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Fotos de Cinco panes de cebada - Patricia Barbadillo


Enviado por   •  9 de Octubre de 2014  •  Síntesis  •  1.357 Palabras (6 Páginas)  •  213 Visitas

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a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q r s t u v w

Muriel era

Fotos de Cinco panes de cebada - Patricia Barbadillo

Cinco panes de cebada - Patricia Barbadillo Lucia Baquedano

Autora del libro

una chica joven, actual y avispara, quería ser profesora y tras un examen muy duro, consiguió su sueño, impartir clase, aunque su sueño, en principio no era precisamente el de ir a un "pueblucho" sino a una gran ciudad....

Iba en un autobús repleto de gente y solían pasar por muchos pueblos y ella quería que alguno de ellos fuera Beirechea, su destino, pero no era así. Cuando llegaron allí, la chiquilla no se dio cuenta y se quedó sentada en su asiento y le tuvieron que avisar de que habían llegado (asi de motivada se encontró al ver el pueblo en el que debia trabajar).

Cuando se bajó de autobús se encontró con un señor y le pregunto a ver si era ella la profesora que estaban esperando y ella respondió que sí, emprendieron un largo y oscuro camino campestre hasta que llegaron al colegio, le dio mucha pena porque había ratas por el suelo comiendo veneno y numerosos animalitos y arbustos que no eran de su agrado...

Pello (su casero) le dijo a su hija que le acompañara a la habitación de la joven profesora. Y aunque no le hicera mucha gracia el cortijo en el que tenia que hospedarse, sus caseros lo limpiaron con mucho espero para que fuera de su agrado... Salió al balcón y vio una moto que se acercaba. El de la moto era el cura del pueblo y al verla se rió de ella.

Después se encontró con un hombre que no conocía y le hizo perder toda la tarde diciéndole que hacía diecisiete años que no se limpiaba la clase, que el colegio era un desastre, que olia a rancio,...

Ana Maria y su hermano ayudaron a Muriel a limpiar todo el colegio y quedó mas visitable, aunque no todo lo que ella deseaba, ya que le faltaba una mano de pintura que avivara aquel lugar tan triste y "muerto".

Llegó el primer día de clase y tras muchos intentos porque alguien del pueblo le diera una lista de todo los alumnos que tendria, el alcalde cedio y una vez que ésta fue a pasar lista, vio que faltaban las dos hijas de Iparraguirre y una niña de siete años que nadie conocía.

Muriel llevaba mes y medio en Beirechea y su intención era quedarse un mes, no mucho mas, ya que ella se decía a si misma que se merecia algo mas, que habia estudiado muy duro para estar en un pueblucho como ese, tan anticuado y donde no se llevaba bien con la gente joven, ya que escaseaba bastante, pero algo le hizo cambiar. Y pensó quedarse hasta la Navidad.

Pasaron los días y la joven parecía estar más guapa, se habia acostumbrado al pueblo y a su gente, ya tenia un pequeño grupito de amigos y se sentía mas a gusto. Gracias al amor que le daba Dios empezó a volcarse más en los niños.

Había niños que mostraban interés pero había otros que decían que iban a la escuela para no ser un estorbo ni molestar a sus padres.

Muriel, desesperada, acudió a donde el cura y le explicó la reacción que tenían los niños. Él parecía no prestarle mucha atención y le decía que en el campo se hacían mejor las tablas, ya que muchos de ellos no hacian los deberes con tal de ayudarle a sus padres o no leían con tal de arar el campo.

El 8 de enero volvió a abrir la escuela. Era la época de la gripe y faltaban muchos niños a clase y cómo no, Marta Arive, la niña de 7 años que nadie conocia. Fue a preguntarle al cura, pero estaba fuera y el alcalde tenía gripe asi que su busqueda fue de nuevo en vano, pero harta del asunto, decidio coger su bicicleta y fue hasta casa de los Arive: Era una casa espléndida. AL otro lado de la casa había un hombre, y Muriel le preguntó

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