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LA TERCERA PALABRA DE JESUS EN LA CRUZ


Enviado por   •  27 de Marzo de 2015  •  1.994 Palabras (8 Páginas)  •  757 Visitas

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Las siete frases de Jesús en la cruz

24 febrero 2012 Sociedad Biblica Chilena Dejar un comentario

Referirse a esta temporada nos lleva inevitablemente a reflexionar sobre el real significado que nos muestra el sacrificio perfecto de la cruz. Para todos los que de una u otra manera nos hemos impuesto conocer exhaustivamente los evangelios, nos hemos dado cuenta que hallándose el Señor Jesucristo viviendo el epílogo de su misión; clavado en la cruz, padeciendo sus últimas expresiones de dolores por nuestra causa, pronunció frases notables, que han sido de la admiración de los hombres y que les ha permitido en muchas ocasiones, exponerlas a través de diversas formas de mensajes, sermones, seminarios, adoraciones y alabanzas. He considerado estas memorables siete frases proferidos por nuestro Señor momentos antes de expirar, las cuales están llenas de profundo significado, y que nos instaran a meditar en el inolvidable escenario del Monte Gólgota. Me he propuesto a considerar que cada frase expresada por nuestro Señor está respaldada por un principio de vida que para este tiempo son de vital importancia no solamente el considerarlos sino el ver la manera de aplicarlos en forma eficaz, para dar evidencias que ese sufrimiento no fue en vano, sino que de alguna forma se ha internalizado como un ejemplo irrefutable en nuestra vida cristiana.

1.La primera de estas siete frases es: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc.23:34). En esta frase Jesús nos manifiesta el principio del perdón, ya que lo está expresando en medio de una circunstancia en donde es el foco de horribles ofensas, vituperios, blasfemias, injurias que sus crueles y despiadados enemigos los fariseos y los sacerdotes le manifiestan. Cuán sublime se nos muestra el Salvador al pronunciar estas palabras, y cuánta enseñanza encierra esta frase para todos nosotros de ver como el Salvador padecía toda esta injusticia, teniendo el poder para tomar venganza del mal que le estaban haciendo o de maldecirlos, pero determina en medio del dolor perdonarlos. Añadiendo a su propio perdón el ruego fervoroso dirigido a su eterno Padre, para que les perdonara, alegando que “no saben lo que hacen”. Esta ejempla rizadora frase nos confronta y a la vez nos deja ver que debemos pedir a Dios que nos dé a nosotros el mismo espíritu de perdón que tuvo el Redentor de los hombres, para que cuando seamos ofendidos o maltratados por alguien, le podamos perdonar con la misma espontaneidad y misericordia con que el Señor perdonó a los que tan mal le trataban.

2.La segunda frase es: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc.23:43). En este escenario vemos a Jesús aplicando el principio de la misericordia al dirigir estas palabras a uno de los ladrones que habían sido crucificados con El, como respuesta a las que aquél le acababa de dirigir, de que se acordase de él cuando viviese en su Reino. Cuán feliz y sorprendido se debió sentir aquél malhechor al oír de los veraces labios de Cristo una respuesta tan inesperada y tan llena de misericordia. Sí, esto de que le hubiese pedido que se acordase de él cuando viniese a reinar sobre la tierra, y que le contestase que aquél mismo día estaría con El en la mansión donde reina perenne paz y se disfruta de eterna bienaventuranza, significo para este delincuente como un mensaje sobrenatural, agradable a su oído y le expresaba una inesperada recompensa al genuino arrepentimiento criminal que le había manifestado. ¿Qué aprendemos nosotros de este incidente? Que así como el Señor se mostró misericordioso y perdonador para con un hombre con características delictuales, que tal vez había incurrido en asaltos, robando a multitud de inocentes y quitando la vida a innumerables desventurados que habían caído en sus sanguinarias garras, así también se mostrará clemente y perdonador para con todos aquéllos que, arrepentidos de todo corazón, acudan a él por fe, como acudió el moribundo ladrón. Rescatamos además que a él le perdonó enseguida sin echarle en cara los pecados y crímenes que había cometido, así también perdonará a todos aquéllos que con fe viva, confíen en su sangre eficaz, vertida gota a gota en el madero del sacrificio. Valoremos la actitud del delincuente de aprovechar la oportunidad para arrepentirse y estar con el Maestro en el paraíso. Armémonos, por tanto, de fe y resolución para acudir a la presencia del Señor, arrepentidos de nuestros pecados creyendo que El es fiel y justo para perdonarnos. (1 Juan 1:9)

3.La tercera frase de impacto del Señor en la cruz es: “Mujer, he ahí tu hijo; hijo, he ahí tu madre” (Jn.19:26). En esta expresión vemos reflejado el principio del amor y la honra. Consideremos con qué filial amor y solicitud se preocupa el Salvador por aquélla que lo había llevado en sus entrañas por espacio de nueve meses. Que tremenda manifestación de humanidad muestra Jesucristo en este particular acontecimiento. De esta significativa frase debemos rescatar el ejemplo que nos deja Jesús, de no sólo honrar y respetar a los que nos dieron la existencia, sino a velar por ellos con amor filial, sobre todo, cuando se encuentren en la vejez e incapacitados de valerse por sí mismos. No seamos como muchos hijos ingratos e indolentes que, pudiendo suplir las necesidades más importantes de sus ancianos padres que se hallan poco menos que en la miseria, no lo hacen producto del egoísmo y desinterés. Demos gracias una vez más a Jesús por este modelaje que aunque escrito está, hacemos caso omiso y seguimos mirando a nuestros padres como estorbos, viviendo una vida loca y desenfrenada. Aprendamos de Jesucristo a honrar como se debe a aquéllos que nos dieron el ser, nos criaron y nos encaminaron con sus luces y consejos.

4.La cuarta frase del Redentor es: Elí, Elí, ¿lama sabactani? “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (Mt.27:46). En este escenario

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