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Ensayos De Octavio Paz


Enviado por   •  22 de Octubre de 2013  •  6.316 Palabras (26 Páginas)  •  407 Visitas

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Octavio Paz

El ritmo

Aparecido en El arco y la lira, México, Fondo de Cultura Económica,

1995.

Las palabras se conducen como seres caprichosos y autónomos. Siempre

dicen "esto y lo otro" y, al mismo tiempo, "aquello y lo de más

allá". El pensamiento no se resigna; forzado a usarlas, una y otra vez

pretende reducirlas a sus propias leyes; y una y otra vez el lenguaje se

rebela y rompe los diques de la sintaxis y del diccionario. Léxicos y

gramáticas son obras condenadas a no terminarse nunca. El idioma

está siempre en movimiento, aunque el hombre, por ocupar el centro

del remolino, pocas veces se da cuenta de este incesante cambiar. De

ahí que, como si fuera algo estático, la gramática afirme que la lengua

es un conjunto de voces y que éstas constituyen la unidad más simple,

la célula lingüística. En realidad, el vocablo nunca se da aislado; nadie

habla en palabras sueltas. El idioma es una totalidad indivisible; no lo

forman la suma de sus voces, del mismo modo que la sociedad no es

el conjunto de los individuos que la componen. Una palabra aislada es

incapaz de constituir una unidad significativa. La palabra suelta no es,

propiamente, lenguaje; tampoco lo es una sucesión de vocablos dispuestos

al azar. Para que el lenguaje se produzca es menester que los

signos y lo sonidos se asocien de tal manera que impliquen y transmitan

un sentido. La pluralidad potencial de significados de la palabra

suelta se transforma en la frase en una cierta y única, aunque no siempre

rigurosa y unívoca, dirección. Así, no es la voz, sino la frase u

oración, la que constituye la unidad más simple del habla. La frase es

una totalidad autosuficiente; todo el lenguaje, como un microcosmo,

vive en ella. A semejanza del átomo, es un organismo sólo separable

por la violencia. Y en efecto, sólo por la violencia del análisis gramatical

la frase se descompone en palabras. El lenguaje es un universo de

unidades significativas, es decir, de frases. [1]

[1] La lingüística moderna parece contradecir esta opinión. No obstante,

como se verá, la contradicción no es absoluta. Para Roman Jakobson, "la

palabra es una parte constituyente de un contexto superior, la frase, y simultáneamente

es un contexto de otros constituyentes más pequeños, los morfemas

(unidades mínimas dotadas de significación) y los fonemas". A su vez

los fonemas son haces o manojos de rasgos diferenciales. Tanto cada rasgo

diferencial como cada fonema se constituyen frente a las otras partículas en

una relación de oposición o contraste: los fonemas "designan una mera alteridad".

Ahora bien, aunque carecen de significación propia, los fonemas "participan

de la significación" ya que su "función consiste en diferenciar, cimentar,

separar o destacar" los morfemas y de tal modo distinguirlos entre sí. Por

su parte, el morfema no alcanza efectiva significación sino en la palabra y

ésta en la frase o en la palabra-frase. Así pues, rasgos diferenciales, fonemas,

morfemas y palabras son signos que sólo significan plenamente dentro de un

contexto. Por último, el contexto significa y es inteligible sólo dentro de una

clave común al que habla y al que oye: el lenguaje. Las unidades semánticas

(morfemas y palabras) y las fonológicas (rasgos diferenciales y fonemas) son

elementos lingüísticos por pertenecer a un sistema de significados que los

engloba. Las unidades lingüísticas no constituyen el lenguaje sino a la inversa:

el lenguaje las constituye. Cada unidad, sea en el nivel fonológico o en el

significativo, se define por su relación con las otras partes: "el lenguaje es

una totalidad indivisible" (Nota de 1964).

Basta observar cómo escriben los que no han pasado por los aros del

análisis gramatical para comprobar la verdad de estas afirmaciones.

Los niños son incapaces de aislar las palabras. El aprendizaje de la

gramática se inicia enseñando a dividir las frases en palabras y éstas

en sílabas y letras. Pero los niños no tienen conciencia de las palabras;

la tienen, y muy viva, de las frases: piensan, hablan y escriben en bloques

significativos y les cuesta trabajo comprender que una frase está

hecha de palabras. Todos aquellos que apenas si saben escribir muestran

la misma tendencia. Cuando escriben, separan o juntan al azar los

vocablos: no saben a ciencia cierta dónde acaban y empiezan. Al

hablar, por el contrario, los analfabetos hacen las pausas precisamente

donde hay que hacerlas: piensan en frases. Asimismo, apenas nos

olvidamos

...

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