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La Literatura Femenina En Cuba En El Período Especial


Enviado por   •  1 de Abril de 2013  •  18.301 Palabras (74 Páginas)  •  373 Visitas

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La literatura en Cuba en el Período especial

Después de la caída de la Unión Soviética a finales de 1991, la economía Cubana sufrió una fuerte crisis, dejándola esencialmente paralizada debido a que las estrechas bases económicas de esta nación se concentraban en unos pocos productos con un número reducido de compradores. La pérdida de casi 5 mil millones de dólares que el gobierno de la URSS proveía a Cuba como ayuda, en forma de exportaciones garantizadas para el mercado cubano del azúcar y la obtención de petróleo barato, generó un impacto severo para la economía del país.

En 1993 la situación se agravó mucho más. El comercio de Cuba disminuyó en un 80% y las condiciones de vida empeoraron en todos los sentidos. Así mismo, se disparó el número de inmigrantes cubanos que buscaba salvar su situación económica en los Estados Unidos (éxodo voluntario). A finales del año 1995 se tomaron nuevas medidas para “aliviar” la situación del país. Se fomentó la inversión extranjera y se permitieron algunas muy limitadas formas de iniciativa privada. Esto hizo que poco a poco mejorase algo la economía cubana aunque seguía sumergida en una grave crisis.

A mitad de los años noventa, la situación del país se “estabilizó”, en gran parte debido a las divisas recibidas por el turismo y por las remesas que enviaban los inmigrantes. Para aquella época, Cuba tenía una casi “normal” relación económica con la mayoría de los países latinoamericanos, y sus relaciones con la Unión Europea (que empezó a proveerle con ayuda y préstamos) habían mejorado. China también emergió como una nueve fuente de ayuda y soporte, a pesar de que Cuba se había aliado con los soviéticos durante la división china-soviética de los años sesenta. Sin embargo, en octubre de 2004 el gobierno cubano anunció el fin de esta política: a partir de noviembre los dólares estadounidenses no serían legales en Cuba, pero en cambio se cambiarían por pesos co cubanos convertibles (CUC).

La experiencia colectiva de esta crisis de los 90 en Cuba, conocida como el “Período Especial en Tiempos de Paz”, ha dejado una huella en la literatura dentro y fuera de la isla. En el Período Especial (periodo en el que los cubanos después de tantos años de sacrificios, vieron alejarse de nuevo el tan soñado y prometido bienestar social) las representaciones se construyen alrededor de las imágenes y de las alusiones directas o indirectas de carestía, como: la falta de comida, cortes de luz y agua, inexistencia de transporte público, dilapidación de la vivienda, escasez de productos de primera necesidad, etc. La escasez de la comida llega a convertirse en algo casi traumático en la experiencia de los cubanos. El escritor Leonardo Padura describe así el impacto que la situación alimenticia en la isla ha tenido para la psicología de sus compatriotas: “Cuba es un país donde nadie se ha muerto de hambre en 50 años, pero donde casi nadie ha comido lo que quiere en ese mismo tiempo, y la búsqueda de la comida, el sueño de la comida es una constante que nos persigue y no nos abandona.”

Como consecuencia de esta privación material, la literatura cubana de los últimos veinte años registra el imaginativo repertorio de estrategias de supervivencia y creatividad (que en el habla popular se conocen como “la lucha”), mientras que la propaganda oficial se hace eco de la retórica revolucionaria y sacrificial del himno nacional (“morir por la patria es vivir”) y recurre a las lecciones morales sobre el poder de sacrificio para alentar a los ciudadanos en su “guerra” diaria contra las adversidades.

La literatura cubana del Período Especial ha creado todo un registro aparentemente testimonial de las ingeniosas e imaginativas maniobras de “resolver”, “conseguir”, “arreglar” y “negociar” (en resumen, “el arte de arreglárselas”), frecuentemente vinculadas a las actividades ilegales, que van desde el jineterismo (prostitución con extranjeros) hasta el robo pasando por el contrabando de todo tipo de productos. Por lo general, las representaciones de la comida en la literatura del “Período Especial” trascienden lo meramente folklórico. Dentro del registro simbólico asociado con la comida se exploran los vínculos con el erotismo, con el ritual (el sacrificio, la santería, el vudú), con los tabúes y prohibiciones religiosas o con los estereotipos de género (el papel ‘nutritivo’ de la mujer).

Con frecuencia los escritores de los noventa evocan también las delicias de la comida criolla y a las comilonas de la época pre-revolucionaria. En Las comidas profundas (un ensayo narrativo de Antonio José Ponte) se dice que “la cesura que separa el Período Especial de ese “antes” cada vez más irreal y mitificado está claramente marcada por la desaparición de las abundantes exquisiteces culinarias”. La nostalgia por la “prehistoria” del Período Especial se manifiesta, por un lado, en una mitificación poética de los ingredientes más prosaicos de la cocina criolla (arroz, cebolla, ajo, frijoles, picadillo, plátanos…), y sobre todo de sus sabores, olores y texturas. La exaltación de la comida criolla es indicativa de un sentimiento de orgullo por un patrimonio cultural cubano. La “comida” (o ausencia de la misma) como tantos elementos descritos en la narrativa de este periodo nos ayudar a trazar un cuadro de la sociedad cubana de la época y a hacer un análisis “indirecto” de los rasgos que han sobrevivido del sentido y sentimiento que originó la Revolución en la literatura de género de este periodo.

La llamada “Libreta de Control de Venta para los Productos Alimenticios” (conocida popularmente como “libreta de la bodega” o “libreta de (des)abastecimiento’”) fue introducida por el gobierno revolucionario el 12 de marzo de 1962 y era administrada por la Oficina de Control y Distribución de Abastecimientos. Este sistema de racionamiento tenía como objetivo acabar con las desigualdades heredadas del período republicano, prevenir la especulación y asegurar la distribución igualitaria de los alimentos básicos con la premisa de que, con el esperado aumento de productividad agrícola, tales medidas pronto se volverían obsoletas. Pero como sabemos no resultó así. Este sistema de racionamiento de alimentos goza de la dudosa fama de ser el más longevo en toda la historia.

Aunque los cubanos habían pasado por épocas de hambruna a lo largo de su turbulenta historia (en particular durante las guerras de independencia), el sufrimiento y las humillaciones del Período Especial parecían inexplicables a principios del siglo veinte,

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