Bazaine Forey Miramón Ignácio Zaragoza Porfirio Díaz Mariano Escobedo Fuerzas en combate ~80,000 38,493 7,000 2,000 belgas franceses austríacos Bajas ~12,000 26,654 145 A pesar de la buena voluntad mostrada, algunas tropas españolas arribaron, en diciembre, al puerto de Veracruz, y para enero de 1862 ejércitos de las tres potencias europeas desembarcaron en territorio mexicano. Al menos una de ellas arribó con planes imperialistas promovidos por mexicanos, quienes, ante el virtual fracaso del partido reaccionario, volcaron los ojos hacia Europa en un afán último por conservar sus privilegios e imponer un gobierno netamente conservador. Para 1860-1861, una comisión encabezada por José María Gutiérrez de Estrada, José Manuel Hidalgo y Esnaurrízar y Juan N. Almonte persuadiría al gobierno de Napoleón III de apoyar una nueva intervención en México que llevara a implantar una monarquía. Una vez que se contó con su apoyo, se decidió que el candidato ideal era Maximiliano de Habsburgo, quien, después de poner varias condiciones y reflexionar largamente sobre de ello, aceptó el ofrecimiento que se le hacía. Se dice que en esta decisión contó la influencia de su esposa Carlota Amalia. Ante tal panorama, el presidente se vio en la necesidad de llamar a los mexicanos a unirse en contra de los invasores, pero el Congreso, que se distinguió por una actitud antijuarista, frenó muchas de las iniciativas presidenciales. Tan fuerte era la oposición en la Cámara que 51 diputados suscribieron una petición formal para destituir a Juárez por incapaz; sin embargo, 52 diputados votaron a su favor, salvando su estancia en el poder por un solo voto. El presidente se esforzó por llevar al cabo un arreglo de corte diplomático luego del ultimátum de la alianza tripartita. El ministro de Relaciones Exteriores, Manuel Doblado, inició un intercambio de notas con los gobiernos demandantes. Ante lo apremiante de la situación, el Congreso debió facultar al gobierno para tomar todas las providencias convenientes con el fin de salvar la independencia, defender la integridad del territorio, así como la forma de gobierno prescrita en la Constitución y las Leyes de Reforma. El gobierno mexicano logró llegar a un acuerdo con el representante español y suscribir el texto conocido como "Los Preliminares de La Soledad". Dicho documento fue avalado por los británicos, pero no así por los franceses, quienes, con este hecho, demostraron sus intereses intervencionistas. El 9 de abril de 1862, las potencias suspendieron los acuerdos de la Convención de Londres, por lo que las tropas españolas e inglesas se retiraron del país. Mientras tanto, Almonte, que al amparo de las fuerzas francesas había llegado a México, tomó el mando del gobierno que defendía la intervención y organizó un gabinete con miembros del partido conservador, al tiempo que el ejército invasor emprendía la marcha hacia el altiplano con el fin de apoderarse de la capital e impresionar a los mexicanos con las fuerzas que mandaba. Si bien es cierto que la primera sorpresa se la llevarían ellos al ser derrotados por el ejército mexicano encabezado por Ignacio Zaragoza en la célebre batalla de Puebla del 5 de mayo de 1862, la llegada de refuerzos y de un nuevo dirigente 146 francés para la lucha, el general Forey, daría a la larga la posibilidad al ejército invasor de llegar hasta la capital en 1863. El 31 de mayo, ante la inminencia de la llegada de las tropas francesas, Juárez y su gabinete abandonaron la capital. Ese mismo día el Congreso le dio al presidente un nuevo voto de confianza, cerró sus sesiones y se disolvió. Sin embargo, varios diputados, entre ellos el presidente en turno de la Cámara, Sebastián Lerdo de Tejada, decidieron acompañar al presidente en su peregrinación hacía el norte. En primera instancia, Juárez, su gabinete y la diputación permanente, se dirigieron a San Luis Potosí, donde se establecieron los poderes de la nación; después, el gobierno de la República itinerante iniciaría su largo andar por diversas partes del país, manteniéndose a pesar de mil vicisitudes como el máximo órgano de representación mexicano durante todo el tiempo que duraría la intervención francesa y el imperio de Maximiliano. Las facultades extraordinarias concedidas a Juárez por el Congreso, al inicio de la contienda, le permitieron mantenerse en el ejecutivo incluso después de haber terminado su periodo legal, en noviembre de 1865. Decidió prolongar su mandato más allá de esta fecha aduciendo las graves circunstancias por las que atravesaba la nación y con el fin de evitar el desmembramiento del grupo liberal en un momento tan crítico. Benito Juárez, líder liberal republicano. 4.3.3.- LA INVASIÓN Francia envió cerca de 5.000 hombres bajo el mando de Carlos Fernando Latrille, Conde de Lorencez, quienes llegaron a Veracruz el 6 de marzo 1862. Entre tanto los soberanos de España y Gran Bretaña disolvieron la alianza tripartita, agraviados por la diligencia de Francia, y se dispusieron a arreglar sus asuntos con México individualmente. 147 Las tropas francesas se dirigían a la capital; Lorencez marchó hacía Orizaba, donde recibió refuerzos de L´Herillier y Gambier. Las tropas republicanas, bajo el mando de Ignacio Zaragoza, intentaron cortar a los franceses el camino a México cerca de las Cumbres de Acultzingo, aunque fue inútil. Zaragoza procedió a congregar sus fuerzas alrededor de Puebla; la victoria de los republicanos en la batalla de Puebla, ocurrida el 5 de mayo 1862, proporcionó optimismo y confianza, lo cual incrementó la moral del pueblo mexicano. Juárez, entonces, aprovechó el tiempo para preparar la defensa; se levantaron trincheras y se reunieron recursos para sostener un posible sitio a Puebla. Francia envío 30.000 soldados suplementarios bajo el mando del general Forey. Al año siguiente, el 16 de marzo de 1863 Forey comenzó nuevamente el sitio de Puebla; la ciudad resistió numerosos días, pero finalmente, después de haber sido destruidos los fuertes de Santa Inés y San Javier, sucumbió a las tropas francesas. El sitio llegó a su fin el 17 de mayo, cuando Forey capturó la plaza central, aunque él no entró en la ciudad hasta el 19 de mayo. Los generales González Ortega, Escobedo y Negrete fueron enviados prisioneros a Francia, pero lograron escapar en el trayecto. Después de la caída de Puebla, el presidente Juárez ordenó llevarse los archivos del gobierno, a fin de facilitar la marcha de los negocios públicos dondequiera que se estableciese la capital provisional. Era conveniente crear la impresión de una retirada estratégica, no de una fuga. La caravana de la Republica abandono la ciudad de México a fines de mayo de 1863. Al frente marchaba una descubierta de caballejos y tras ella un carruaje cenizo que ocupaban Juárez y su familia y que rodaba lentamente para no incomodar a Margarita, embarazada otra vez. en seguida venían los coches de los miembros del gabinete y de los amigos de siempre, como el administrador de correos Guillermo Prieto y el diputado y magistrado de la Suprema Corte Manuel Ruiz, con varias docenas de colegas legisladores y magistrados; cientos de burócratas anónimos deseosos de hacer méritos para conservar el puesto; varios agiotistas empeñados en sentar plaza de patriotas para que a la hora del triunfo les dieran más contratos y más concesiones; un gran número de tahúres y vendedores de aguardiente y quincallería, más las inevitables prostitutas y gentes de toda laya, y al final un piquete de infantería de medio centenar de hombres y una infinidad de soldaderas con sus niños. Se viajaba por igual a caballo, a lomo de mula o en carruajes y carromatos colmados de colchones, sillas, mesas y hasta pericos. "Desde lejos la caravana parecía una culebra que se arrastraba por los caminos, ascendía por los cerros, vadeaba arroyos y levantaba enormes nubes de polvo a su paso. Era aquel un colorido conjunto en el que refugian el rojo vivo de las mantas, el rojo terroso de algunos coches, el rojizo oscuro de los caballos, el mate de las armas, el blanco de las bufandas, el gris de los sombreros y el azul de los soldados que alcanzaron 148 uniforme", escribió un periodista [cita requerida] . En pocos días avanzaron trescientos kilómetros para llegar a Dolores Hidalgo. Por ser la Cuna de la Independencia, el poblado parecía ideal para instalar allí el gobierno, máxime cuando el cacique guanajuatense Manuel Doblado conservaba intacta su guardia nacional de cinco mil hombres. Pero el temible general conservador Toms Media merodeaba por la región, y hubo que continuar hacia el norte otros cientos de kilómetros, hasta San Luis Potosí. La caravana empezó a entrar a San Luis Potosí el 9 de junio, sin encontrar oposición. Más aun, el acosado gobernador sustituto entrego feliz a Juárez el soberbio edificio del gobierno estatal--donde había magnificas habitaciones destinadas al gobernador y su familia--y traslado los poderes locales al ex palacio del obispado. Mientras tanto, el 10 de junio, las tropas francesas hicieron su entrada triunfal en la Ciudad de México, donde el general Forey constituyó el gobierno de ocupación. Juárez, pronosticando la victoria, organizaba la resistencia, y los estados norteños se aprestaban para la guerra. Napoleón III Maximiliano I, Emperador de México 149 Forey regresó a Francia para recibir el título de Mariscal, y en su lugar asumió el cargo Aquiles Bazaine. El ejército francés superaba ya los 45,000 hombres, y aunado a los territorios previamente conquistados, ya ocupaba Tlaxcala, Toluca y, muy pronto, Querétaro. El 9 de noviembre partió Bazaine, acompañado de su áscar, hacía el norte; encontraron poca resistencia, lo cual les ocasionó pocas pérdidas al ocupar las principales poblaciones del país. El general imperial Márquez capturó San Luis Potosí, sólo días después de que Juárez trasladara su gobierno a Saltillo. Los republicanos resistieron el avance francés en varias partes del país, empleando básicamente las técnicas de guerrilla; la ciudad de Tampico había sido bloqueada por guerrilleros y, en el sur, Porfirio Díaz, al mando de 4,000 soldados, obstaculizaba el paso desde México hacia Veracruz. A pesar de ello no pudo impedirse el avance francés, que ocupó en 1864 Guadalajara, Aguascalientes y Zacatecas. Los generales republicanos suplicaban a Juárez que renunciara a su cargo para, de esa manera, poner fin a la guerra de intervención francesa. Entre ellos destacaban los generales Manuel Doblado y Jesús González Ortega, así como Santiago Vidaurri, gobernador de Nuevo León y Coahuila. Este último se unió al bando imperial a causa de graves diferencias entre él y Juárez. Entretanto, Benito Juárez, debido a la reducción del territorio republicano, se vio forzado a trasladar nuevamente su capital a Monterrey. Debido a los problemas europeos de Napoleón III sobrevino un cambio en el panorama para los republicanos. Las amenazas por parte de Francia de retirar sus tropas finalmente se materializaron a principios del año 1866, lo que inició el avance republicano hacia el centro del país, puesto que el ejército imperial no contaba con las tropas necesarias para contener su avance. En 1867 Maximiliano I de México reorganizó el ejército imperial, designando a los generales conservadores para altos puestos militares. El mando recayó en los generales Miguel Miramón, Tomás Mejía y Manuel Ramírez de Arellano. Sin embargo, al acercarse las tropas republicanas a México, Maximiliano se trasladó a Querétaro para continuar la lucha. Fusilamiento del Emperador Maximiliano, Miguel Miramón y Tomás Mejía. 150 A partir del 6 de marzo de 1867 el General Mariano Escobedo sitió la ciudad de Querétaro; mientras tanto, el general Porfirio Díaz sitiaba la ciudad de México, impidiendo a Márquez y Vidaurri reforzar a las tropas imperiales en Querétaro. Después de 71 días de resistencia, Querétaro cayó en manos de Escobedo por una traición, y el 19 de junio fueron fusilados, en el Cerro de las Campanas, los generales Tomás Mejía y Miguel Miramón, junto con Maximiliano I. Juárez entró en la capital del país el 15 de julio; había triunfado la República. 4.3.4.- BUQUES DE GUERRA DE FRANCIA. El Ejército francés para poder invadir los puertos del Pacífico mexicano se apoyó al menos de los siguientes buques de guerra: ∙ Victoire. ∙ La Bayonnaise. Inició la intervención en Mazatlán, bloqueando el puerto en 1862. ∙ Rhin. Considerado uno de los buques de guerra más modernos por utilizar propelas. ∙ D´assas. ∙ Diamante. ∙ Lucifer. ∙ Cordeliere. En las aguas de Mazatlán sostuvo un combate contra las fuerzas del Coronel Gaspar Sánchez Ochoa. ∙ Marie. ∙ Talismán. Batallas Libradas ∙ Batalla de Bagdad ∙ Batalla de Camarón ∙ Batalla de la Carbonera ∙ Batalla de Las Cumbres ∙ Batalla de Puebla ∙ Sitio de Querétaro ∙ Batalla de San Pablo del Monte ∙ Batalla de Miahuatlán ∙ Batalla del pozo Peralta 4.3.5.- CONCLUSIONES La invasión francesa de México fue un intento de Napoleón III de revivir el Imperio Francés, así como de prevenir el crecimiento de los Estados Unidos a través de alguna anexión de territorio mexicano. Fue devastadora para México, ya que sólo ayudó a incrementar el periodo de inestabilidad y agitación durante parte del siglo XIX. Además, incrementó la deuda externa y creó una disrupción en la producción agrícola e industrial. 151 La caída del imperio de Fernando Maximiliano de Habsburgo es atribuida principalmente a la retirada de las tropas francesas, pero el corte liberal con el que gobernó Maximiliano fue un factor interno que también desempeñó un papel. Las medidas liberales que expidió Maximiliano, como la que instituía la educación primaria laica, gratuita e ineludible, le granjearon el rechazo de los conservadores, con los cuales compartía el gobierno, sin ganarle la de los liberales republicanos. Aunado a eso, la retirada de las tropas francesas en un momento crítico, cuando los republicanos seguían hostiles y sin haber llegado a un acuerdo con ellos por el cual reconocieran el Imperio, facilitó la reconquista de los territorios perdidos. Sin embargo, la invasión francesa y la ulterior instauración de la monarquía Habsburgo fue posible más por factores externos que internos. Los planes de posicionamiento francés en ultramar aprovecharon el hecho de que los Estados Unidos de América se encontraban inmersos en la Guerra de Secesión, lo que garantizaba que éstos no estarían en posición de apoyar a los federalistas mexicanos —en buena medida hermanados a través de las logias masónicas. Sin embargo, en el mismo tiempo se sucederían dos hechos cruciales y que serían parte de la causa de la derrota de la ocupación francesa: 1. Los federalistas de los Estados Unidos ganaron la guerra de secesión, estando ahora sí en mejor posición para ayudar con armas y logística a Benito Juárez, quien se encontraba en ese entonces con su gobierno paralelo en Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez) y con ello, las guerrillas mexicanas comenzarían a producirle derrotas al ejército francés, como las batallas de Santa Gertrudis, La Carbonera, Miahuatlan, la batalla del 2 de abril entre otras más; 2. El Imperio Austriaco había perdido la Guerra de las Siete Semanas frente a Prusia en el año anterior. En el nuevo escenario europeo el interés por los gobiernos franceses y austriacos en sostener una guerra en America se vio reducido. A lo anterior hay que sumar a una Austria devastada por la pérdida de la guerra Austro-Prusiana, por lo que tampoco Francisco José (emperador de Austria) estuvo en posición de ayudar ni a su propio hermano, Maximiliano I de México. 152 UNIDAD DE TRABAJO V EL PORFIRIATO 153 SOCIEDAD MEXICANA I UNIDAD TEMATICA V 5.- El porfiriato 5.1.- INTRODUCCIÓN: Con el propósito de derrocar al Presidente de México Don Sebastián Lerdo de Tejada el Plan de Tuxtepec fue proclamado el 10 de enero de 1876 en la Villa de Ojitlán municipio de San Lucas Ojitlán, distrito de Tuxtepec, Oaxaca. Fue signado por un grupo de militares encabezados por el coronel Hermenegildo Sarmiento y redactada por los porfiristas Vicente Riva Palacio, Irineo Paz y Protasio Tagle instigados por el general Porfirio Díaz Mory. Este había firmado la versión precedente del plan en diciembre de 1875 la cual no incluía tres artículos que se hizo necesario agregar siendo el más importante de ellos el nombramiento de Díaz como jefe de la insurrección. En dicho Plan se desconocía a Lerdo como Presidente, aunque reconociendo la Constitución y la Leyes de Reforma y se proclamaba jefe del movimiento al general Porfirio Díaz. El Plan fue secundado en Ixtlán, Oaxaca por el general Fidencio Hernández, quien con 2,000 indios serranos se apoderó de la ciudad de Oaxaca, en tanto que el general Juan N. Méndez se sublevó en la Sierra de Puebla. Y no obstante que las fuerzas federales obtuvieron algunos triunfos sobre los rebeldes, la opinión era desfavorable al gobierno y la revolución tomó incremento. El general Porfirio Díaz se había establecido en Brownsville, donde preparaba un levantamiento ayudado por el general Manuel González. A mediados de marzo (21) de 1876 cruzó la frontera y publicó un manifiesto revolucionario en Palo Blanco (Tamaulipas) reformando el Plan de Tuxtepec. En él se admitían como leyes supremas la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma; pero se suprimía al Senado, se proclamaba el principio de "No relección" y se desconocía al gobierno de Lerdo. El Plan de Tuxtepec, debidamente redactado incluía los siguientes conceptos: "El gobierno de Sebastian Lerdo de Tejada se ha convertido en una farsa... la soberanía de los Estados es vulnerada repetidas veces... el tesoro público es dilapidado en gastos de placer... la administración de justicia se encuentra en la mayor prostitución... el poder municipal ha desaparecido completamente... y la educación pública se encuentra abandonada." 154 Los autores del texto acusaban al presidente Lerdo de haberse rodeado de presidiarios y asesinos y lo criticaban por haber segregado al cantón de Tepic, del estado de Jalisco, por retirar a los estados fronterizos la "subvención que les servía para defensa de los indios bárbaros", por entregar el país a los ingleses con la concesión del Ferrocarril de Veracruz y el escandaloso convenio de las tarifas y por pactar el reconocimiento de la enorme deuda inglesa. Otros jefes militares secundarían el movimiento en Jalisco el 8 de febrero de 1876.En los municipios de Lagos, Teocaltiche, Jalostotitlán y San Miguel el Alto estuvieron en favor del Plan de Tuxtepec y con los generales Donato Guerra y Rosendo Márquez; este último, en esta fecha, atacó la guarnición de San Juan de los Lagos, la cual se rindió sin mayores trámites. El general Pedro A. Galván y Florentino Cuervo, toman la ciudad de Ameca. El Coronel Félix Vélez Galván se levantó en armas en Sayula el 12 del mismo mes. Para el 5 de febrero de 1877 Porfirio Díaz salió de Guadalajara, ya vencedor del Plan de Tuxtepec. Dejó al mando de una brigada al general Rosendo Márquez, originario de Jalostotitlán, quien dominó los Altos de Jalisco en relampagueante campaña en favor del mencionado plan. Díaz envió otra brigada hacia Tepic, comandada por Francisco Tolentino. 5.2.- EL PERIODO DEL PORFIRIATO Porfirio Díaz, soldado de la patria durante la intervención francesa, se transforma en líder de las mejores fuerzas liberales del país, que el pueblo hace posibles con su sacrificio, pero instaura en México a poco andar su gobierno, la dictadura más larga y oprobiosa de que se tiene memoria en América. Se reconstruye el régimen del latifundio, sólo que ya no es el latifundio eclesiástico, sino el monopolio de la tierra en manos de una aristocracia ridícula y sangrienta de señores provincianos, transformados en nuevos ricos que odian a los indios y a los mestizos, que miran hacia Europa dando la espalda a su propio país, que llaman progreso nacional a la fortuna propia y que tratan de justificar científicamente la tiranía. El programa del movimiento liberal queda anulado; los derechos del hombre destruidos; no hay prensa independiente; no existe libertad de asociación política; los labriegos son esclavos que no pueden abandonar las haciendas sin permiso del amo, que transmiten obligatoriamente sus deudas personales a sus hijos, que no pueden protestar contra los abusos que los señores perpetran en sus mujeres, y que tienen, además, que servir como forzados en las filas del ejército. Los obreros viven en la miseria, sin derechos individuales ni colectivos. Las escuelas para el pueblo casi no existen. Las ideas democráticas se transmiten de un modo clandestino. Las guardias rurales recorren constantemente los caminos y visitan 155 los poblados, y pueden asesinar a los pobres con impunidad. En las haciendas hay cárceles privadas y en algunas fábricas y obrajes también. La autonomía de los Estados de la Federación ha desaparecido; los gobernadores son nombrados por el dictador y cada cuatro años el séquito de éste simula las elecciones y declara cínicamente que el pueblo ha vuelto a elegir al dictador. He aquí un corrido elocuente: En la historia de México, se denomina 'porfiriato' a los aproximadamente 30 años que gobernó el país el general Porfirio Díaz en forma intermitente desde 1876 (al término del gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada), hasta mayo de 1911 (en que renunció a la presidencia por la fuerza de la revolución encabezada por Francisco I. Madero y los hermanos Flores Magón). El fallecimiento de Benito Juárez en 1872, significó la pérdida del único líder civil capaz de dominar al militarismo renaciente, que trabajaba furtivamente dominado por la figura de Porfirio Díaz, quien se venía haciendo notorio desde diez años atrás. Presintiendo que el presidente Lerdo de Tejada intentaría reelegirse, Díaz volvió a levantarse en armas. Formado en las Luchas por la Reforma y contra la intervención extranjera, Díaz gozaba de gran prestigio entre los militares y de renombre en los círculos políticos del país. Con el triunfo del Plan de Tuxtepec, el cual lo llevó a la Presidencia de México para gobernar el periodo que comprende de 1876 a 1911 con un breve intermedio durante el gobierno de Manuel González. En los 31 años del porfiriato se construyeron en México más de 19 mil kilómetros de vías férreas; el país quedó comunicado por la red telegráfica; se realizaron inversiones de capital extranjero y se impulsó la industria nacional. A partir de 1893 se sanearon las finanzas, se mejoró el crédito nacional y se alcanzó gran confianza en el exterior; el presupuesto de ingresos y egresos registró superávit y se organizó el sistema bancario. En este periodo se continuó el esfuerzo iniciado con Manuel González por superar la educación en todos sus niveles. Hombres de la talla de Joaquín Baranda, Ezequiel Chávez, Enrique Rébsamen, Ignacio Manuel Altamirano y Justo Sierra Méndez le dieron lustre a este proceso que incluyó desde los jardines de niños hasta la educación superior pasando por la formación de maestros. Al término de esta etapa, sin embargo, más del 70 por ciento de la población seguía siendo analfabeta. Aunque Porfirio Díaz reiteraba que ya el país se encontraba listo para la democracia, en 1910, a la edad de 80 años, presentó su candidatura para una nueva reelección. Ante estos hechos, Francisco I. Madero convocó a la rebelión, la cual surgió el 20 de noviembre de ese año. Chihuahua fue el escenario de las derrotas porfiristas: Ciudad Guerrero, Mal Paso, Batalla de Casas Grandes, Chihuahua y Toma de Ciudad Juárez, aunque irrelevantes en el plano militar, fueron las batallas que facilitaron el camino de los 156 revolucionarios hacia la victoria. Habiendo obtenido esos fracasos en el terreno militar y otros en el plano de las negociaciones, Díaz prefirió renunciar a la presidencia y abandonó el país en mayo de 1911. No quiso ensangrentar al país o correr el riesgo de propiciar de nueva cuenta la intervención yanqui. 5.3.- IMPULSO A LOS FERROCARRILES Desde la toma de la presidencia en 1877, se destacaba entonces que México había pasado de los caminos de herradura a los de hierro. Primero se enfrentó la desconfianza de los capitalistas extranjeros para invertir en México, a causa de su golpe militar. La elección del general Manuel González como presidente de la República en 1880, parecía abrir la puerta a los inversionistas, especialmente estadounidenses. El nuevo mandatario formalizó dos concesiones otorgadas por el general Porfirio Díaz, poco antes de entregar la presidencia, a empresarios norteamericanos; una de ellas, a la Compañía del Ferrocarril Central Mexicano, para construir la línea México a Paso del Norte por Querétaro, Celaya, Salamanca, Irapuato, Guanajuato, Silao, León Aguascalientes, Zacatecas y Chihuahua, con un ramal hacia el Pacífico por Guadalajara. La otra se otorgó a la Compañía Constructora Nacional Mexicana, que se convertiría más tarde en Compañía del Ferrocarril Nacional Mexicano, para construir dos líneas de vía angosta: de México a Manzanillo, por Toluca, Maravatío, Acámbaro, Morelia, Zamora y la Piedad; y de México a Nuevo Laredo, por San Luis Potosí, Saltillo y Monterrey. 5.4.- CAMINOS Durante el período del Porfiriato, el esfuerzo en materia de comunicación estuvo volcado sobre los ferrocarriles. Poco se realizó en materia de caminos; la construcción de éstos no sobrepasó los mil kilómetros y el objetivo principal era alimentar las estaciones de los ferrocarriles y, en menor cuantía, comunicar zonas que carecían de medio de transporte. El descuido era tal que los caminos que unían poblaciones pero que no conducían al ferrocarril, se encontraban intransitables. Ferrocarriles Mexicanos 157 El gobierno consideraba la construcción de nuevos caminos comunicadores de regiones importantes y la conservación de los ya existentes. En 1893, el interés parece más firme y el Presidente Porfirio Díaz declaraba: "Como para el mantenimiento del tráfico de las vías férreas son necesarios los productos agrícolas y mineros de comarcas que aún no disfrutan de ese medio de transporte, el Ejecutivo atiende a la reparación de las carreteras ya existentes y a la apertura de algunas nuevas, cuya necesidad se justifica, en cuanto se lo permitan las preferentes atenciones del erario y ayudado para tal efecto a los estados, que son los directamente interesados en esas mejoras". El transporte de carga por esos caminos seguía realizándose con mulas, carros y carretas de poco volumen, lo que hacía muy lento y costoso el traslado de mercancías; la transportación de pasajeros quedaba a cargo de las diligencias, la litera, el guayín y el caballo. La clasificación del camino dependía de la cantidad de ganado que transitara; un buen camino era aquel que soportaba una recua de 100 mulas. 5.5.- ACTIVIDAD MARÍTIMA Y PORTUARIA Durante esta época la marina mercante nacional recibió un impulso inusitado. Se legisló mediante códigos de fechas 1884 y 1889 y se reconoció que la marina se encontraba en un estado deplorable. El jefe del Departamento de Marina, de la Secretaría de Guerra y Marina, opina en 1889 que la creación de la Marina Mercante Nacional es una idea tan noble como levantada y por lo mismo, había que fomentar la construcción de astilleros y de barcos para ella. En 1897 fue inaugurada la H. Escuela Naval Militar en la que se preparaban oficiales para la marina mercante. También se crearon las compañías Transatlántica Mexicana, la Mexicana de Navegación y la Naviera del Pacífico, que perduraron por varias décadas. Al final del Porfiriato se intensificó el tráfico marítimo en el Golfo, toda vez que llegaban periódicamente buques de diez compañías navieras, entre europeas, americanas y mexicanas. Por lo que toca al Pacífico, sólo una línea inglesa y dos mexicanas daban servicio. Con el crecimiento del tráfico marítimo hubo necesidad de acondicionar varios puertos, como los de Veracruz, Manzanillo, Salina Cruz y especialmente el de Tampico. Motivo de preocupación del gobierno, fue el enlace de los puertos con el interior del país y para ese fin se construyeron las vías férreas que comunicaron a Veracruz con la capital, Salina Cruz y Coatzacoalcos; no se concluyó la de México a Acapulco y solamente una parte de la México a Tampico. 158 5.6.- EL AUGE DEL PORFIRIATO Una vez que el nuevo régimen garantizo su estabilidad política mediante la reorganización y control del ejército y la pacificación del país, el presidente encaminó sus esfuerzos a obtener el reconocimiento internacional. De las naciones europeas que había firmado la convención de Londres – por la cual se originó la guerra de intervención- y con la que México había roto relaciones diplomáticas-, Gran Bretaña fue la última en reconocer al gobierno de Díaz (1884). España lo otorgo el mismo año en que el general oaxaqueño asumió la presidencia, 1877, y Francia lo hizo en 1880. En abril de 1878, Estados Unidos reconoció el gobierno del presidente Díaz. Con la modificación de una serie de leyes México abrió sus puertas a la inversión extranjera. La respuesta del exterior no se hizo esperar: un gran flujo de capital y tecnología surgió de las concesiones que el gobierno mexicano otorgó a inversionistas extranjeros en forma de tasas de ganancias garantizadas, exenciones de impuestos y reformas fiscales benéficas para los inversionistas. Las principales fuentes de capital extranjero invertido en México durante el porfiriato venían de Estados Unidos y Gran Bretaña. Estados Unidos compartía con México el interés por desarrollar sistemas de comunicación que facilitaran el comercio e hicieran más estrechos los vínculos económicos entre ambos países; por tal motivo, gran parte del capital invertido en México estuvo dirigido hacia la construcción de una amplia red ferroviaria que uniera a las principales ciudades del país y –mediante conexiones se extendiera más allá de la frontera norte hasta alcanzar importantes ciudades norteamericanas. Con las grandes propiedades, la agricultura se orientó a la exportación y creció espectacularmente, sobre todo en la producción de henequén, café, cacao, hule y chicle. No obstante, la importancia de los capitales norteamericanos para el proyecto modernizador del gobierno mexicano –Estados Unidos siempre fue en primer inversionista y socio comercial de México, Díaz nunca dejo de mostrarse receloso de su participación en las áreas estratégicas de la economía nacional. La política expansionista sostenida años atrás por Estados Unidos –y de la cual México había sido víctima seguía presente en la memoria colectiva de la nación, y su nueva variante, la invasión pacífica –que suponía un expansionismo de orden económico, no podía ser halagüeña. Por ello desde los albores de su régimen, Díaz fomento la participación de capitales europeos para contrarrestar la influencia que pudieran tener los norteamericanos en los asuntos internos de México. Un factor que favoreció en gran medida las inversiones británicas fue la participación que los miembros del 159 gobierno mexicano tuvieron en las empresas extranjeras –mineras, petroleras, ferrocarrileras, y de servicios principalmente. La relación de altos funcionarios porfiristas con inversionistas ingleses –particularmente con Weetman Dikinson Pearson, presidente de S. Pearson and Son– fue muy estrecha, y en la mayor parte de los casos las concesiones –supuestamente sometidas a concurso– se otorgaba favoreciendo los intereses británicos. El marcado favoritismo del gobierno de Díaz hacia el capital británico no fue suficiente para detener la expansión económica norteamericana en México. La inmejorable posición geográfica de Estados Unidos y las presiones que por momentos ejercía el gobierno norteamericano sobre la administración porfirista fueron las condiciones que obligaron a gran bretaña a asumir el papel de segundo socio comercial de México. A pesar de la abierta simpatía que Díaz siempre mostró por el capital europeo, la relación con Estados Unidos era estrecha. Pero los capitales extranjeros no lo eran todo. Para impulsar el desarrollo económico y el progreso material, la política exterior del Porfiriato fue la piedra angular. Durante los 34 años de dictadura el gobierno mexicano se comportó con independencia y valentía frente a las presiones que por momentos ejercía Washington sobre la administración de Díaz. El cumplimiento de los compromisos de la deuda definió desde 1878, la estabilidad y cordialidad de la relación bilateral. El gobierno mexicano desarrollo una intensa actividad diplomática basada, desde luego en la estrecha cooperación con Estados Unidos. Con Washington se firmaron varios acuerdos. Se creó la comisión mixta de reclamaciones para cuidar los intereses de ambos países, se constituyó también la comisión internacional de límites. Como equilibrio político y económico resultaba imprescindible para México, el gobierno porfirista amplio sus horizontes hasta Europa. Las relaciones comerciales con Francia, España y Alemania alcanzaron un nivel sin precedentes. Inglaterra, por su parte, se convirtió en el contrapeso ideal en áreas estratégicas como la minería, los ferrocarriles y el petróleo. Porfirio Díaz mandó de embajador al Japón a su propio hijo porque ambos pueblos veían el auge del monstruo del norte como peligroso. (Argumentando cercanía de raza al ser la cultura mexicana y japonesa descendientes de la mongoloide que una rama cruzaría por el estrecho de Bering y serían los antepasados de los aztecas, y diversas etnias amerindias). Incluso en Centroamérica, la diplomacia mexicana actuó con independencia y se opuso a los intentos de Guatemala, auspiciados por Washington, de crear una sola nación con el resto de los países centroamericanos. La política exterior de aquellos años, conducida por Porfirio Díaz y por sus Ministros de Relaciones Exteriores, Ignacio Luis Vallarta e Ignacio Mariscal fue radicalmente opuesta a la que se siguió en la primera mitad del siglo. Lejos de ser vaga e idealista con posiciones tajantes que no admitían negociación (como se demostró en el caso de Texas), esta diplomacia tuvo objetivos muy concretos - como lo fue el lograr el reconocimiento norteamericano- que iban a ser alcanzados con acciones pragmáticas y acomodaticias. Después de todo, si la finalidad era el desarrollo económico y esto requería de estabilidad y orden, ¿no era mejor acaso 160 tener a los norteamericanos como socios y no como enemigos? De hecho, el gobierno de Díaz mataba así dos pájaros de un tiro, ya que era obvio que no sólo necesitaba evitar el conflicto, sino que también requería del capital y de la tecnología del vecino del norte para el ansiado desarrollo económico. Ambas cosas las consiguió al mismo tiempo. Además fue una política exterior mucho más sofisticada que la de antaño.Se reconocía que Estados Unidos no era una sola entidad monolítica, sino que estaba compuesto de diversos grupos con distintos intereses, así que de lo que se trataba era de atraer a los intereses adecuados para neutralizar a los otros. A pesar de toda la relación con Estados Unidos marchó como en ningún otro momento del siglo XIX: en un ambiente de amistad, paz y apoyo. Con las fronteras abiertas a las inversiones extranjeras y la estabilidad política garantizada por don Porfirio, el gobierno estadounidense respiró tranquilo en Washington durante más de tres decenios. Tan estable se presentaba la administración de Díaz, que los políticos de Estados Unidos se convirtieron en accionistas de las principales compañías petroleras y ferrocarrileras. Es de Díaz, la frase "Tan Lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos". Francisco Bulnes escribió: “Existía una convicción universal de que mientras el general Díaz disfrutase del apoyo ultraamistoso que le había concedido Estados Unidos, nada debía temer a las revoluciones. La diplomacia mexicana debió dedicarse a mantener intactas tan valiosas simpatías, básicas para nuestra orden social”. Durante los gobiernos de Porfirio Díaz se registraron dos hechos importantes para la administración pública. El primero, al expedirse el 11 de febrero de 1883 el quinto Reglamento Interior del Ministerio de Relaciones Exteriores, y el segundo, al decretarse la existencia de siete secretarías para el despacho de los asuntos de orden administrativo del gobierno federal, el 13 de mayo de 1891, estableciéndose la Secretaría de Relaciones Exteriores. De esta manera, también se integró un Reglamento para el cuerpo diplomático, el cual fue la Ley reglamentaria del cuerpo diplomático mexicano de 1888. Es de destacar que don Porfirio Díaz mantuvo una posición firme en asuntos de la política exterior, ya que también desarrolló una postura de acercamiento industrial, comercial, cultural y financiero hacia los países europeos. 5.7.- UN LUGAR ENTRE LAS NACIONES El evidente progreso porfiriano recuperó un término perdido en los azarosos y desgarradores decenios del siglo XIX “modernidad”. Por primera vez en su historia independiente y a pesar de las contradicciones políticas y sociales internas, la república intentaba mostrarse ante el orbe como una nación civilizada y moderna. Convencido de las bondades de la “civilización moderna”, el gobierno de Porfirio Díaz se dedicó afanosamente el reconocimiento internacional. No en términos políticos –ya contaba, formalmente, con los más importantes-, ni económicos –las 161 inversiones fluían libremente en México-, sino también en términos morales. Era imprescindible ganar un espacio en el mundo, obtener un lugar que permitiera a la republica desasirse del término de “bárbaro” –utilizado por las naciones europeas al referirse a México en el siglo XIX-. La “tierra prometida” no estaba dentro de los límites del país, estaba afuera, en el concierto de las “naciones civilizadas” y en sus grandes escenarios: las exposiciones universales. Hacia finales del siglo XIX las exposiciones internacionales se convirtieron en el escaparate de la modernidad. El vertiginoso avance de la ciencia y la tecnología abrió los espacios por donde entraron la luz eléctrica, el teléfono, el fonógrafo, la bombilla, el acero y el hierro para las construcciones, el petróleo y la maquinaria perfeccionada capaz de realizar la producción en masa. La primera participación oficial de México en una exposición internacional se verificó en Philadelphia 1876. Su actuación fue modesta. Pero en 1884 Don Porfirio regreso a la presidencia, la presencia mexicana en la exposición de Nueva Orleans fue notable. La nación comenzó a demostrar un rostro diferente del que se conoció durante todo el siglo XIX: el del progreso. Con un pabellón construido con hierro y acero, conocido como La Alambra mexicana, el gobierno de México dejó entrever un país dotado de grandes recursos, como la plata y de materias primas, como el henequén. Se mostró además generosamente abierto a los inversionistas interesados en orientar sus capitales hacia la minería o la agricultura. En Nueva Orleans, más que una participación activa, México anunció al mundo el despegue del progreso porfiriano. El gobierno mexicano obtuvo varios reconocimientos en la exposición y desde ese momento apareció ante sus ojos el lugar donde debía consolidar su reconocimiento internacional, no en Estados Unidos, sino en Europa, en la ciudad luz: París. En la Exposición Universal de París (1889), México participó con un pabellón en forma de palacio azteca y llevó a Europa una premisa novedosa para su propia modernidad, justificada en todos los niveles del régimen porfirista, y cuya importancia sería permanente incluso para los gobiernos revolucionarios del siglo XX: veneración por el pasado indígena. El positivismo liberal porfiriano creyó encontrar las raíces más profundas de la identidad nacional en el periodo precortesiano. Era necesaria la reivindicación social, moral e histórica del indio muerto, porque con los indios vivos, como la etnia yaqui en Sonora, o la maya en Yucatán, que no conocían mayor “modernización” que la de sus costumbres-, el gobierno mantenía un estado de guerra y de exterminio permanentes. El anhelado progreso, sin embargo, no se entendía sin el reconocimiento de ese lejano pasado, y así lo expreso Justo Sierra: “un país que, aunque poseído de la fiebre del porvenir, una fiebre del crecimiento… no ha perdido un átomo del apego religioso a su historia… Todo ese mundo precortesiano… es nuestro, es nuestro pasado, lo hemos incorporado como preámbulo que cimienta y explica nuestra verdadera historia nacional

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