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LAS BUENAS CONCIENCIAS


Enviado por   •  10 de Septiembre de 2012  •  726 Palabras (3 Páginas)  •  1.171 Visitas

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Hay un pasaje donde, después de que la "buena familia" de Jaime termina de orar su rosario, que a diario hacen para estar "bien con Dios", empiezan a criticar a algunas personas "malas" del barrio donde viven, ya que en el mundo de la familia Ceballos y compañía la gente mala es la gente que no es de la alta sociedad y solo ellos, la "gente decente", son buenos y merecen el cielo.

Jaime ha crecido con ellos, pero no es de esa manera. Tiene un amigo "pobre", quien es también inteligente y realista sobre el mundo en el que vive. Y es él quien será el único testigo de la decisión final de Jaime, que es estremecedora.

Realmente da lugar a pensar en ello. El final es impresionante. Una muy buena obra.

Debemos sin embargo encontrar estas afirmaciones en la obra de Fuentes. Y lo que me parece más significativo, al respecto es la evolución de Jaime Ceballos, el protagonista de "Las buenas conciencias". Porque Jaime Ceballos, a quien el autor ha prestado una sensibilidad fina y despierta que le lleva no solamente a establecer una hermosa amistad con un chico de la clase baja y marginal, sino a profundizar una relación con un perseguido a quien protege y, lo que es más, a asumir al nivel de la conciencia su inquietud religiosa al tiempo que se ha impregnado de los valores reales o imaginarios de su medio familiar, Jaime Ceballos, digo, concluye con una especie de iluminación repentina que le lleva a negar su agonía y afirmar:

No he tenido el valor. No he podido ser lo que quería. No he podido ser un cristiano. No puedo quedarme sólo con mi fracaso; no lo aguantaría; tengo que apoyarme en algo. No tengo más apoyo que esto: mis tíos, la vida que me prepararon, la vida que heredé de todos mis antepasados. Me someto al orden, para no caer en la desesperación. Perdón Ezequiel; perdón Adelina; perdón Juan Manuel. (Cfr. Las buenas conciencias, F.C.E., 4a. reimpresión, 1969, p. 190).

Consciente de que su madre había muerto miserablemente después de haber sido orillada a la prostitución por una familia que nunca la aceptó, consciente de la injusticia que pesaba sobre su amigo Juan Manuel, consciente de que su tío había denunciado y condenado para siempre al fugitivo Ezequiel, Ceballos, que no abandona sus creencias religiosas puesto que confiesa su desengaño al Cristo, lejos de caer en esa impotencia a la que Fuentes pudo haber dado el hálito trágico de la desesperación, Ceballos, digo, "supo entonces que sería un brillante alumno de Derecho, que pronunciaría discursos oficiales, que sería el joven mimado del Partido de la Revolución en el estado, que se recibiría con todos los honores, que las familias decentes lo pondrían de ejemplo, que se casaría con una muchacha rica, que fundaría un hogar: que viviría con la conciencia tranquila. (Cfr, Op. cit., P.190).

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