Aventura Fantástica Del Tigrillo Monino

“Aventuras fantásticas del tigrillo Monino”

En un "monte", cercano a un "charco redondo" encontré a Monino: un tigrillo pardo y muy alegre. Monino era el hijo mayor. Por esa razón, sus gatunos padres, lo enseñaron a cazar y a cuidar a sus hermanos tigrillos. Estas obligaciones no le dejaban tiempo para jugar. Por eso, Monino, que además era travieso, aprovechaba la cacería y, de regreso a casa, se entretenía con sus amigos.

Por el camino, Monino jugaba a las escondidas o iba a la casa vieja y abandonada donde cazaba ratas y zorras. En ocasiones, se goloseaba los huevos de los nidos de las gallinas y de las palomas, o correteaba borrigueros y lagartijas. Otras veces, simplemente, creyéndose mono, saltaba de rama en rama entre los árboles, para alcanzar alguna iguanita. Tanto se distraía Monino que olvidaba, casi siempre, su deber de volver temprano. Por esas tardanzas, sus padres le llamaban la atención y, por lo general, le imponían un castigo.

—El sábado, limpiarás la cueva, y el domingo no saldrás, –en cierta vez le dijo papá tigrillo, muy enojado.

—Tendrás que ayudarme a preparar la cacería durante una semana –en otra ocasión, le señaló mamá tigrillo.

Un día, cansado de lo mismo, Monino decidió explorar otro mundo, –no se imaginaba los problemas que tendría que enfrentar– pero él quería tener nuevas experiencias y hacer todo lo que sus padres le impedían. ¡Sorpresa!, Monino se escapó. Él creyó que nadie lo había visto. Sin embargo, uno de sus hermanitos lo vio salir, pero no dijo nada a sus padres, ni a sus demás hermanitos. A la mañana siguiente, mamá tigrillo, creyendo que Monino estaba cazando el desayuno, como todos los días, pasó inadvertida su ausencia. No imaginaba que Monino se había escapado. Cuando se enteró, su preocupación fue muchísima.

Por los nuevos lugares, Monino empezó sus diversiones. Fue así como llegó a un bosque natural donde todo tenía una singular belleza, pero era un lugar misterioso. ¡De pronto!, Cuando recorría algunos senderos, un desconocido le dijo: —en aquella cueva, que está en lo alto del cerro, vive el hada madrina de todos los felinos—. Curioso, Monino fue a visitar la cueva. Cuando llegó, pudo darse cuenta de que todo era mentira. Solo se encontró unas serpientes gigantescas y hambrientas, que amenazaban con devorarlo. Monino se asustó y tuvo miedo de morir.

Entonces, entre la niebla que envolvía el lugar apareció, como por encanto, el tigrillo Totón que lo ayudó a salir de ese peligroso lugar. Luego que hicieron amistad, se fueron juntos y compartieron muchos momentos felices. Totón le presentó sus “AMIGMALES” y, con ellos, jugaba diariamente. De esta manera, Monino continuó sus aventuras. Los nuevos amigos lo ayudaban en lo que él necesitaba, pero, aunque Monino pasaba el día

...